Nunca retrocedieron y, a su modo, todos salieron triunfantes.
Nos recuerdan nuestra dignidad e inspiran para permanecer fieles a nuestros valores en cualquier circunstancia
Todavía recuerdo lo impactante que fue cuando vi por primera vez esa imagen infame de 21 cristianos vestidos con un mono naranja obligados a arrodillarse en la playa. La imagen fue tomada instantes antes de ser decapitados por militantes del grupo Estado Islámico. La crudeza y la violencia de la imagen me dieron náuseas (de ninguna manera tenía interés en ver la ejecución misma, fue suficiente con simplemente ver el momento anterior).
Aquel no fue un incidente histórico aislado y sigue habiendo persecución de cristianos por el mundo.
No son solo grupos revolucionarios, rebeldes o extremistas violentos los perseguidores. A veces un mismo gobierno supuestamente legítimo es el que se vuelve contra sus propios ciudadanos.
Estoy radicalmente poco calificado para comentar sobre cuestiones geopolíticas. Pero las menciono como recordatorio de que nunca tendremos un sistema o un gobierno perfecto y que siempre habrá grupos o culturas que directamente rechacen el cristianismo y lo persigan.
No es demasiado disparatado imaginar que cualquiera de los que leen este artículo ahora mismo podría terminar pasando al menos parte de su vida bajo un régimen represivo o un dictador hostil. Pensamos que es algo que nunca puede pasarnos… hasta que nos pasa.
Me pregunto cómo reaccionaría yo de ser llamado a renunciar a todo por mis creencias, en particular para defender una sociedad justa. Si podría encontrar la valentía para hacerlo es simple especulación. Pero sí encuentro motivación (y quizás tú también) al reflexionar sobre santos que vivieron no hace tanto y no demasiado lejos y que plantaron cara a dictadores y perseguidores. Nunca retrocedieron y, a su modo, todos salieron triunfantes.