Laudate Deum !!!
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Llamamiento del Papa para detener la catástrofe climática
El Papa Francisco publica este 4 de octubre de 2023 la exhortación apostólica Laudate Deum ("Alabado sea Dios"), continuación de su encíclica Laudato si', un texto de una veintena de páginas en el que vuelve a la emergencia climática
Ocho años después de la publicación de la encíclica Laudato si’, el Papa Francisco insta a los líderes mundiales a actuar ante la urgencia del calentamiento global en su exhortación apostólica Laudate Deum, publicada el 4 de octubre de 2023. Un texto muy político de una veintena de páginas que el Papa ha querido publicar el día de San Francisco de Asís, a pocas semanas de la COP 28 de Dubai.
¿Por qué el Papa da la voz de alarma (otra vez)?
«El mundo que nos acoge se está desmoronando y puede estar acercándose a un punto de ruptura». A sus casi 87 años, el pontífice argentino vuelve a tomar la pluma para alertar al mundo de la «crisis climática global» que lo amenaza. Para él, ya no se trata de «negar», «esconder», «ocultar» o «relativizar» los signos del cambio climático: «están ahí, cada vez más evidentes».
Criticando las «opiniones despectivas e irrazonables» que dice encontrar sobre el tema, «incluso en el seno de la Iglesia católica», el Papa se apoya en un amplio corpus de datos científicos para afirmar finalmente: «Ya no podemos dudar del origen humano […] del cambio climático».
Acidez de los océanos, deshielo de los glaciares, subida del nivel del mar, sequías… el jefe de la Iglesia católica enumera los signos de una «enfermedad silenciosa» que afecta a la humanidad y reitera que «el cambio de las temperaturas medias de la superficie no puede explicarse sin el efecto del aumento de los gases de efecto invernadero».
Observando con amargura que «las reacciones son insuficientes», advierte una vez más: «Ya no podemos detener el enorme daño que hemos causado. Solo estamos a tiempo de evitar daños aún más dramáticos».
¿A quién se dirige el Papa Francisco?
Para esta 5ª exhortación apostólica de su pontificado, el Papa utiliza una fórmula inusual, dirigiendo este texto «a todos los hombres de buena voluntad». Aunque el Papa asegura al final de su texto que no quiere «dejar de recordar a los fieles católicos las motivaciones que nacen de su fe», recuerda inmediatamente que su exhortación se dirige también a los «hermanos y hermanas de otras religiones». Así pues, no se dirige solo a los católicos, sino a todos los afectados por el cambio climático… es decir, a todos.
En comparación, su primera exhortación Evangelii Gaudium (2013) iba dirigida a «obispos, sacerdotes y diáconos, personas consagradas y fieles laicos». Al mismo público se dirigió Amoris Laetitia (2016), con la adición de las palabras «esposos cristianos». Christus vivit (2019) se dirigía a «los jóvenes y a todo el pueblo de Dios». Por último, Querida Amazonia (2020) se dirigía «al pueblo de Dios y a las personas de buena voluntad».
Por primera vez desde 2013, el Papa publica una exhortación que no es fruto de un Sínodo, sino de una intuición personal vinculada a la proximidad de la COP28. El lenguaje de este documento es, por tanto, deliberadamente laico, más cercano a los discursos de los diplomáticos de la Santa Sede en la ONU que al de los textos anteriores del pontificado, incluida Laudato si’, que adoptó un tono más espiritual y bíblico, con un llamamiento a la conversión de los estilos de vida.
Se trata más bien de una súplica internacional, dirigida sobre todo a los responsables políticos, a los que se «insta» así a tomar decisiones concretas en el marco de negociaciones multilaterales que permitan expresar sus puntos de vista a todos los Estados, así como a los actores no estatales, como las ONG.
¿Qué propone?
En su carta, el Papa Francisco ataca sin concesiones el «paradigma tecnocrático» que ha instalado la «ideología» del «crecimiento infinito» y confiado tanto poder a una «pequeña parte de la humanidad». A continuación critica las debilidades del «multilateralismo», que no debe confundirse con «la autoridad mundial concentrada en manos de una sola persona o de una élite con excesivo poder».
Como repite regularmente en sus discursos a los embajadores en particular, en esta carta aboga por el establecimiento de una nueva autoridad mundial «eficaz», regulada «por la ley» y no dependiente de «circunstancias políticas cambiantes o de los intereses de unos pocos».
Para lograrlo, confía en la acción de la sociedad civil y los ciudadanos, y afirma:
Si los ciudadanos no controlan el poder político -nacional, regional y municipal-, tampoco se podrán controlar los daños medioambientales».
Aunque reconoce que «las soluciones más eficaces no vendrán solo de los esfuerzos individuales, sino sobre todo de las grandes decisiones políticas nacionales e internacionales»; el Papa subraya, sin embargo, la importancia de la «nueva cultura» propiciada por los comportamientos domésticos «para contaminar menos, reducir los residuos y consumir con moderación». «Estas iniciativas -añade- pueden ejercer presión sobre los factores de poder» y tener «una dinámica eficaz que las Naciones Unidas no pueden alcanzar», explica el pontífice argentino.
¿Qué espera el Papa de la próxima COP 28?
La redacción de la encíclica Laudato si’ se aceleró para que pudiera publicarse antes de la COP 21 de París. Esta vez, el Papa Francisco aprovecha la próxima COP en los Emiratos Árabes Unidos para sensibilizar a la opinión pública. Dedica un capítulo entero al tema bajo el título: «¿Qué podemos esperar de la COP28 en Dubai?
Señalando de entrada que el país del Golfo es un «gran exportador de combustibles fósiles», el Papa no quiere darse por vencido: «Decir que no hay nada que esperar sería un acto suicida que expondría a toda la humanidad, especialmente a los más pobres, a los peores impactos del cambio climático».
Tras recordar los éxitos -pero sobre todo los fracasos- de las cumbres anteriores, espera «un punto de inflexión» en diciembre, y fija algunos objetivos elevados: la introducción de «formas vinculantes de transición energética». Éstas deben ser «eficaces, vinculantes y fáciles de controlar». «Solo de esta forma concreta será posible reducir significativamente el dióxido de carbono y evitar a tiempo los peores males», advierte, argumentando que tales medidas restaurarían «la credibilidad de la política internacional».
No espera que se encuentren soluciones puramente tecnológicas para acabar con la crisis. Al contrario, advierte:
«Suponer que cualquier problema futuro puede resolverse con nuevas intervenciones técnicas es un pragmatismo homicida».
¿El grito de un Papa del Sur?
En línea con muchos de los discursos y textos de su pontificado, el Papa Francisco vuelve a hablar en nombre del Sur, denunciando con dureza el dominio de los países ricos y su modelo de desarrollo sobre el resto del mundo. «En un intento de simplificar la realidad, algunos atribuyen la responsabilidad a los pobres porque tienen muchos hijos, e incluso pretenden resolver el problema mutilando a las mujeres de los países menos desarrollados», insiste el pontífice argentino, señalando las campañas a favor de la anticoncepción y el aborto que periódicamente lleva a cabo Occidente.
«La realidad es que un pequeño porcentaje de los más ricos del mundo contamina más que el 50% de los más pobres», insiste Francisco. «¿Cómo olvidar que África, donde vive más de la mitad de las personas más pobres del mundo, es responsable solo de una ínfima parte de las emisiones históricas?
Al señalar que «las emisiones per cápita en Estados Unidos son aproximadamente el doble de las de una persona que vive en China, y unas siete veces superiores a la media de los países más pobres», Francisco apunta directamente a la responsabilidad de Occidente en el cambio climático.
Podemos afirmar que un cambio generalizado en el estilo de vida irresponsable del modelo occidental tendría un impacto significativo a largo plazo»
Llamando a un cambio radical, el Papa expresó su simpatía por los «sucesos» protagonizados por los movimientos ecologistas.
«En las conferencias sobre el clima, a menudo llaman la atención las acciones de grupos criticados como ‘radicalizados’. Pero llenan un vacío en el conjunto de la sociedad, que debería ejercer una sana ‘presión’; porque cada familia debe pensar que está en juego el futuro de sus hijos», insiste el Papa.