EXPOSICIÓN DEL SANTANDER CLAUSURADA
Exposición clausurada
El centro Santander Cultural, impulsado por Banco Santander en Brasil, ha clausurado antes de tiempo la exposición Queer Museu. Cartografías de la diferencia en América Latina, sobre el arte queer, inspirado por las llamadas “minorías sexuales” o “sexualidades alternativas”.
Según el diario Jornal do Comércio, protestas de personas contrarias al contenido de la exposición han causado tumultos a las puertas del centro cultural de Banco Santander en Porto Alegre.
Estos incidentes han obligado a la institución a cerrar antes de tiempo la muestra, formada por más de 270 obras de arte contemporáneo y actual. La exposición, al cuidado de Gaudencio Fidelis, “explora la diversidad de expresión del género y de la diferencia sexual en el arte y en la cultura”, según el mismo diario.
En una nota, Santander Cultural ha explicado los motivos del cierre anticipado de la exposición:
“El objetivo de Santander Cultural es incentivar las artes y promover un debate sobre las grandes cuestiones del mundo contemporáneo, y no generar falta de respeto o discordia”.
“En esta ocasión” –continúa diciendo la nota de la institución cultural de Banco Santander en Brasil– “escuchamos las manifestaciones y comprendimos que algunas de las obras de la exposición Queer Museudespreciaban símbolos, creencias y pueblos, lo que no está en línea con nuestra visión del mundo. Cuando el arte no es capaz de mantener la inclusión y la reflexión positiva, pierde su propósito más elevado, que es elevar la condición humana”.
¿Es lícito que la presión de un grupo de manifestantes fuerce la clausura de una exposición de arte en una sala privada, sostenida con fondos privados?
¿Te parece que Banco Santander ha actuado libremente, al cerrar la exposición antes de tiempo?
¿Todo grupo social que se declare ofendido está legitimado para redefinir los límites de la libertad de expresión?
Los grupos de presión LGBT denuncian que se ha censurado la exposición, pero, esos mismos grupos intentan imponer, a través de leyes como la que se está tramitando en España, que se censure a quienes no piensan como ellos.
En otro sentido, a menudo, los que son censurados por criticar las teorías de género, se declaran ofendidos por obras de arte sobre la sexualidad o la religión, como las que se ven en la exposición Queer Museu, y hacen todo lo posible por prohibir su difusión.
Los agraviados se convierten en inquisidores sin solución de continuidad, en una sociedad en la que las llamadas "batallas culturales" estrechan, cada vez más, los márgenes donde "el otro" puede expresar sus opiniones.
¿Es posible algún tipo de acuerdo que incluya el derecho de todos a la libertad de pensamiento y de expresión? Lo necesitaremos, o llegará un día en que todos haremos de ofendidos y de inquisidores en horas alternas. Un día en el que nada podrá decirse.