El Vaticano intensifica las advertencias sobre la IA
Shutterstock/Ascannio ChatGPT en la pantalla del ordenador y del móvil.
El Papa Francisco acaba de firmar dos importantes textos sobre el desarrollo exponencial de la Inteligencia Artificial (IA) y sus consecuencias. Desempeñando su papel de conciencia moral en un mundo que pierde el norte, subraya el riesgo de deshumanización
El Papa no podía haber encontrado mejor ejemplo para ilustrar el riesgo que puede representar la inteligencia artificial (IA). En los últimos días ha circulado por las redes sociales un vídeo del cardenal mexicano Américo Aguiar ensalzando las virtudes de una solución milagrosa para combatir… la diabetes. De pie, en su despacho, vestido de cardenal, el arzobispo de México promociona un medicamento que le ha permitido vencer la enfermedad. Pero los hechos son falsos: el vídeo del cardenal no es más que un «deep fake», una falsificación creada mediante inteligencia artificial. La empresa pirata simplemente secuestró el vídeo de la felicitación navideña del cardenal…
El caso no es anecdótico. Y la Santa Sede es plenamente consciente de ello. En el espacio de tres semanas, el Papa Francisco ha publicado dos grandes textos sobre los desafíos que plantea a la humanidad la inteligencia artificial. El primero trata de la paz. Se publicó para el 1 de enero, en un mensaje que tradicionalmente expresa las preocupaciones más profundas del Estado más pequeño del mundo. Para el jefe de la Iglesia católica, este deslumbrante desarrollo tecnológico hace temer un sinfín de males para la humanidad, como «las campañas de desinformación», «la injerencia en los procesos electorales, la instauración de una sociedad que vigila y controla a las personas, la exclusión digital y la exacerbación de un individualismo cada vez más desconectado de la comunidad».
Ahondando cada vez más en la vida concreta de millones de ciudadanos, el Papa teme que la IA pueda determinar ya «la fiabilidad de un solicitante de un préstamo bancario, la idoneidad de una persona para un puesto de trabajo, la posibilidad de reincidencia de un condenado o el derecho a recibir asilo político o asistencia social».
«Es la inteligencia artificial con fines bélicos lo que más nos asusta», nos dijo el cardenal Czerny en la presentación del mensaje del Papa en Roma. El cardenal Czerny pidió a la comunidad internacional «que garantice una supervisión humana adecuada, significativa y coherente de los sistemas autónomos de armas letales», que «nunca podrán ser sujetos moralmente responsables». En términos más generales, pide la adopción de «un tratado internacional vinculante» que regule el desarrollo y el uso de la IA.
La segunda «salva» del Papa llegó el 24 de enero, día de san Francisco de Sales, patrón de los periodistas y comunicadores. En una larga reflexión sobre la inteligencia artificial y sus efectos en la comunicación y la sociedad, señala con el dedo el «espectro de una nueva esclavitud» y advierte contra la «posibilidad de que unos pocos condicionen el pensamiento de todos». «Depende de nosotros decidir si queremos convertirnos en alimento de los algoritmos o alimentar nuestros corazones con la libertad, sin la cual no creceremos en sabiduría», insiste.
El Papa no es un «tecnófobo»
Sin embargo, estas enérgicas advertencias sobre la IA en la humanidad no convierten a la Iglesia en una institución que rechace el progreso técnico por definición. De hecho, el Papa nos exhorta a no «oponernos rígidamente a lo nuevo», sino más bien a «orientar en la buena dirección la mutación cultural en curso», afirmando que nuestra época es ciertamente «rica en tecnología» pero «pobre en humanidad».
Mathieu Guillermin, profesor francés de la Universidad Católica de Lyon, que acudió a Roma para presentar el mensaje del Papa sobre la paz, tampoco ve al Papa como un «rechazado tecnofóbico», ya que también es capaz de alegrarse de los «extraordinarios avances» que han permitido aliviar «innumerables males». El Vaticano tampoco es ingenuo sobre el futuro de la inteligencia artificial, que inevitablemente seguirá provocando «profundos cambios en la vida de los seres humanos», escribieron los firmantes del Llamamiento de Roma por la ética de la IA en 2020, una declaración redactada bajo el impulso de la Pontificia Academia para la Vida.
Monseñor Paglia en la India para hablar de la IA
Entre los firmantes del documento, que aboga por el desarrollo de tecnologías más transparentes, integradoras, socialmente beneficiosas y responsables, figuran Microsoft, IBM y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
También lo han suscrito unas 200 universidades, empresas e industrias del sector. Monseñor Vincenzo Paglia, Presidente de la Academia, está promoviendo activamente los principios de esta declaración para la «buena innovación». Llegó a la India el domingo, y esta semana, por ejemplo, está celebrando una serie de reuniones para presentar el Llamamiento de Roma y estimular la reflexión en este país, que cuenta con casi 700 millones de usuarios de Internet de una población mundial de más de 1.400 millones.
En el Vaticano, otras instituciones participan en este impulso a la reflexión sobre la IA, como el Dicasterio para la Cultura y la Educación y su departamento dedicado a la cultura digital, el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y la Pontificia Academia de Ciencias Sociales, que dirige la dominica Helen Alford, experta en ética empresarial formada en Cambridge.