Instituciones religiosas piden a los candidatos un diálogo responsable
"No hay país posible sin diálogo", y tampoco hay diálogo "con insultos, gritos y descalificaciones del que piensa distinto", afirman en un comunicado conjunto.
Fuente: AICA
“Como personas religiosas, y como seguramente les ocurre a muchas personas no creyentes de buena voluntad, nos preocupa la falta alarmante de diálogo entre las diferentes corrientes políticas y de éstas con la sociedad, como las PASO han puesto de manifiesto”, afirman los referentes de las principales confesiones religiosas del país, en un comunicado difundido hoy, en el que subrayan que “no hay un país posible sin diálogo”.
Con citas del Evangelio, el Corán y el Talmud, el texto advierte a los candidatos presidenciales que “el voto no es solo un acto de elección”, sino que también “puede ser un llamado de atención”. De ahí que consideran que “la agenda política debe comenzar por la escucha atenta de la realidad” y que un resultado electoral “es un mensaje profundo que nos convoca a la reflexión y nos compromete con el bien de nuestro pueblo”.
Al respecto, las instituciones religiosas reiteran que “no hay país posible sin diálogo” y que tampoco hay diálogo “con insultos, gritos y descalificaciones del que piensa distinto”.
“Necesitamos imperiosamente del diálogo para la amistad social que haga del encuentro una cultura”, afirman, y bajo esta perspectiva, hacen “un firme llamado a toda la dirigencia política, independientemente de sus afinidades partidarias, para que asuman la responsabilidad de presentar propuestas concretas y sustantivas, abiertas a un debate profundo e inteligente y a una colaboración comprometida, para afrontar los desafíos del presente, dejando de lado las estrategias que buscan el conflicto y el enfrentamiento estéril”.
Los referentes religiosos se comprometen ellos mismos a fomentar “un diálogo responsable y comprometido”, al tiempo que recuerdan que existen “principios innegociables, que sustentan nuestra sociedad y que no pueden ser soslayados: el cuidado de la vida, la preservación de nuestra casa común y la opción preferencial por los más necesitados y desfavorecidos”.
“Fieles a nuestras distintas tradiciones y denominaciones religiosas -concluyen-, queremos ser una patria de hermanos. Es nuestro deber con las generaciones presentes: construir hoy un futuro basado en valores solidarios y compartidos, en la incansable búsqueda del bien común”.
Los firmantes de la declaración, difundida hoy, martes 22 de agosto, son: la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA); la DAIA (Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas); el Seminario Rabínico Latinoamericano; el CIRA (Centro Islámico de la República Argentina); la Iglesia Ortodoxa del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla; la Iglesia Siriana Ortodoxa de Antioquía; la Iglesia Apostólica Armenia; la FAIE (Federación Argentina de Iglesias Evangélicas); la ACIERA (Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la Argentina); el Consejo de Pastores de la Ciudad de Buenos Aires; el IDI (Instituto de Diálogo interreligioso); el Comipaz (Comité interreligioso por la paz, de la provincia de Córdoba).+
Texto del comunicado: “Felices los que trabajan por la paz” (1)
En un momento crucial para nuestro país, reafirmamos nuestro respeto por el voto ciudadano porque es una expresión fuerte de la voluntad popular. En este sentido, el voto no es solo un acto de elección. También puede ser un llamado de atención: “no nos tengan en cuenta solo para la elección, escúchennos en las necesidades concretas que hacen a una vida digna, una vida que pueda llamarse verdaderamente humana”. La agenda política debe comenzar por la escucha atenta de la realidad. Un resultado electoral es un mensaje profundo que nos convoca a la reflexión y nos compromete con el bien de nuestro pueblo.
Como personas religiosas y como seguramente les ocurre a muchas personas no creyentes de buena voluntad, nos preocupa la falta alarmante de diálogo entre las diferentes corrientes políticas y de éstas con la sociedad, como las PASO han puesto de manifiesto. No hay país posible sin diálogo. Tampoco hay diálogo con insultos, gritos y descalificaciones del que piensa distinto. “El mundo entero existe por el mérito de aquel que modera sus palabras en el momento de una disidencia".(2) Deseamos que ninguna forma de violencia oscurezca la esperanza del diálogo: “Dios no cambia el destino de la gente si esta no cambia lo que hay en su corazón".(3)
Necesitamos imperiosamente del diálogo para la amistad social que haga del encuentro una cultura. “Un país crece cuando sus diversas riquezas culturales dialogan de manera constructiva: la cultura popular, la universitaria, la juvenil, la artística, la tecnológica, la cultura económica, la cultura de la familia y de los medios de comunicación".(4)
Bajo esta perspectiva, hacemos un firme llamado a toda la dirigencia política, independientemente de sus afinidades partidarias, para que asuman la responsabilidad de presentar propuestas concretas y sustantivas, abiertas a un debate profundo e inteligente y a una colaboración comprometida para afrontar los desafíos del presente, dejando de lado las estrategias que buscan el conflicto y el enfrentamiento estéril. En un momento en el que las tensiones pueden amenazar nuestra cohesión como sociedad, nos comprometemos a fomentar un diálogo responsable y comprometido, basado en el respeto, la sinceridad y la búsqueda constante de soluciones con la voluntad de escuchar y encontrar puntos de convergencia.
Existen principios innegociables que sustentan nuestra sociedad y que no pueden ser soslayados: El cuidado de la vida, la preservación de nuestra casa común y la opción preferencial por los más necesitados y desfavorecidos. Queremos pedirle a la política que promueva la libertad en todas sus dimensiones y al mismo tiempo sea una herramienta responsable al servicio de la justicia social. No hay verdadera libertad sin fraternidad. Con este espíritu, reafirmamos nuestro respeto absoluto por la Constitución Nacional como el marco que guía nuestras acciones y decisiones.
Fieles a nuestras distintas tradiciones y denominaciones religiosas, queremos ser una patria de hermanos. Es nuestro deber con las generaciones presentes: construir hoy un futuro basado en valores solidarios y compartidos, en la incansable búsqueda del bien común.
Fuente: AICA