PARECE INÚTIL LLORAR POR LO QUE NO SE DEFENDIÓ A TIEMPO
Carteles de venganza xenófobos
Avanza inexorablemente la iniciativa sobre la separación de la Iglesia Católica con el Estado. A la acción temeraria de sacar la imagen de la Santísima Virgen María de la Facultad de Derecho de Córdoba, se agrega la iniciativa de varios legisladores radicales pidiendo la eliminación de imágenes y símbolos católicos de los espacios públicos. Ya fue intentado por la misma ideología sectaria apenas llegaron al poder en 1983.
Esta iniciativa, ha sido enmascarada en un ‘recorte’ presupuestario', pero no es sino otra manifestación concreta del anticlericalismo masón, que brega incansablemente –como incansable es el ‘padre de la mentira’ (el que tenga oídos que oiga)-, por la eliminación de toda forma de religiosidad, pero siempre contra la única religión construida a partir de la Iglesia creada por Nuestro Señor.
Nos preguntamos ¿hasta cuando se seguirá ofendiendo y denostando las manifestaciones de la piedad de nuestro pueblo?
La primera y dolorosa respuesta que se nos aparece, es que lo van a seguir haciendo mientras nuestros pastores se mantengan escondidos y melindrosos, sin animarse a conducir a un rebaño que se encuentra a merced de los lobos.
Aunque doloroso, nos encontramos hoy ante un tenebroso panorama; y discutiendo cuestiones periféricas, cuando hace rato que el ejército relativista tomó posiciones y avanza a tambor batiente, avasallando todo principio moral que les traba sus designios concretos por establecer un Nuevo Orden Mundial, sin Dios y sin valores. Para que los poderosos sigan haciendo de las suyas y transformando una sociedad que, en su inmensa mayoría, corre desorientada y se disgrega en luchas estériles que nada tienen que ver con el bienestar general.
La guerra es espiritual y no existe otra salida que identificar –primero- quién es el enemigo, para luego establecer defensas adecuadas. Pero, lamentablemente, no tenemos generales ni estrategas en nuestro ejército; pues los que debieran gastar sus esfuerzos en construir el Reino de Dios en la tierra, parecen más ocupados en cuidar su imagen pública, antes que proteger y guiar al rebaño. Las imágenes dan cuenta clara, que la piedad popular resulta manifiesta y que esa minoría anticlerical, que pinta consignas violentas y xenofobas o saca a la Santísima Virgen de la Facultad de Derecho, no pasan de ser un pequeño grupo ideologizado, que trata de imponer sus desviaciones y excesos, sin ningún tipo de límites morales basados en valores absolutos. Quieren silenciar su conciencia, a costa de la creencia de la mayoría del pueblo argentino.
Si no hubiera habido una movilización espontánea y heroica de los laicos católicos (y de otras denominaciones cristianas que dieron también un ejemplo), posiblemente hoy tendríamos una ley permitiendo el asesinato indiscriminado de niños por nacer.
Si no tomamos conciencia que existe una lucha en contra de las tinieblas, nunca veremos la Luz victoriosa del Rey de Reyes; y la humanidad continuará desbarrancándose hacia la eterna oscuridad. No cumplimos con el mandato de nuestro Conductor, quien nos reveló el Camino y nos dotó de las herramientas necesarias para el buen combate.
Posiblemente, por cuanto se trata de cuestiones económicas, sentiremos que se levantan voces airadas de la jerarquía. Pero, como la leyenda del llanto de Boabdil –el último rey moro de granada-, sentiremos replicar la frase acuciante de Aixa a su hijo, cuando debió rendir la plaza ante los Reyes Católicos: . "No llores como mujer lo que no supiste defender como hombre“ (a las tres de la tarde del 2 de enero de 1492). Como lo fue para Boabdil, será tarde.
Algunos estamos dispuestos y preparados para luchar esta nueva batalla; pero no dejamos de lamentarnos ante el silencio atroz de nuestros pastores, que parecieran paralizados por miedo a lo que les dirá el mundo; sin dejar de sospechar que muchos, aunque revestidos con nuestro uniforme, están hace mucho trabajando para el ejército enemigo.
La masonería y su relativismo dictatorial (como lo definió el Papa Emérito Benedicto XVI), tiene mucho que ver con ello. Y en nuestras filas, lejos de entrenar para la verdadera guerra, sólo nos hemos detenido en la piedad (lo cual, no caben dudas, resulta esencial) personal; pero dejamos que las ‘cosas de Dios’ y la ‘Casa de Oración’ sea permanentemente mancillada por los mercaderes y cambistas que vienen ocupando cada espacio público, arrinconándonos en las sacristías, viejo plan de la secta en acción que, por ahora, está dando resultados más que evidentes.
Sabemos que el Señor va a estar con nosotros hasta el fin de los tiempos; pero somos los católicos los que estamos en este mundo y debemos enfrentar valientemente a la batalla. Nos espera, como se nos anunció, el premio mayor al final de esta vida; pero tan hedonistas y materialistas somos (la primera trinchera) que sólo nos acordamos los domingos o en peligro de muerte. Mientras tanto, las almas que se matan a nuestro alrededor, se cuentan por millones.
Quiera Dios, que nuestros generales salgan de sus escondites y nos conduzcan dignamente.