“Nadie está sobrestimando el valor de las promesas preelectorales, pero la decencia tiene límites. Fuera de eso, estamos ante una total desconfianza. Lo cual es muy triste porque nuestras relaciones ahora están totalmente arruinadas, lo cual representa buenas noticias para los terroristas”, escribió Medvedev en su cuenta en Facebook.

“Esta acción militar -añadió- es una clara indicación de que el presidente de Estados Unidos vive en una dependencia extrema del aparato político de Washington, el mismo que él tanto criticó en el discurso de la toma de posesión”.

Y amplió: “Muy pronto, tras su victoria, me di cuenta de que las promesas electorales de [Donald] Trump serían quebrantadas por la maquinaria del poder. Apenas tardó dos meses y medio”, agregó el primer ministro ruso, quien enfatizó que el ataque “prueba que la administración Trump está decididamente luchando contra el Gobierno legítimo de Siria”.

Por otra parte, la acción de Washington recibió el apoyo de los principales aliados de EEUU.

El Pentágono ha indicado que advirtió a los rusos antes del inicio del ataque con 59 misiles Tomahawk disparados desde dos buques de la Armada estacionados en el Mar Mediterráneo, y que tienen su base de operaciones en La Rota, España.

Admitió también que estaba al tanto de que en la base aérea siria está acantonada una brigada de fuerzas especiales rusas y helicópteros militares, que componen parte de la fuerza expedicionaria que Moscú ha enviado a la región para combatir a al grupo terrorista Estado Islámico, y aclaró que hizo todo lo posible para evitar que esos efectivos fueran atacados.

Ningún ruso fue víctima del ataque que, según el ejército sirio, provocó ocho muertos, de los cuales -precisaron- cuatro eran menores y destruyó 21 cazas de combate. El Pentágono agregó que el ataque también destruyó hangares, la torre de control de la base y el centro de almacenamiento de combustible y municiones.

Pero si el ataque provocó un deterioro de las relaciones con Moscú, el gran aliado de Damasco junto a Teherán, en el Congreso en Washington ha habido voces reclamando que el Presidente debía haber consultado el ente legislativo antes de autorizar el bombardeo.

“Esto es un acto de guerra. El Congreso [en vacaciones de primavera] debe reunirse de inmediato y discutir el asunto. No hacerlo sería abdicar de nuestras responsabilidades”, indicó la congresista demócrata, Barbara Lee. Y añadió: “El uso de armas químicas es una barbaridad. Pero también tenemos derecho a saber cuáles son los planes del Presidente”.

Para el senador republicano Rand Paul, “pese a que todos condenamos las atrocidades en Siria, Estados Unidos no ha sido atacado. La Constitución obliga al presidente de demandar autorización del Congreso para un acto militar”.

A su vez, el líder de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, enfatizó que, aunque el presidente hizo bien en atacar a Siria por el uso de armas químicas, “no deja de ser apropiado que la administración consulte con el Congreso los próximos pasos que piensa dar para resolver esta larga crisis con Siria”.

El reclamo de los legisladores tiene su razón de ser no solo a la luz del derecho constitucional sino porque el propio Trump el año 2003 reclamó al entonces Barack Obama que consultara con el Congreso cuando éste estaba sopesando atacar a Siria. “¿Qué logramos con bombardear a Siria sino una deuda mayor y un posible largo conflicto? Obama necesita la aprobación del Congreso”, escribió entonces en su cuenta de Twitter. En otro twit anterior, el ahora presidente ya había advertido de la necesidad del apoyo congresional: “(Obama) debe buscar el apoyo del Congreso si quiere atacar a Siria. Sería un gran error si no lo hace”.

Esta percepción, aparentemente, cambió el martes cuando el mandatario vio las imágenes del ataque con armas químicas contra la población civil en Siria. Según Sean Spicer, portavoz de la Casa Blanca, Trump se conmovió con las imágenes y ordenó la planificación del bombardeo al anochecer del jueves.

Por su parte, la embajadora de Estados Unidos en la ONU, Nikki Haley, advirtió el viernes que su país “está preparado para hacer más” en Siria.

Ahora la gran incógnita es cómo reaccionará el régimen de Al-Assad al ataque. Según varios analistas, la administración parece estar apostando a que Siria se quedará callada y tampoco se espera una acción por parte de Moscú.

Según el analista Michael Huchiston, “a nadie le interesa un conflicto que involucre a Rusia. Esta administración ha querido tener buenas relaciones con ellos, incluso antes de llegar a la Casa Blanca, y no hay razón para hacerlo. Pero, si Siria decide hacer algo, aunque sus posibilidades son muy limitadas, el presidente Trump tendrá que decidir qué hacer si Moscú decide apoyar lo que haga Al-Assad”.

Hasta la madrugada del viernes, los militares estadounidenses y rusos tenían una línea de comunicación en Siria que evitaba que se pisaran los talones durante los sobrevuelos del país árabe. Fue a través de esa línea de comunicación que Washington les avisó del ataque. Pero Moscú la cortó de inmediato y ahora las comunicaciones volvieron a los métodos antiguos del siempre lento y burocrático intercambio diplomático.