La Argentina padece otro virus, el virus de la corrupción, dijo el arzobispo de Córdoba
Monseñor Ñáñez
Al celebrar la misa del domingo el arzobispo de Córdoba, se refirio al "otro virus más grave que padecemos los argentinos: el virus de la corrupción"
El arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos José Ñáñez, celebró la misa del 17° domingo durante el año en cuya homilía se refirió a la parábola del trigo y la cizaña, y la comparó con algunas situaciones que nos toca vivir. “En nuestra Argentina, desde hace ya muchos años, padecemos otro virus tan o más grave que el coronavirus, el virus de la corrupción”, afirmó. “La corrupción hace llamar bien al mal y mal al bien, animando al que cede a ese vicio a obrar en consecuencia. El profeta Isaías ya denunciaba este mismo mal en el antiguo Israel. ¡Por tanto no somos originales!”.
Sobre esto dijo que el drama argentino es “que por momentos pareciera que no hay disposición de luchar contra el virus de la corrupción. Es como si nos afectara la ceguera o la sordera, de la que hablaba Jesús el domingo pasado, citando también al profeta Isaías”, sostuvo monseñor Ñáñez.
En este sentido, dijo que para luchar con esto “debe haber una decidida y constante reacción personal: no transar con la mentira, no pactar con el mal, no aceptar los ‘escándalos’ de los que habla Jesús. No aprobar lo que es incorrecto, ilegal, no festejar de ningún modo al que obra de esa manera. Más bien, se trata de ‘ahogar el mal en abundancia de bien’, como decía Juan Pablo II en su visita a Córdoba en abril de 1987”, recordó.
Por eso, recomendó “una decidida voluntad personal y social de oponerse a la corrupción”, sin buscar “sacar ventajas de la corrupción”. Por el contrario, “se debe forjar entre todos un clima común que impulse y anime a vivir en la verdad y a practicar el bien, tanto en las cosas pequeñas como en las grandes e importantes”.
Antes de concluir, pidió al Señor “la fortaleza para superar el virus de la corrupción que perjudica a los más débiles y pobres, que los usa, que les da migajas sin importarle nada de su verdadero bienestar y dignidad, que no los socorre, ni mucho menos los promueve de veras, sacándolos de la pobreza, que es un verdadero escándalo en un país potencialmente rico, como el que Dios nuestro Señor, en su Providencia, nos ha regalado a los argentinos”.
Y finalmente, pidió a la Virgen del Carmen “la verdadera libertad a la que aspiramos sinceramente y que debemos cuidar y acrecentar entre todos. Que interceda especialmente por todos nosotros y por nuestra Patria”.+