Milei optó por dar inicio al período de sesiones ordinarias 2025 con una función de circo.

Es obvio que este muchacho es capaz de cualquier cosa con tal de tapar y dejar atrás el escándalo de las criptomonedas, pero lo logra a costa de errores superadores, que si bien ganan la tapa de los diarios, empeoran su situación frente a una sociedad que todavía le reconoce todo lo bueno que ha hecho en su primer año de gestión, pero se asusta ante sus tan reiterados como innecesarios tiros en los pies.

Primero su volanteada en el caso Ucrania, alineándose con un Trump que, definitivamente no la ve, para soltarle la mano a Zelenski quien, hasta hace poco, era un amigo al que le habíamos ofrecido todos los apoyos que la Argentina le puede dar. O sea, un apretón de manos y una palmadita en la espalda, pero ahora que Trump le quitó su respaldo, Argentina dejó de palmearle la espalda. Si no movemos ninguna aguja, ¿era necesaria esa traición?

Después vino lo del empecinamiento con la designación de Lijo para la Corte. Un capricho caro porque los costos a pagar parecieran ser más onerosos que los beneficios a obtener con su designación. Me pregunto si será muy difícil encontrar jueces sin prontuario disponibles que puedan ser nominados para ocupar un sitial en la Corte. Parece que el prontuario es un requisito necesario, si no, no se entiende como García Mansilla, un tipo con sus espaldas limpias, no puede obtener dictamen en la Comisión de Acuerdos, mientras que Lijo, con sus partes íntimas más sucias que una papa, cuestionado por gran parte de la sociedad, miembro destacado de la más rancia casta política-judicial, y experto en dormir expedientes para satisfacer intereses ajenos a la justicia, al menos logró obtener un dictamen de comisión.

Ayer el presi siguió cometiendo errores. Primero limitó el acceso de la prensa al recinto de la Asamblea, para tener un absoluto manejo de lo que mostraban las cámaras. Libertad, democracia y republicanismo al mango. Pero él, el rey de las redes sociales, se olvidó de que cada ciudadano con la cámara de su teléfono es un corresponsal en potencia, y siempre hay alguno que muestra lo que se quiere ocultar.

La oposición hizo su parte al no hacerse presente en la Asamblea. Un verdadero bochorno. El recinto, en el que debían encontrarse 278 diputados y 72 senadores, estaba vacío en un sector importante.

Los gobernadores, también participaron del boicot. Muy fin de semana largo pasa salir de la comodidad de sus feudos. Ni los aliados vinieron. De veinticuatro gobernadores, sólo seis estuvieron presentes. Martín Llaryora (Córdoba), Leandro Zdero (Chaco) Claudio Poggi (San Luis), Maximiliano Pullaro (Santa Fe)L, Ignacio Torres (Chubut) y Jorge Macri (CABA). Fue un partido sin hinchada visitante. Una lástima.

El innecesario enfrentamiento con Kicillof tampoco ayudó al gobierno. Cuando el gobernador comenzaba a hacer agua por todos lados, el desmesurado ataque de Milei unificó a todo el peronismo a su alrededor.

Si bien Milei enumeró los éxitos de su gestión con énfasis, se empecinó en chicanear a sus adversarios (y no se olvidó de nadie), lo que generó el entusiasta apoyo de sus fans, pero disgustó a los que lo apoyamos sin ningún tipo de fanatismo.

La cara de Victoria Villarruel, quien no dejó de mostrar una sonrisa congelaba al tiempo que intentaba no mostrar la cara de asco con la que se tragó una sucesión de sapos. Primero fue la frialdad extrema en el saludo. Después Milei agradeció uno por uno, nombrando a todos los ministros y secretarios de lo que él llama el mejor gobierno de la historia, olvidándose exprofeso de mencionar a su vice.

El año pasado Milei se había olvidado de decir la frase que daba por iniciado el período ordinario de sesiones del Congreso. Este año se acordó, y lo dijo, tras lo cual lo interrumpieron los vítores y aplausos de la ruidosa claque presente. Victoria cometió el error de tomar el micrófono para dar por terminado el acto protocolar, y entonces se comió un reto público en el que Milei le espetó: “-Pará, No terminé. No te apures”. Ella pidió disculpas. Él terminó exclamando “que Dios bendiga a los argentinos, que las fuerzas del cielo nos acompañen y viva la libertad, carajo”, esta última frase tres veces, a lo que el público local respondía “¡Viva!”

Para colmo de gestos estúpidos e innecesarios, la vicepresidente no fue invitada a la cena que celebraron el presidente, sus ministros, y colaboradores más cercanos. No sólo estúpido e Innecesario, también irritante y agraviante. No suma nada y puede restar.

Pero la frutilla del postre estuvo dada por el gratuito y desprolijo enfrentamiento entre Santiaguito Caputo y Facundo Manes, uno de los pocos opositores que tuvo la gentileza de asistir. Manes tuvo la osadía de esgrimir un ejemplar de la Constitución cuando Milei hablaba de la designación de jueces en la Corte. Libro pequeño, que Milei habría utilizado como papel higiénico cuando se empecinó en designar a Lijo sin el aval del Senado. El presidente le contestó con una chicana al sugerirle que la leyera, y después fue escalando con otras estupideces agraviantes sin mucho sentido, mientras que Santi Caputo, desde un palco a sus espaldas, se trenzaba a los gritos con Manes.

Para terminar de estropear una noche plagada de errores, confiado en la ausencia de periodistas, Caputo y el youtuber libertario Fran Fijap se le fueron al humo a Manes a la salida en un pasillo, pero cámaras indiscretas tomaron el momento en que ambos empujan y amenazan al diputado y se pelean con él cara a cara. Esta estupidez pasó a ser la comidilla de la noche y opacó por completo el discurso presidencial.

Para colmo, el pequeño patotero Caputo mascaba chicle. Cosa que detesto.

En fin, buen discurso, muchos errores y final lamentable.

Jorge Fernández Díaz termina su artículo de hoy con este párrafo que suscribo:

“Saturar la palestra de temas polémicos para no perder la iniciativa, enredar a la prensa con una polución de noticias diarias y marear a la opinión pública con fuegos artificiales es un fenómeno que veremos cada vez más seguido, y que fue muy funcional –aunque no del todo efectivo– para el gran objetivo de la semana: sacar al cada vez más grave criptogate del escenario. Un consejo que se les podría dar, con perdón del criollismo, es el siguiente: cuidado, muchachos con tantas cortinas de humo porque se les puede quemar el rancho. Es que a veces para acallar un dolor de muelas se rompen un brazo. Y recordar siempre a Franklin: “Lo que empieza en cólera acaba en vergüenza”.