Dictaduras Bolivarianas

ACTUALIDAD Viernes 27 de Diciembre de 2024

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HAY mucha gente ilusa y obcecada que, denunciando el deterioro institucional creciente que padecemos en España, concluye que nuestros gobernantes aspiran a instaurar una 'dictadura bolivariana'.

Autor: JM de Prada

El deterioro institucional, desde luego, es el propio de un régimen político constituido como partitocracia, donde los partidos políticos pueden tiranizar las leyes y colonizar por completo las instituciones, porque existen mecanismos que se lo permiten. Cuando nuestros gobernantes colonizan los órganos de gobierno de los jueces, o el llamado Tribunal Constitucional, o los consejos de administración de los medios de comunicación públicos, no lo hacen saltándose a la torera las leyes, sino aplicándolas rigurosamente; o, en todo caso, usando subterfugios plenamente admitidos (quien hace la ley hace la trampa).
 
Sería grotesco, pues, que nuestros gobernantes pretendiesen instaurar una 'dictadura bolivariana'. ¿Para qué demonios serviría instaurar tal engendro? ¿Tal vez para que toda la 'comunidad internacional', haciendo postureo democrático, los señalase y estigmatizase, como ahora señala y estigmatiza a Nicolás Maduro? ¿Tal vez para que el Tío Sam nos impusiese unas sanciones económicas crudelísimas que, por supuesto, secundaría toda la 'comunidad internacional'? Incluso en el plano estrictamente personal, al doctor Sánchez no le conviene en absoluto instaurar una 'dictadura bolivariana'; pues de inmediato todas las mamonadas y baboserías que suelta por su boquita de piñón (pensemos, por ejemplo, en las que contenía aquella carta donde amagaba con su retiro y declaraba que era un «hombre profundamente enamorado») se convertirían en hazmerreír universal, como ahora se hace con las ocurrencias de Maduro. Por no mencionar que, en cualquier cumbrecita internacional, siempre podría toparse con algún mandatario infatuado de democratismo que le espetase: «¿Por qué no te callas?».
 
Sería, en fin, del género tonto instaurar una 'dictadura bolivariana'. Mucho más eficaz resultaría profundizar en las posibilidades que brinda la democracia vigente, en la que no existe verdadera representación política y los partidos políticos pueden utilizar los votos que reciben para lo que les venga en gana (incluso para hacer lo contrario de lo que prometieron hacer durante la campaña electoral), ayudados por medios de comunicación que moldean a su gusto la 'opinión pública'. Entre las cosas que pueden hacer se cuenta, desde luego, colonizar por completo las instituciones públicas. Pero no sólo eso; también pueden dedicarse a aprobar las leyes que exijan las instituciones europeas, aunque sean contrarias al bien común, aunque no exista ninguna demanda o necesidad social que las justifique. Nuestros gobernantes, de hecho, han sido repetidamente felicitados por promulgar decenas de leyes impuestas desde Bruselas.
 
A un gobernante que desee tiranizar las leyes, utilizar las instituciones en provecho propio y perpetuarse en el poder no le conviene instaurar una 'dictadura bolivariana', sino más bien explorar las infinitas posibilidades que ofrece una democracia europeísta, que tiene un prestigio muy superior y permite licencias incalculables. Así, por ejemplo, en una democracia europeísta se pueden anular elecciones si el resultado no es el conveniente, como se acaba de hacer en Rumanía, alegando que los rusos han pagado influencers en TikTok o cualquier otra parida grotesca. También se pueden ilegalizar partidos que no molan, para que la gente no caiga en la tentación de votar equivocadamente; se pueden organizar segundas vueltas a la carta; se puede amenazar con retirar ayudas, o con imponer sanciones, si los vencedores de las elecciones no se avienen a ejecutar lo que se les ordena desde Bruselas; incluso se puede ordenar a un sicario que reparta un poco de plomo entre los candidatos díscolos, como se hizo en Eslovaquia. Todo este abanico de posibilidades que brindan las democracias europeístas no lo brinda, desde luego, una vulgar 'dictadura bolivariana'. Y, además, una democracia europeísta, dado que tiene una decidida vocación atlantista, puede incorporar avances democráticos importados de allende el océano, como por ejemplo concesiones a mansalva de indultos a demócratas incuestionables como Hunter Biden.
 
Decididamente, cualquier gobernante que desee someter las leyes, colonizar las instituciones y perpetuarse en el poder debería profundizar en las posibilidades que brinda una democracia europeísta, y repudiar las desacreditadas y obsoletas 'dictaduras bolivarianas'.

Autor: JM de Prada

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