EL BOMBO DE COLOMBO

Se apunta a los niños. ¿Y quiénes apuntan a los niños? Ahora, desbocadamente muchos altos eclesiásticos. Desarrollaré esta horrorosa calamidad.
Autor: Por Tomás I. González Pondal
Resulta ser que por estos días se les ha ocurrido a los LGBT hacer una de sus marchas en defensa de sus perversiones, y ya no se trata de que sean defendidos por algún político vanguardista, o por algún académico de las filas, o por algún gurú de la fantasía, no; vienen a ser defendidos por hombres que se dicen de iglesia
¿Cuál es la frase clave elegida para las marchas orgullosas que se darán? “Al clóset no volvemos nunca más”.
La eclesiología rosa (o si se quiere de la banderita de seis colores) que alcanza su bendición en el documento del averno llamado Fiducia Supplicans, ha comenzado a surtir veloces efectos y, no podía ser de otra manera, en nombre del catolicismo y la misericordia. La puerta ha quedado abierta por parte de altísimas jerarquías, Francisco a la Cabeza, “Tucho” Fernández a la derecha, y a la izquierda se van enfilando de este lado del charco, eclesiásticos como el Cardenal peruano Carlos Castillo Mattasoglio, y el obispo de Mendoza, Colombo, solo por dar dos ejemplos entre varios.
Veamos el disparate escandaloso manifestado por Colombo: "Como Pastoral de la Diversidad Sexual de la Arquidiócesis de Mendoza, expresamos nuestra profunda preocupación ante discursos que consideran al antirracismo, al feminismo y a la lucha por los derechos de la comunidad LGBTIQ+ como un 'cáncer que hay que extirpar' en nombre de la 'libertad' o del 'sentido común'. Estas expresiones, que fomentan el odio y la exclusión, nos parecen alarmantes y contrarias a los valores del Evangelio. No podemos, ni debemos permanecer indiferentes ante estas manifestaciones de odio (…). Invitamos a toda la comunidad a sumarse a este esfuerzo… ".
“Pastoral de la Diversidad Sexual”: Llamar así es de mercenarios. Pues no prueban ser pastores sino lobos. No quieren ni el verdadero bien de los descarriados, ni el bien de los fieles que deben ser protegidos. Negar que las ideologías nefastas sean un “cáncer” es mentir con vileza: El feminismo y los LGBT, son, efectivamente cánceres sociales y peor que eso. Lo de obispos como Colombo, que fementidamente se escandalizan de que uno llame “cáncer” a los movimientos susodichos, podría perfectamente analogarse de la siguiente manera: ¿Qué pensaría usted si, frente a una metástasis de mamas, el médico dijera “oh, no, qué locura; a quién se le ocurre llamar cáncer a a la deformación celular que se opera en el organismo; quienes así lo llamen están atacando a la salud”? Pensaría prontamente que dicho galeno falta a la verdad y que, a ojos vista, se constituye en un personaje que no procura la salud y que deshonra gravemente el arte de la medicina para el cual supuestamente consagró varios años de su vida. Colombo derechamente admite que los LGBT en cuanto a su lucha están imbuidos de derechos. “En nombre de la libertad y del sentido común”: dando a entender que, en verdad, oponerse a los LGBT no es de sentido común, y como si tratar a los movimientos indicados de cáncer no fuera comparación que goza de sentido común. Los que perdieron el sentido común, el sentido de la sabiduría, el sentido de lo religioso, el sentido de la verdad son los modernos eclesiásticos pro LGBT. “Expresiones, que fomentan el odio y la exclusión”: lo que prueba odio a la verdad es la falsa misericordia de los eclesiásticos mencionados. “Contrarias a los valores del Evangelio”: prelados como Colombo son los que se mueven contrariamente al Evangelio, silencian a San Pablo (Romanos 1 y ss), pisotean las palabras de Cristo con grosería. “No podemos, ni debemos permanecer indiferentes ante estas manifestaciones de odio”: todo el silencio e indiferencia con que altos jerarcas se han conducido y se conducen hace tiempo respecto a la verdad evangélica, contrasta con las desbocadas e interesadas acciones con que ahora saltan a favor de la contranatura demoníaca. “Invitamos a toda la comunidad a sumarse a este esfuerzo”: desde aquí invitamos a todos a rechazar las manifestaciones cancerosas de la contranatura, aparecidas en sus variadas manifestaciones orgullosas.
Hasta la gráfica elegida por Colombo es abyecta, pues no teme hacer aparecer a Cristo abrazando al orgullo de los que se sienten heridos y que proclaman a gritos no querer convertirse.
Eso sí, Colombo no ha permanecido indiferente cuando se trató de golpear a la Tradición Católica.
Hablé inicialmente de los niños. Toda la falseada misericordia eclesiástica que hoy pulula extensamente se dirige a deformar la mente de los pequeños, de los jóvenes, haciéndoles ver como caridad lo que es barata sensiblería, filantropía masónica, lenguaje infernal. Toda la falseada misericordia eclesiástica que hoy pulula escandaliza el alma de los niños, vale decir, de todo católico de corazón sencillo y que ama la verdad; del católico que conoce la voz del Pastor y desoye la voz mercenaria. Cristo quiere que las almas sean llevadas a la verdad, liberadas del error. La predica de los jerarcas del rosa no busca el bien, busca la inclusión. El bombo de Colombo emite un sonido no católico; es algo que complace a los que vociferan: “Al clóset no volvemos nunca más”.
Autor: Por Tomás I. González Pondal