El obispo de Buenaventura: violencia a niveles aterradores, la gente teme denunciar
Buenaventura (Agencia Fides) – Tinen dos años como obispo de la Diócesis de Buenaventura en Colombia, y ya ha tenido que lidiar con los grupos violentos que han sembrado el terror en la zona. Elobispo Rubén Darío Jaramillo Montoya continúa intentando detener la confrontación violenta de los grupos criminales que compiten por el control de esta parte del país, donde se encuentra el puerto colombiano más importante del Pacífico, una encrucijada para el comercio que sustenta gran parte de economia nacional.
Hace solo unos días, el obispo le dijo a una estación de radio local que estaba dispuesto a abordar un helicóptero para esparcir el agua bendita en el puerto y la ciudad con el fin de eliminar de forma permanente a los demonios. En una entrevista con la prensa, solicitó la intervención de las autoridades nacionales para abordar juntos la violencia que está llegando a niveles aterradores.
En la entrevista que recibió Fides, el obispo dijo que no es sorprendente encontrar cadáveres desmembrados en la calle, como símbolo del poder de la violencia en la zona portuaria. Las "casas de piques" siguen existiendo, dijo Mons. Jaramillo Montoya. Con este nombre, se indican los lugares de tortura y asesinato de las personas secuestradas porque obstaculizaban o no apoyaban a las pandillas y al crimen organizado: una realidad que se creía que en 2015 había desaparecido (ver Fides 20/01/2015), que fue denunciado en aquél momento por el Obispo predecesor del Obispo Jaramillo, Mons. Héctor Epalza Quintero, PSS. En muchas ocasiones, los pastores han denunciado este horror, señalando que la violencia ha estado "anclada" en el puerto durante más de 37 años: mientras que las otras regiones han visto una disminución en los asesinatos, Buenaventura sigue en niveles alarmantes (ver Fides 10/06/2015 ).
"Hemos tenido 54 muertes violentas en lo que va del año, pero hay muchas personas que desaparecen. Y esto no se informa - dijo el arzobispo Jaramillo hace solo dos días -. El problema es que todavía no existe una cultura de denuncia porque hay miedo, tenemos una sociedad que teme informar. La comunidad me pidió que anticipara las misas del domingo a las seis de la tarde porque temen ser secuestrados o quedarse en la calle durante el toque de queda ilegal. Hay hombres con rifles que percorren por calles y barrios ".
"He escuchado historias terribles de los fieles, continúa el obispo. Estos grupos obligan a una familia a irse, por lo que la casa permanece vacía y los criminales la toman para guardar las armas, ejecutar personas de pandillas y encarcelar personas que no pagan las extorsiones "Entonces, incluso las personas que viven cerca se ven amenazadas y tienen que irse a otro vecindario, porque éstas son pobres y no pueden ir a otra ciudad. Este movimiento intraurbano no está registrado como un desplazamiento interno o una migración. El desplazamiento interno no es conocido po el estado y, por lo tanto, las personas terminan cumpliendo una ley llamada del silencio: es mejor guardar silencio, porque si matan a un hermano, también pueden matar a las hijas, a los tíos, a los abuelos, así que al final conviene estar en silencio ".
Ante esta situación, el obispo Jaramillo propone llegar a la raíz del problema: "en primer lugar, nos hemos alejado de Dios, en cambio, debemos ver al otro como algo sagrado, la vida es sagrada. Hoy ya no estamos interesados en nada, sino en el poder económico, el poder comercial, el poder político y el poder de las armas, que en esencia es el jefe. Debemos pedir la ayuda del Estado, por supuesto, pero es un problema de todos, por lo que todos estamos llamados a resolverlo, incluso organizaciones sociales, empresas privadas, con estrategias para crear confianza y, por lo tanto, promover el trabajo y la seguridad ", concluye el Obispo. .
La Diócesis de Buenaventura (1996), tiene un área de 6,297 kilómetros cuadrados y una población de 407,675 habitantes, de los cuales 306,000 son católicos. Hay 38 sacerdotes (23 diocesanos y 15 religiosos), 15 hermanos religiosos, 12 religiosos. Hay 6 seminaristas mayores. (datos a 2017).