Narcotráfico: función financiera y de control social
Intentamos presentar un panorama, de cómo las redes del narcotráfico cumplen un rol financiero y de control social para los países desarrollados. Utilizando a los países subdesarrollados, en este caso de América Latina, como puertos para el embarque de las sustancias, en especial cocaína, y los bancos y paraísos fiscales para lavar el dinero.
El narcotráfico es un actor de marcada relevancia a nivel internacional. Esto se ve reflejado en la coordinación y organización empresarial de las mafias. Las mismas han logrado incluirse en el mercado mundial, por medio de la división internacional del trabajo, con un circuito de producción, transito, consumo y lavado de dinero. A esto se le suma el incremento de la capacidad económica y penetración en las estructuras sociales y del poder político en las distintas regiones del planeta.
Actualmente se pueden mencionar seis rutas, principales, del narcotráfico a nivel mundial:
1.- Zonas de difusión y macroflujos de la cocaína, la heroína, el hachis y la marihuana: la cocaína sale desde Centro América y se distribuye hacia Estados Unidos, Europa y Australia. La heroína sale desde el sur este de Asia y se distribuye hacia Australia, al centro de Asia, desde allí a Europa y luego a Estados Unidos. El hachis y la marihuana, parten del noroeste de África y se dirige hacia Europa.
2.- Ruta de la cocaína: sale desde Centro América y se distribuye hacia
a.- Australia y de allí hacia el Este de Asia. b.- A Argentina de allí a África y Europa. c.- a México y Estados Unidos
3.- Rutas de la heroína: tres centros de producción, Colombia; Iran , Pakistan y Afganistán y por ultimo, Laos; Myanmar y Tailandia. Desde estos centros se distribuye al resto del mundo.
4.- Ruta de los Balcanes.
5.- Rutas del canabis: hachis y marihuana. Desde Centro América hacia Estados Unidos y Europa. Desde África a Asia y desde allí a Australia.
6.- Rutas de las anfetaminas y del éxtasis: desde el centro de Europa hacia Estados Unidos, Asia, Australia y África. [1]
Atendiendo particularmente a América Latina, la misma funciona principalmente como productora y ruta de tránsito para despachar los estupefacientes hacia Europa. La droga baja desde Colombia hacia los puertos del Río de la Plata. Esto ha sido posible, debido a que la DEA (Drug Enforcement Administration), solo tiene radarizado hasta el sur del Perú. Por lo tanto Bolivia, Paraguay y Argentina, han quedado fuera del “control” de la DEA.
Específicamente Argentina, posee las características necesarias para ser ruta de tránsito de narcóticos: falta de radares, zonas desérticas para arrojar la cocaína, falta de control y puertos. Desde el 2007 el vocero de las Fuerzas Armadas Argentina, Jorge Reta, mencionaba que el territorio argentino estaba radarizado en un 15%, mientras Brasil tiene el 85% de su geografía radarizada.[2]
En el año 2011, el Senado argentino planteo que la instalación de radares, anunciada a partir de un decreto del Poder Ejecutivo Nacional, es absolutamente ineficiente e insuficiente.
Desde la Cámara Federal de Apelaciones de Salta se informo que el funcionamiento de los radares colocados en la frontera norte de Argentina, sólo hacen tareas de controles diurnos, durante 6 horas al día, y que la Gendarmería recibe las notificaciones muy tarde y no pueden realizar los operativos a tiempo. [3]
Sin embargo, a pesar de este escenario, el Departamento de Estado de Estados Unidos, en sus informes sobre Control de Narcóticos, no llama la atención, ni pena las irregularidades argentinas en materia de radares. Si bien expresa que este país, es una ruta de tránsito de cocaína y marihuana, considera que el paso de estupefacientes hacia Argentina está dada, no por su falta de control en las fronteras, sino por la ineficacia de los controles de frontera de Bolivia y Paraguay. Es mas, el informe concluye que Argentina, ha trabajado y trabaja para abordar todos los aspectos de la lucha contra las drogas. Textualmente en el informe de Control de Narcóticos dice que en el 2010 se amplió la cobertura del radar del norte argentino.[4]
Esto se contradice con lo que expresan las Fuerzas Armadas y el Senado de Argentina, sobre la desradarización del territorio. Sin embargo, al leer los informes del año 2011 con respecto a Bolivia y a Paraguay, el panorama es distinto. Expresa que los mismos, son centros de lavado de dinero, tráfico de estupefacientes, de bienes. Recalcan la apertura de sus fronteras, el limitado “control” sobre sus territorios y la corrupción generalizada de los inspectores de aduana y de la policía.
Ante este escenario aparentemente dicotómico, surge la pregunta de qué es lo que sucede realmente.
La realidad es la siguiente, la cocaína sale de Colombia, en avión, y arrojada en bultos en las zonas desérticas del sur, luego son trasladadas al puerto en Argentina. Allí se la carga en containers, de empresas cuyos propietarios son los propios narcotraficantes. De allí se embarcan hacia Europa.
Las actividades del tráfico de estupefacientes, están coordinadas y llevadas a cabo por un grupo mafioso italiano que se llama la N'drangheta o mafia calabresa. Compran el kilo de cocaína a los proveedores en colombianos a 1.700 dólares. Luego la venden España a 50 mil dólares. [5] Las cifras lo indican: las ganancias son descomunales.
La ONU, en 2008, informó que en Europa, aproximadamente 71 millones de personas consume estupefacientes y en Estados Unidos 26 millones de habitantes lo hacen.
Sumado a esto, los países despenalizan el consumo, tratando al consumidor como enfermo y penalizan el tránsito. Ya que, esto es lo que hace que la droga cueste tanto y deje abultada ganancia.
Las mafias ponen estas ganancias en los paraísos fiscales, que son los que solventan a los bancos de todo el mundo. El día que las mafias lleven el dinero a otro lado y quieran blanquearla en otras actividades, serán demandados y enjuiciados.
La ONU, en 2009, denuncio que los bancos de los países desarrollados se están financiando con paraísos fiscales, cuyo mayor porcentaje de dinero es el que proviene de la venta de drogas, el monto es de 700 mil millones de dólares.[6]
En este escenario, las mafias en el mundo tienen una doble función: por un lado son las encargadas de financiar a los paraísos fiscales del mundo. Es decir, son las que aseguran que los bancos de los distintos países tengan solvencia financiera para realizar las distintas operaciones. Y por otro, cumplen una función de control social y sanitaria. Ya que, si se dejara de exportar la cocaína a Estados Unidos y Europa, habría alrededor de 100 millones aproximadamente de personas que padecerían síndrome de abstinencia, los hospitales y las instituciones clínicas se encontrarían abarrotados, el caos social tomaría las calles.
En los países que son productores y rutas de tránsito, se ha producido un efecto 'derrame': el consumo de estupefacientes ha aumentado, pero no de la droga de máxima calidad, sino de la cocaína boliviana, que se distribuye como pasta base, y que es preparada en el sin fin de pequeñas cocinas, esparcidas por toda América Latina.
Lo anteriormente descrito genera consecuencias a nivel social en el interior de cada país. Estamos ante la presencia de dos sociedades, A y B. La sociedad “A” la de la gente incluida, la que trabaja, estudia y tiene posibilidades de progresar. La “B” es la de la gente excluida totalmente, la de la periferia de las grandes ciudades, que ha sido abandonada por el Estado, y cuyo lugar lo ocupó el narcotráfico, la trata de blancas y los desarmaderos de automóviles.[7]
A nivel mundial el esquema se repite, los países “A”, los desarrollados, los que pueden llevar a cabo sus políticas de Estado, pedir préstamos, tener solvencia financiera y tener un lugar privilegiados en las mesas de negociaciones de las distintas organizaciones mundiales. Por el otro lado, los países “B”, los subdesarrollados, aquellos que viven de los préstamos de los organismos financieros y de los países “ricos”, los que tienen que seguir las recetas al pie de la letra. Los encargados de hacer la producción y tránsito de estupefacientes y alimentar los mercados de Europa y Estados Unidos, entre otros. Por ultimo, los países “C”, aquellos donde se encuentran los paraísos financieros, que mueven alrededor de 4.6 billones de dolares al año.[8] Esta cantidad de activos se encuentra disperso entre el Caribe, Asia, Londres, Estados Unidos y Japón.
En resumen, no basta que los países cumplan las leyes de antilavado de dinero, es necesario que se ponga fin a los paraísos fiscales, sede cuyos fondos mayormente son provenientes del tráfico de drogas.
Los sistemas financieros internacionales deben ponerles fin a la introducción de dineros provenientes de actividades ilícitas a los mercados financieros nacionales a través de los 120 paraísos fiscales que existen en el planeta. Argentina, Bolivia y Paraguay, deben cumplir con las normas internacionales dispuestas por la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) y en consecuencia proceder a radarizar sus territorios y efectuar el control aéreo de sustancias estupefacientes o derivados químicos. Por último, es necesario voluntad política por parte de los Estados, para acabar con la pseudo persecución del narcotráfico, es decir, la despenalización del consumo y penalización del traslado. Ya que, lo único que genera es un aumento de la demanda de estupefacientes, por ende el encarecimiento del mismo y la alimentación de los sistemas financieros ilícitos.
[1] Forgione Francesco. Mafia Export. Barcelona, 2010. Ed. Anagrama. Pag 224 y 225
[3] http://www.agensur.info/index.php?option=com_content&view=article&id=2802:la-instalacion-de-radares-es-ineficiente-e-insuficiente&catid=60:argentina&Itemid=130
[5] García Elorrio, Aurelio. Revista Veintitrés 17.03.2011 | 17.26 http://uol.elargentino.com/Content.aspx?Id=130547
[7] García Elorrio, Aurelio. Revista Veintitrés 17.03.2011 | 17.26 http://uol.elargentino.com/Content.aspx?Id=130547