Darthés-gate: La prudencia es buena consejera pero nadie escucha
Rechazar que lo que dijo Fardin sea cierto es tan insensato como darlo por cierto. La actriz Thelma Fardin confirmó que denunció a Juan Darthés por abuso sexual, en un video que se emitió en el marco de la ultra promocionada conferencia de prensa convocada por el colectivo “Actrices Argentinas”.
La joven aseguró que el hecho ocurrió en 2009, en Nicaragua, durante una gira teatral, cuando tenía 16 años, y que anuló lo sucedido hasta que el testimonio de Calu Rivero -quien adujo que Darthés se propasó con ella en una tira televisiva- hizo que “reviviera todo”.
En el acto, Darthés fue linchado. Las redes sociales, el grueso de la comunidad artística y algunos medios sentenciaron que es un violador.
El miércoles, la Asociación Argentina de Actores Suspendió su afiliación; perdió contratos y el Gobierno bajó un spot sobre violencia de género del cual participó.
También abundaron notas en las cuales decenas de actores dieron por cierto que Darthés cometió el delito y en la sesión extraordinaria del Congreso no faltaron los carteles con la leyenda “Mirá como nos ponemos”, la consigna que lanzó el colectivo de actrices, que fue Trendig Topic en Twitter y llegó a una remera de la marca Ona Saez en tiempo récord.
En asuntos tan sensibles la prudencia es buena consejera, pero nadie escucha: negar la posibilidad de que lo que dijo Fardin sea cierto y descalificarla es tan insensato como darlo por cierto y abalanzarse sobre una persona que es inocente hasta que se demuestre lo contrario.
Ayer, Darthes adelantó que irá a Nicaragua y dio su versión. Entrevistado por Mauro Viale, confirmó que la joven estuvo en su habitación de hotel, pero afirmó que ella se le insinuó y que él la rechazó. La reacción del periodista armonizó con el contexto de precipitación que rodea el caso: le preguntó cómo iba a probar sus dichos.
En Córdoba, la ex jueza del TSJ María Esther Cafure de Battistelli opinó sobre el caso, para el matutino La Voz del Interior, y sobre lo narrado por la actriz, dijo: “estamos obligadas a creer ese testimonio”.
Además, manifestó que los delitos de género no pueden tratarse “con los criterios de un delito común” porque “vamos a terminar con que no hay pruebas para condenar”.
No es la primera vez que la ex magistrada se sitúa en esa línea. En 2016, mientras se repetían las marchas de la sociedad civil en contra de la violencia de género, y pese a las medidas que se tomaron, consideró que la opinión de la “gente común” es que “el que le pega a una mujer merece una escarapela”, que “nadie lo desacredita socialmente” y que la prevención no funciona porque “la manejan varones”.
Nuestra Opinión
Ése es el nivel de autoritarismo de quien fuera titular de la Sala Penal del Tribunal Superior y, de alguna manera, representa el pensamiento del Alto Cuerpo, aún cuando ya no pertenece al mismo por renuncia.
Si en una persona común, el ciudadano de a pié, tales comentarios representarían un fanatismo excento de toda justicia, que una ex Juez aliente la condena social sin juicio y pruebas, luce -al menos- como imprudente. Pero es mucho más que eso:
La Dra. Cafure ha mostrado una desprecio por las leyes justas y escritas, que ha llegado a extremos de autorizar y promocionar detenciones de personas por el sólo hecho de demostrar una supremacía femenina que desprestigia a la Justica de todo tiempo y lugar.
Sus reiteradas manifestaciones en tal sentido, se condicen con una serie de medidas y acciones en consonancia explícita con la Ideología de Género que, todos sabemos, necesita del poder del Estado para imponerse sobre el sentido común y la verdadera Justicia.
Felicitamos a la autora de la nota por su valentía y porc guardar un equilibrio llamativo ante estas denuncias por cuestiones sexuales (ocurridas hace 9 años), que no pueden -como opina Cafure- sólo creerle a la denunciante por el hecho de ser mujer y, mucho menos, dar por cierto la estupidez de afirmar que se puede condenar (social y judicialmente) a un ciudadano sin pruebas o investigación previa.
Esta postura ideologizada ha venido imperando hasta el momento, causando daños impereceredos a cientos de personas y grupos familiares. Honestamente, si hay alguien a quien se debiera condenar, es a las personas que se han olvidado -a pesar de largos años de ejercicio de la judicatura- del 'estado de inocencia' constitucional del que gozamos todos los ciudadanos en una sociedad que se dice democrática (cuando conviene). Esta postura extrema, que ha tenido manifestaciones realmente barbáricas y obscenas, nos lleva a la división y desintegración social, con altas dosis de confusión e iniquidad. Esta señora, debería ya callarse. Pero no puede, por que responde a intereses extraños a los valores morales y culturales argentinos.
Sigue empleada del Poder Judicial y ha dejado tras de sí, una serie de sospechas acerca de su actuación. Por caso, debe recordarse que itervino en el concurso para Fiscal de Cámara de su única hija, a quien favoreció incuestionablemente, pasando por encima de muchos secretarios judiciales con mayor experiencia y conocimientos. En lo personal, tenemos varios cuestionamientos acerca de su actuación que difícilmente vean la luz pública. El tiempo y Dios se encargarán.