CULTURA Sábado 15 de Julio de 2017

Publicación en revista jesuita critica la coalición evangélico-católica en Estados Unidos

0_spadarolaciviltcattolica_alanholdren_140717.jpg Spadaro y portada de Civilta Cattolica

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Un artículo de análisis publicado el jueves en La Civiltá Cattolica discute lo que llama una alianza "sorprendente" y desafortunada entre católicos conservadores y evangélicos en los Estados Unidos en temas como la inmigración, sugiriendo que están en oposición directa al mensaje de misericordia del Papa Francisco.

El artículo, publicado en línea el 13 de julio, es co-escrito por el P. Antonio Spadaro, editor en jefe de la publicación jesuita, y Marcelo Figueroa, un líder presbiteriano y editor en jefe de la edición argentina de L'Osservatore Romano, el periódico del Vaticano.

Ambos hombres son considerados como confidentes del Papa Francisco. La Civiltá Cattolica también es vista como portavoz de la Santa Sede, ya que su texto es revisado y aprobado por la Secretaría de Estado del Vaticano antes de su publicación.

El P. Spadaro y Figueroa inician su artículo partiendo del lema de Estados Unidos, “En Dios confiamos”, diciendo que para algunos esto "es una simple declaración de fe", pero para otros es "la síntesis de una fusión problemática entre la religión y el estado, la fe y la política, valores religiosos y economía".

Los autores sostienen que en las últimas décadas la política estadounidense ha sido moldeada por "la religión, el maniqueísmo político y un culto al apocalipsis".

Citan el discurso del Expresidente George W. Bush sobre el "eje del mal" y el deber de los Estados Unidos de "liberar al mundo del mal" como ejemplo de lo que ellos llaman "una lengua maniquea que divide la realidad entre el Bien absoluto y el Mal absoluto".

El P. Spadaro y Figueroa buscan el origen de ello en el movimiento fundamentalista evangélico que surgió a principios del siglo XX, y lo vinculan a la consideración de los Estados Unidos como "una nación bendecida por Dios".

"No dudan en basar el crecimiento económico del país en una adhesión literal a la Biblia", escriben. "En los últimos años esta corriente de pensamiento ha sido alimentada por la estigmatización de enemigos que a menudo son demonizados".

El fundamentalismo ha desarrollado una exégesis que descontextualiza el Antiguo Testamento sin ser "guiada por la mirada incisiva, llena de amor, de Jesús en los Evangelios", escriben, añadiendo que "dentro de esta narración, todo lo que empuja hacia el conflicto no está fuera de límites".

"Otro aspecto interesante es la relación con la creación de estos grupos religiosos que se componen principalmente de blancos del profundo sur americano", afirman el P. Spadaro y Figueroa. "Hay una especie de ‘anestésico’ con respecto a los desastres ecológicos y los problemas generados por el cambio climático. Ellos profesan el ‘dominionismo’ y consideran a los ecologistas como personas que están en contra de la fe cristiana".

Asimismo, escriben que los fundamentalistas consideran que los problemas ecológicos son signos del apocalipsis que "confirman su comprensión no alegórica de las figuras finales del Libro de Apocalipsis y su esperanza apocalíptica en un ‘nuevo cielo y una nueva tierra’".

Los autores encuentran una fórmula profética a esta cosmovisión, caracterizándola como cargada para "combatir las amenazas a los valores cristianos americanos y prepararse para la inminente justicia de un Armagedón, un enfrentamiento final entre el Bien y el Mal, entre Dios y Satanás".

También citan a Rousas Rushdoony, un pastor protestante del siglo XX, y señalan su influencia en Steve Bannon, quien es el jefe de estrategias de la Casa Blanca en el gobierno de Trump.

Según el P. Spadaro y Figueroa, Rushdoony apoya la sujeción de las normas públicas a la moral religiosa y una "necesidad teocrática" que "somete el Estado a la Biblia con una lógica que no es diferente de la que inspira al fundamentalismo islámico".

El P. Spadaro y Figueroa tratan entonces del llamado “evangelio de la prosperidad” y la retórica de la libertad religiosa, citando primero a Norman Vincent Peale, otro pastor protestante del siglo XX. Peale fue autor de “The Power of Positive Thinking” y estuvo cerca del presidente Donald Trump, así como de Richard Nixon y Ronald Reagan.

En la sección dedicada al evangelio de la prosperidad, también se habla de "una forma particular de proclamación de la defensa de la 'libertad religiosa'".

"La erosión de la libertad religiosa es claramente una grave amenaza dentro de un secularismo extendido", escriben. "Pero debemos evitar que su defensa venga en los términos fundamentalistas de una ‘religión en total libertad’, percibida como un desafío virtual directo a la laicidad del Estado", añaden.

A continuación, los autores describen lo que llaman un "ecumenismo fundamentalista" que se desarrolla entre fundamentalistas evangélicos e "integristas católicos", y que unen "por el mismo deseo de influencia religiosa en la esfera política".

Ambos autores señalan que algunos católicos "se expresan de formas que hasta hace poco eran desconocidas en su tradición y usan tonos mucho más cercanos a los evangélicos… Ambos, evangélicos y católicos integristas condenan el ecumenismo tradicional y promueven un ecumenismo de conflicto que los une en el sueño nostálgico de un tipo de estado teocrático".

Para el P. Spadaro y Figueroa "la perspectiva más peligrosa para este extraño ecumenismo es atribuible a su visión xenófoba e islamofóbica que quiere muros y deportaciones purificadoras".

Ellos describen esto como un paradójico "ecumenismo del odio" que contrasta con el ecumenismo del Papa Francisco “que se mueve bajo el impulso de la inclusión, la paz, el encuentro y los puentes. Esta presencia de ecumenismos opuestos -y sus percepciones contrastantes de la fe y visiones del mundo donde las religiones tienen papeles irreconciliables- es quizás el aspecto menos conocido y más dramático de la difusión del fundamentalismo integrista".

"Aquí podemos entender por qué el pontífice está tan comprometido en trabajar contra los 'muros' y cualquier tipo de 'guerra de religión'", afirman.

En el artículo, el P. Spadaro y Figueroa sostienen que "el elemento religioso nunca debería confundirse con el político".

"Confundir el poder espiritual con el poder temporal significa someter uno al otro... Hay una necesidad de huir de la tentación de proyectar la divinidad sobre el poder político que luego la usa para sus propios fines", dicen.

Como ejemplo, apuntan a la "retórica impactante" de Church Militant, un sitio web conocido anteriormente como Real Catholic TV, que cambió su nombre en 2012 después de que la Arquidiócesis de Detroit le dijera que no tenía permiso para describirse como "Católico."

Church Militant y su fundador Michael Voris son conocidos por sus polémicas posiciones. Voris ha reclamado en uno de sus programas que solo los fieles católicos deberían ser autorizados a votar. En 2011, Voris fue prohibido de hablar en cualquier instalación que fuera propiedad de la Diócesis de Scranton, Pensilvania.

El P. Spadaro y Figueroa señalaron que el grupo retrató las elecciones estadounidenses como una "guerra espiritual", creando "una estrecha analogía entre Donald Trump y el emperador Constantino, y entre Hilary Clinton y Diocleciano". Al sugerir que la victoria de Trump podría atribuirse a las oraciones de los estadounidenses, Church Militant lo retrató como "una elección divina", dijeron.

"Este enfoque guerrero y militante parece más atractivo y evocador para un determinado público, dado que la victoria de Constantino se suponía imposible”, tanto para vencer a Maxentius como al establishment romano. Un verdadero plan teopolítico cristiano sería escatológico, dijeron.

"Y esto es porque la diplomacia de la Santa Sede quiere establecer relaciones directas y fluidas con las superpotencias, sin entrar en redes preconstituidas de alianzas e influencias".

En contraste, dicen el P. Spadaro y Figueroa, el Papa Francisco "rechaza radicalmente la idea de activar un Reino de Dios en la tierra como fue en la base del Sacro Imperio Romano y similares formas políticas e institucionales, incluyendo al nivel de un ‘partido’".

También advierten que el temor al caos y una ruptura del orden es lo que "subyace a la tentación persuasiva de una espuria alianza entre políticos y religiosos fundamentalistas".

El éxito político llega a ser asegurado por un “desorden exagerado” y el "agitar las almas del pueblo pintando escenarios preocupantes más allá de cualquier realismo", dicen. En este punto, la religión se convierte en "un garante del orden".

Afirman que sin embargo el Papa Francisco está luchando contra "la manipulación de esta temporada de ansiedad e inseguridad". El Pontífice "no da legitimidad teológico-política a los terroristas, evitando cualquier reducción del Islam al terrorismo islámico. Tampoco lo da a los que postulan y quieren una ‘guerra santa’ o para construir barreras coronadas con alambre de púas”.

"Las raíces cristianas de un pueblo nunca deben ser entendidas de una manera étnica", dicen el P. Spadaro y Figueroa. "El etnicismo triunfalista, arrogante y vengativo es en realidad el opuesto del cristianismo".

Traducido y adaptado por Eduardo Berdejo. Publicado originalmente en CNA.

Fuente: ACIPRENSA

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