VENEZUELA: Exhaustos, los venezolanos tienen una última esperanza
Familiares y partidarios de Daniel Ceballos, alcalde de San Cristóbal detenido por el régimen de Nicolás Maduro, protestan delante de la sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia, en Caracas, porque llevan más de 50 días sin noticias de él.
Gobierno y oposición vuelven a dialogar. La sociedad venezolana está exhausta, arruinada, hambrienta, sin medicinas ni esperanzas. El presidente Nicolás Maduro, causante de tanta devastación, no está en una posición política mucho mejor, a pesar de los zarpazos que lanza contra su pueblo.
Precisamente, las detenciones de opositores, las purgas en el Gobierno y en la petrolera PDVSA, y las bravatas televisadas son signos elocuentes de la debilidad extrema del régimen.
En este contexto, las conversaciones que están teniendo lugar en República Dominicana son inevitables, tal vez la única opción para evitar una guerra civil en el país. Lo importante es que la oposición y la comunidad internacional aprendan de los errores de las tentativas de diálogo del pasado, y cómo fueron utilizadas por el autócrata para ganar tiempo.
La presión internacional sobre el presidente Maduro –con sanciones desde Estados Unidos y la Unión Europea, y una caída del precio del petróleo que han puesto al régimen contra las cuerdas– lo obliga a sentarse a negociar con la Mesa de Unidad Democrática.
Los resultados tienen que ser tangibles y urgentes: libertad para todos los presos políticos, ayuda humanitaria internacional gestionada por organismos fiables y un calendario electoral claro, administrado por una autoridad electoral independiente, con asistencia de observadores internacionales.
El acto de entrega del Premio Sajarov a la oposición venezolana, que recogerán en el Parlamento Europeo Antonio Ledezma y Julio Borges, debe ser un punto de inflexión en la crisis venezolana. El mundo libre debe tomar las riendas y liberar al pueblo venezolano. Las conversaciones de Dominica no pueden ser otro tiempo muerto para Nicolás Maduro.