El método de los 5 minutos para encontrar a Dios

REFLEXIONES Viernes 17 de Marzo de 2023

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¿Tienes anhelos de Dios?

Fuente: ALETEIA - Claudio de Castro

Una inquietud diferente

Hoy recibí un e-mail muy interesante, con una inquietud que me encantó. En realidad, podría ser la búsqueda de cualquiera de nosotros.

«Estimado, por favor, oriéntame en mi acercamiento a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Gracias».

Qué bonitos anhelos de conocer y amar más a Dios. Creo que podríamos responderle con una experiencia muy bonita de un hombre que salió en busca de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo… Es muy edificante. Te la cuento.

Lo vi en un video católico hace pocos días. Me dejó de una pieza, y reflexionando muchas cosas que antes nunca había pensado.

Un ateo convertido al catolicismo contaba su sorprendente experiencia de fe. Un testimonio como pocos. Esto era algo nuevo para mí.

Hombre mirando a través de un binocular
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Un encuentro casual cambió su vida

Dice este hombre que una tarde encontró a un sacerdote jugando a billar con su cuello clerical.

– Pero… si eres una persona normal, como cualquiera de nosotros -le dijo asombrado-, ¿por qué te hiciste cura?
-Porque encontré a Dios y me cambió la vida.
-¿Y qué tengo que hacer para que me pase también a mí?
Hay un método de los 5 minutos. Te podría servir.
-¿Cómo es eso? ¿Me lo explicas?
-Es muy sencillo. Durante varias semanas vas a dedicar en el momento que te quede mejor, 5 minutos al día para hablar con Dios, como harías con tu mejor amigo. Háblale con naturalidad, alegría, sencillez. Y suma a esto empezar a leer la Biblia para descubrir lo que Dios quiere de ti.
-Vaya reto. Pues lo haré -exclamó entusiasmado el ateo.

Cuenta que a las semanas experimentó a Dios, le conoció y le hizo exclamar: «Es verdad. ¡Dios existe!».

¿Hablo yo con Dios?

Cuando escuché su testimonio quedé de una pieza y pensé entristecido que hace mucho no hablo a Dios con la familiaridad de un hijo a su padre.

Me refiero no a buscarlo y rezar para obtener beneficios materiales y espirituales, sino a detenerme y hablarle de mis cosas cotidianas.

-Hola Dios. Gracias por este día que me has regalado. Quería contarte lo que me pasó hoy.

Sé que Él es atemporal y lo ve todo, pero igual le agrada, como a todo padre, que sus hijos se le acerquen, le compartan sus inquietudes, sean agradecidos y le digan que lo aman.

Últimamente escribo mucho de Dios, pero no hablo tanto con Él. Debo cambiar, mejorar, demostrarle mi gratitud.

Los grandes santos de la Iglesia sabían bien que no es lo mismo hablar de Dios que hablar con Dios y experimentar su dulce y paternal presencia.

¿Podré encontrarle?

¿Te pasa también a ti? ¿Buscas a Dios?  Tantas personas tienen esta maravillosa inquietud, algunos aún sin saberlo, pero la semilla ya está sembrada en ellos.

¿Por qué ocurre esto?

El Catecismo de la Iglesia Católica es un libro extraordinario que no me canso de recomendarte leer. Nos da la respuesta en el punto 27:

«El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer al hombre hacia sí, y solo en Dios encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar«.

La clave, en la Biblia

Y como siempre, las Sagradas Escrituras salen a nuestro rescate.

¿Podré encontrar a Dios? Busca tu Biblia y ábrela en Jeremías 29, 13. Veamos lo que nos dice:

«Y cuando me busquen me encontrarán, siempre que me imploren con todo su corazón».

Allí está la clave de nuestra búsqueda para encontrar a Dios, buscarlo con todo el corazón. ¡Qué maravillosas palabras!

3 cosas que te ayudarán

Tres cosas podrían ayudarte.

Como tú y muchos otros he salido en la búsqueda de Dios. Nunca he sido muy bueno dando consejos, pero hay algo que he visto funciona. A menudo te hablo de esto. ¿Te animas a tratar?

  1. Busca un sacerdote amigo que te oriente en tu vida de fe, como director espiritual.
  2. Empieza a leer la Biblia. En ella descubres lo que Dios quiere de ti y recurres la vida y palabras de Jesús.
  3. Si puedes una buena confesión sacramental ayuda, restaurando tu amistad con Dios.

Fuente: ALETEIA - Claudio de Castro

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