HISTORIA-HISPANIDAD Viernes 20 de Enero de 2017

“El Cruce de los Andes: ¿un cometido inglés?”

0_cruce-de-los-andes.jpg Cruce de los Andes

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"No dejemos que la Argentina sea una potencia, arrastrará tras de sí a toda América Latina. La estrategia es debilitar y corromper por dentro a la Argentina. Destruir sus industrias, sus fuerzas armadas, fomentar divisiones internas apoyando a bandos de derecha e izquierda, atacar su cultura en todos los medios, imponer dirigentes políticos que respondan a nuestro Imperio. Esto se logrará, gracias a la apatía del pueblo y a una democracia controlable donde sus representantes levantarán sus manos en masa en servir su misión. Hay que humillar a la Argentina". (Winston Churchill, Yalta 1945)

Por Patricio Lons

El 19 de enero de 1817, da inicio el cruce de los Andes por parte del ejército comandado por José de San Martín. Sus soldados eran por levas obligadas y por un cuerpo de cazadores ingleses, invasores que habían quedado prisioneros en Mendoza desde 1806. Su campaña, luego de duros combates contra las fuerzas realistas que estaban formadas por voluntarios indios, criollos y negros que no querían sumarse a su proyecto, terminó con la unidad americana vigente hasta ese momento. Nuestra patria unía a la Patagonia con Los Ángeles, California y a Filipinas con el Mediterráneo. Muy pocos españoles formaban el ejército que se le oponía a San Martín y a los demás revolucionarios.

En estos dos siglos, pasamos de nuestra unidad política definida por nuestra unidad espiritual, a la balcanización americana. Pasamos de ser católicos españoles americanos unidos por el rey y ya emancipados en muchas de nuestras actividades, pero con la fortaleza que provee la unidad, a ser una veintena de gentilicios distintos, con veinte monedas débiles y diferentes constantemente devaluadas y pasamos de controlar la mitad del globo, a no tener gravitación en las decisiones mundiales.

¿Qué éramos antes de esa campaña y de los acontecimientos sucedidos en esos tiempos de guerra y enfrentamientos entre hermanos entre 1809 y 1825?

Durante tres siglos y en una gesta sin igual, nos habíamos convertido en la potencia terrestre más grande del mundo, creando una civilización donde antes había barbarie. Tras un cambio de dinastía de los Austrias (Habsburgos) a los Borbon de Francia y en medio del proceso de modernizar a las Españas de América, Filipinas y la península, nuestra tierra se vio atravesada por traidores que con gusto infiltraron logias extranjeras que fueron debilitando a la corona, paso a paso y traición a traición.  Junto a este ataque de zapa, nuestros ancestros sufrían los permanentes ataques militares de los rebeldes holandeses y alemanes y los de potencias en crecimiento como Francia e Inglaterra. Y cuando fue necesario, salió a batir al turco en Lepanto. Mucha sangre derramada en defensa de la Cristiandad, esfuerzo que hoy es apenas recordado. Y hasta a un ocupante romano se le ocurrió pedir perdón por la gesta española en el Nuevo Mundo

Los distintos tratados de paz en Europa y la aceptación del luteranismo, solo eran treguas para sufrir nuevas y siempre arteras agresiones no provocadas por España.

Entre los siglos XVI y XVIII, nuestra economía era complementaria con Asia y Europa; el monopolio tan criticado había permitido lograr el autoabastecimiento e imponer nuestra moneda en Oriente y en buena parte de Europa, como la primera moneda global. Curiosamente esa moneda se acuñaba en Potosí, Alto Perú, la tierra del argentum, la primigenia tierra argentina es la actual Bolivia. Y esa moneda global, el Real de a 8, fue base de la actual moneda global, el dólar estadounidense. Y también fue la base de numerosas monedas nacionales en Asia.

Y aquí es donde nos preguntamos, ¿quién deseaba ese mercado y a la vez destruir el más grande bastión de la cristiandad? Todos los hispanoamericanos conocemos la respuesta, la muy pérfida Albión. Inglaterra se quedó con nuestros mercados en Asia, donde terminó imponiendo su libra esterlina.

Sin unidad, sin moneda común, sin fuerzas comunes, sin gobierno común, perdimos todos los resortes de poder en beneficio de nuestro mayor enemigo e iniciamos un proceso de enriquecimiento de las burguesías comerciantes y de  empobrecimiento de las clases populares que lleva ya dos centurias.

Los últimos granaderos volvieron a Buenos Aires en 1826. Al apearse bajo la Recova que estaba entre el cabildo y el fuerte fueron mirados con desdén, la capital vivía una de sus interminables disputas políticas en la cuales parece jugarse siempre nuestra supervivencia. Un trompa hizo sonar su corneta ante la apatía general. Más tarde, un grupo de granaderos fueron fusilados en la Plaza Mayor por su sublevación en el fuerte de San Felipe de El Callao, Perú, cometida poco antes de la batalla de Ayacucho, pues incluso se pasaron al ejército realista, ¿Qué fue lo que vieron esos bravos granaderos para tomar tal actitud? ¿Qué traiciones se les hicieron evidentes? Fueron por todo el continente, iniciando su derrotero en San Lorenzo. Desde ese combate hasta el último, siempre hubo uno o varios oficiales ingleses aconsejando a San Martín. Y así fue el resultado. Primero balcanizados y luego libanizados. División y enfrentamiento entre nosotros fue el objetivo de Londres para que nos domine el rey inglés y sus intereses. La flota y el almirante que los llevó al Perú fue inglesa, las armas, los créditos, los oficiales de Estado Mayor y el endeudamiento posterior que llega hasta hoy en sus consecuencias, también fue inglés. 

Desde la fragata Canning que lo trajo a Buenos Aires hasta la fragata mercante Le Bayonnais que lo llevó a Europa, pasaron doce años. En ese periplo, organizó un ejército que produjo un solo resultado, cualquiera haya sido otra intención si la hubiese habido, el desmembramiento de la unidad española, la pérdida de nuestro predominio en oriente y la anarquía y empobrecimiento por dos siglos. Tuvo una hija, producto de un matrimonio poco feliz con Remedios de Escalada, cuyo padre prefirió esta unión a la que ya tenía concertada para su hija con Gervasio Dorna, un joven que tras su corazón roto se alistó y murió en Sipe Sipe. Escalada prefirió a ese oficial llegado de Inglaterra antes que al hijo de otro acaudalado comerciante como lo era él.

San Martín zarpó a escondidas de Buenos Aires y el 23 de abril de 1824 llegó al puerto francés de El Havre. Su presencia despertó sospechas y múltiples consultas entre las autoridades galas y de otros países. Sus papeles fueron incautados y prolijamente revisados, pues sus antecedentes revolucionarios eran “inquietantes”. El 4 de mayo de 1824, San Martín se embarcó con su hija Mercedes hacia Inglaterra.  Fue nombrado Caballero de Banff en Escocia por los mismos hombres que planificaron nuestra secesión en varias partes y que lo enviaron a América. Poco tiempo después se radicó en Bruselas.

Y vuelvo al recuerdo del triste regreso de nuestros valientes soldados, que volvieron de incógnito al igual que como retornaron nuestros veteranos del Atlántico Sur en 1982.

Volvieron sin su jefe, solos. Él ya había partido a su exilio dorado en Europa desde donde escribe en 1831 a Bernardo de O ´Higgins: “A la verdad, cuando uno considera que tanta sangre y sacrificios no han sido empleados sino para perpetuar el desorden y la anarquía, se llena el alma del más cruel desconsuelo” ¿Había derecho a enrolarnos a la fuerza para hacerlos pasar por tal sufrimiento? ¿Cuántos de ellos dejaron el corazón roto de una novia, a una madre partida el alma por la angustia, a un padre con el pecho hundido por el dolor y la impotencia de no poder salvar a su hijo? ¿Cuántas de esas personas estaban doloridas de ver a los comerciantes ingleses adueñarse de nuestras riquezas? ¿Cuántos recordaban con pena en el alma, el gobierno justo y valiente de Santiago de Liniers y su asesinato a manos de fusileros ingleses liberados, en 1810 en Cabeza de Tigre?

Churchill dijo muchas cosas sobre nosotros. No nos quería, pues nos veía indómitos, pero se le escapó una verdad cuando dijo que ellos, los ingleses, habían orquestado nuestra independencia. Nos dividieron y reinaron sobre nosotros. Si tomamos conciencia de esta realidad, recuperamos nuestra irreverencia ante el abusador extranjero, podremos recuperar la patria grande hispanoamericana y salir adelante victoriosos.

En los falsos relatos de nuestra historia, se cumple un objetivo de la contrainteligencia, pues todo lo que parece limpio, en realidad está torcido y todo lo que parece torcido está limpio.

No nos rindamos, que nada se acaba hasta que termina.

Autor: Patricio Lons

Nuestra Opinión

Coincidimos plenamente con el sentido y alcance de la nota.

Sin embargo, aún cuando es cierto que el Gral. San Martíen fue instrumento de los ingleses para atomizar el Imperio Español, creemos que en Mendoza tomó conciencia de ello y se separó de las logias masónicas, al designar a la Santa Madre de Dios, Generala y Patrona del Ejército de los Andes.

Ese gesto claramente contrario a la ideología masónica, le valió el odio y la persecusión del pardo Bernardino Rivadavia; y la traición de Lord Chocrane que se robó todo el oro capturado a los españoles.

Pero más allá de estos hechos, no podemos dejar de resaltar la gesta inmensa que significó la planeación y ejecución del Cruce de los Andes. Y, a la distancia, es quizás lo más importante de todo.

Por: Ferreyra Viramonte Luis Fernando
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