Experto explica crecimiento de crímenes contra iglesias en Francia
Vandalismo, robos, incendios y otros ataques cada vez más frecuentes contra iglesias en Francia ha conmocionado a los fieles y generado debates sobre sus causas y cuánto afecta a la cultura francesa y el cristianismo.
“Los que minimizan el vandalismo, que incluye a la mayoría de los principales periódicos y políticos, apuntan a la evidencia de que los ataques son delitos menores de los malhechores de poca monta. A los que les preocupa que los ataques representen una amenaza más seria, descartan expresamente esa perspectiva”, reflexionó el periodista y escritor estadounidense Richard Bernstein en un ensayo para RealClear Investigations titulado “Anti-Christian Attacks in France Quietly Quadrupled. Why?” (Ataques anticristianos en Francia cuadruplicados silenciosamente. ¿Por qué?)
Bernstein ve el mérito en ambas perspectivas, ubicándolas en el contexto de aquellas preguntas que urgen responderse en Francia sobre populismo, identidad nacional, inmigración, tradición, autoridad y poder.
Al mismo tiempo, reconoció la profunda preocupación de las comunidades cristianas que sufren tales ataques y vandalismo, incluso cuando no son “crímenes de odio” propiamente dichos.
“Aun así, incluso si muchos actos anticristianos, no son delitos de odio destinados a intimidar a una comunidad de creyentes; el hecho es que hay una gran cantidad de ataques a sitios cristianos que son sagrados para muchas personas. Las comunidades se sorprenden y se sienten vulnerables, en parte por la sensación de que los incidentes han proliferado de manera tan dramática en los últimos años, y se están produciendo en prácticamente todos los rincones de Francia: áreas urbanas y rurales, grandes ciudades y pequeñas aldeas igual”, explicó Bernstein.
La Conferencia de Obispos de Francia informó recientemente que hubo 228 “actos violentos anticristianos” de enero a marzo de 2019.
En 2018 la policía francesa reportó 129 robos y 877 incidentes de vandalismo en sitios católicos, en su mayoría iglesias y cementerios. El ministro del Interior francés contabilizó un número ligeramente menor de incidentes contra cristianos ese año.
Los ataques se cuadruplicaron en número desde 2008 hasta 2019.
Si bien Francia ha sufrido más ataques que cualquier otro país en Europa, el número de estos se ha incrementado en toda Europa.
Algunos líderes restan importancia a los ataques.
“No queremos desarrollar un discurso de persecución. No queremos quejarnos”, dijo a la revista Le Point el Arzobispo de Marsella y presidente de la Conferencia de Obispos de Francia, Mons. Georges Pontier.
En junio de 2019, vándalos derribaron más de 100 lápidas en el cementerio católico más importante de Toulouse. El incidente recibió poca cobertura de la prensa nacional, pero los medios locales tampoco querían darle atención.
En Normandía, en 2016, dos hombres que profesaban lealtad al grupo Estado Islámico asesinaron al P. Jacques Hamel mientras celebraba una Misa. Ese mismo año en París, la policía frustró a los extremistas musulmanes que intentaron volar un automóvil cerca de la Catedral de Notre-Dame.
Sentimientos anticristianos también estuvieron detrás del ataque con arma y cuchillo de otro grupo del Estado Islámico en un mercado navideño en Estrasburgo en 2018.
El trasfondo de estos y otros incidentes terroristas importantes han aumentado los temores de que los cristianos sean directamente atacados con más frecuencia.
El incendio del 15 de abril en la Catedral de Notre-Dame conmocionó al mundo cuando el techo y la aguja del siglo XIX fueron destruidos, aunque la estructura se salvó del colapso.
En junio, los investigadores dijeron que no habían determinado la causa y que no había pruebas de que el incendio fuera intencional. Indicaron que considerarían la posibilidad de que haya sido una negligencia, como una falla eléctrica o un cigarrillo mal extinguido, la causa del incendio.
El vandalismo y los ataques a las iglesias cristianas a menudo parecen carecer de una coordinación organizada o de motivos compartidos.
A principios de este año, cuando seis iglesias fueron incendiadas o destrozadas en una semana, los autores de uno de los incidentes eran dos jóvenes. El perpetrador en otro ataque era un hombre sin hogar de 35 años.
De los autores identificados en ataques anticristianos, más del 60% son menores de edad. Muchos perpetradores “parecen ser jóvenes descontentos, o personas psicológicamente perturbadas o sin hogar, en lugar de miembros de grupos organizados que promueven una agenda política”, dijo Bernstein.
“Prácticamente ninguno de los ataques reportados fue contra personas; todos ellos están en contra de edificios, cementerios u otros objetos físicos”, agregó.
Alrededor del 60% de los incidentes de vandalismo involucraron grafitis como inscripciones satánicas, símbolos anarquistas, esvásticas, consignas nacionalistas o neonazis. En opinión de Bernstein esto “parece representar un tipo de nicho social” en vez del “crecimiento general del odio anticristiano”.
Para Bernstein la evidencia muestra que los ataques de los musulmanes “representan una pequeña fracción de los crímenes anticristianos”.
El propio Gobierno francés minimiza las acciones anticristianas por temor a avivar la reacción y las represalias contra los musulmanes, aunque no se han registrado incidentes conocidos de este tipo.
Mientras algunos comentaristas se preguntan por qué los ataques a otros grupos atraen más atención que los ataques a cristianos, Bernstein lo atribuye a la relativa seguridad histórica de los católicos, especialmente en comparación con los judíos que fueron perseguidos en la Segunda Guerra Mundial.
El filósofo y comentarista cultural Pierre Manent sugirió que muchas iglesias son objetivos motivados por la “oportunidad”, y dijo a Bernstein: “Este vandalismo se debe a los sitios cristianos porque están menos defendidos y presentan poco riesgo, y hay muchos de ellos”.
“La asistencia a la iglesia ha disminuido y los escándalos sobre el abuso sexual de jóvenes y niños por parte del clero hacen que la Iglesia parezca un objetivo débil y fácil”, añadió Bernstein.
Jean-Francois Colosimo, un historiador y teólogo que es director general de la editorial Editions du Cerf, dijo que lo que se vive no es “cristianofobia”, sino “una pérdida del sentido de lo sagrado”.
El ensayo de Bernstein citó un ataque en la ciudad de Lauvar, en el suroeste de Francia. Se describe a dos adolescentes que se metieron a hurtadillas en la Catedral de San Alain, de 700 años, y luego incendiaron el altar, pusieron un crucifijo al revés, arrojaron otro crucifijo al río cercano y deformaron una estatua de Cristo.
El alcalde de Lauvar, Bernard Carayon, le dijo a Bernstein que el ataque fue muy diferente al de un graffiti en el baño y culpó a la cristianofobia.
El párroco, el P. Joseph Dequick aseguró que hubo vandalismo y robo en su iglesia, pero que la policía no distingue cuál es cuál. Esto significa que es difícil distinguir el robo criminal del vandalismo basado en la hostilidad hacia la Iglesia.
“Cuando alguien da vuelta a una cruz, es una expresión anticristiana. Eso representa una sociedad que ya no transmite respeto por los valores. Es una pérdida del sentido de lo sagrado. Es el consumismo. Los jóvenes pueden hacer lo que quieran ahora, tener lo que quieran. ¿Dónde están los límites? ¿Dónde están los padres?”, preguntó el presbítero.
Según el sacerdote, declararse ateo está de moda y hay “un sentimiento contra la Iglesia y contra la fe”.
“Los medios son anticatólicos. Hay un discurso contra la Iglesia. En Francia, en particular, hay un sentimiento anticlerical que se remonta desde hace mucho tiempo. No es tanto un argumento religioso como político. Es una reacción contra las limitaciones morales que representa la Iglesia”, dijo el sacerdote a Bernstein.
Finalmente, Manent dijo a Bernstein que hay una actitud cultural de que la Iglesia es “un obstáculo para la vida contemporánea” y esta actitud “alimenta una cierta hostilidad”.