LA MARCHA QUE ATEMORIZA AL PODER
Fiscal Nisman
Nunca quizás como ahora el gobierno se ha sentido tan jaqueado frente a una situación comprometida e inextricable como la que deberá enfrentar este miércoles. Para algunos puede llegar a ser un test determinante y concluyente. Para otros, sólo una piedra en el camino. Sin embargo, la reacción poco diplomática y hasta atrabiliaria –particularmente por parte de la presidente de la nación–, da cuenta de que el 18F podría erigirse en un punto de inflexión en un año en que la ciudadanía se halla muy atenta y sensibilizada.
Resulta sorprendente que un gobierno habituado a movilizar a su gente en estentóreas demostraciones, con cualquier consigna que le venga en mano y grandes costos organizativos solventados por el erario público, se irrite tanto frente a la marcha de silencio que fiscales federales, jueces y defensores preparan para homenajear pos morten al doctor Alberto Nisman, a un mes de su fallecimiento.
Constituye un auténtico despropósito que el oficialismo califique esta convocatoria como una peligrosa jugada, por estar expuesta a la explotación política por parte de “oportunistas que intentarán usar la muerte de Nisman para beneficio propio”, al decir de un conocido vocero. Y se cae en la ridiculez y la irreverencia al aconsejar a los colegas del fiscal desaparecido que no se dejen usar.
Nadie duda de que si la convocatoria no alcanzase la repercusión que se presume, la Casa Rosada no vacilaría en explotarlo políticamente, Curiosa hipótesis si se tiene en cuenta que los funcionarios K deberían también participar de este acto. Es una encrucijada para una gestión que ha perdido el rumbo y encima confiesa sin escrúpulo alguno quedarse “con el canto y la alegría”, mientras el país llora silenciosa y respetuosamente la pérdida de un fiscal incorruptible.
Los adiestrados blogueros y tuiteros del establichment gobernante no tardaron en orquestar una maniobra buscando desacreditar a organizadores y adherentes. Es que se ve venir una exteriorización multitudinaria donde los asistentes expresarán sus enojos, decepciones e indignación frente a un poder que hace lo que quiere y no lo que debería hacer. Se ha llegado a decir desde la máxima autoridad, que detrás de esta marcha están operando narcos, antisemitas, apropiadores de bebés y encubridores del caso AMIA. Se soslaya que el mayor gesto de encubrimiento está dado por el Memorando suscripto con Irán para salvar a los sospechados y echar camionadas de hormigón sobre la memoria de las víctimas.
La acusación de Jorge Capitanich de que se está ante “la operación más voluminosa de golpismo judicial activo”, ha sido nominada para ser elegida como la mayor barrabasada de la temporada veraniega.
¿Qué otra actitud esperaba el gobierno de los pares del responsable de la Unidad Especial investigadora? ¿Que permanezcan inconmovibles tras este magnicidio institucional en medio de un rechazo generalizado que traspasó nuestras fronteras? ¿Que ignoren el traumático momento, siendo que ellos mismos no sienten garantizada su seguridad y la de ese núcleo tan sensible que es la familia?
Aunque los grupos contestatarios del kirchnerismo no parecen advertirlo y para su propia desgracia, cada frase hiriente, cada falacia, cada descalificación torpe, despierta más adhesiones. Procurar infundir miedo es producto del temor íntimo ante la fuerte repercusión que esta marcha promete alcanzar. Se presiente que la movilización, aún pacífica, podría leerse como una contundente vía para condenar todos los excesos en que se incurre. El gobierno teme que aún en un ámbito silente y sosegado millones de argentinos se atrevan a traducir su hastío.
Es público que se recomienda no portar carteles o insignias sectoriales ni utilizar frases inapropiadas, especialmente si fueran ajenas al sentido del acto. La única forma de expresión deberá ser el silencio, el recogimiento y el respeto. Y su gran factor galvanizador el deseo de justicia y seguridad, para que no sucedan nuevos hechos tan vituperables donde el poder queda en el centro de la escena. Ello acentuado por la falta de una condigna reacción institucional junto al dolor colectivo y la intención de desviar el eje de la investigación (la presidente violenta el artículo 109º de la Constitución al incursionar públicamente en una causa judicial cuya denuncia la incluye).
A partir de la denuncia hecha por Alberto Nisman, el gobierno debía multiplicar los protocolos de seguridad. Era la persona a preservar. Era un fiscal de la nación a proteger. El Estado no lo hizo y tarde o temprano se sabrá el porqué. Descuidar al investigador que avanza sobre el poder, es una admisión de culpabilidades. Las puerilidades de ciertos consejeros suenan más graves aún cuando las hace suyas la primer mandataria.
El muy apetecido control del Consejo de la Magistratura, los sospechosos sorteos para la designación de jueces en causas comprometedoras para la Quinta de Olivos (que casualmente repiten la bolilla preferida por el kichnerismo) y la afinidad política del Poder Ejecutivo con la Procuración General, muestran la ausencia de frenos éticos y jurídicos cuando están en juego los intereses del oficialismo. No se puede dejar fuera de las estimaciones la posibilidad de que algunos alienados se infiltren con la premeditada intención de frustrar el espíritu del encuentro, lo cual amerita que el secretario de Seguridad lo analice detalladamente como hipótesis y adopte las prevenciones del caso.
La Comisión de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal Argentina, se adhirió a la marcha bajo la interpretación de que se tratará de “un acto no partidario y republicano”. Una nueva preocupación para el establishment.
Además, no se pueden soslayar los exabruptos del diputado nacional Jorge Landau (FPV), cuando advirtió que los funcionarios judiciales que participen de la marcha del 18F podrían ser recusados cuando les toque intervenir en algunas causas que rocen la política (Sic). Reivindica la independencia del Poder Judicial y dice que con su concurrencia partidizan su actividad. Significa que los fiscales no recusables serán aquellos que le den la espalda a un homenaje de la civilidad toda ante un suceso tan infausto. Los militantes de Justicia Legítima, cuyas manos están empapadas de kirchnerismo ¿no temen ser recusados? Landau fue uno de los que aprobó desde su banca el bochornoso acuerdo con Irán.
La respuesta de los fiscales indicando que con el criterio del legislador también podrían ser recusados los magistrados que hayan asistido al velatorio de Nisman, clausuran tan ridícula postura.. Podría agregarse que tampoco se salvarían quienes asistan a un eventual acto de descubrimiento de una placa recordatoria. Sin percibirlo, el doctor Landau terminará también sumándole concurrentes al homenaje que intenta malograr.
Haciendo volar nuestra imaginación terminamos concluyendo que si Nisman hubiera muerto del modo en que ocurrió mientras investigaba al Grupo Clarín, a la marcha del silencio la hubiera organizado el kichnerismo con Cristina Fernández y La Cámpora a la cabeza.
Su impertinente reflexión por cadena afirmando que “nos quedamos con el canto y la alegría, a ellos les dejamos el silencio”, fue un insulto. Equivale a decir que ante la muerte de un fiscal inmolado por responder a su juramento, el poder canta y ríe. La presidente ha dado nuevamente un paso en falso, porque precisamente el silencio del poder ante las imputaciones, es lo que actúa como levadura para hacer crecer el silencio popular que recorrerá las calles de la república, sonando ensordecedor a los oídos de los gobernantes. Se ratificará ante el mundo libre que la sociedad argentina mantiene intactas sus reservas morales y su amor por la verdad y la justicia.