A Madre Patria, le siguió Nada por lo que pedir perdón. La importancia del legado español frente a las atrocidades cometidas por los enemigos de España (Espasa, 2022), libro en el que no sólo defiende a España de las acusaciones ya seculares de genocidio y espoliación del continente americano, sino que sostiene que el imperio español fue de un carácter civilizador muy diferente al que desarrollaron otras potencias colonialistas, como Inglaterra, Holanda o Francia, que no por casualidad son las más entusiastas en la difusión de la Leyenda Negra sobre la conquista y colonización españolas.
El año pasado, el libro fue primero en ventas en España en su categoría en octubre, mientras que en el mismo mes Madre Patria seguía en el top five.
Sin embargo, ninguno de esos dos títulos está en venta en las librerías de la Argentina, ni en ningún otro país hispanoamericano. Hasta ahora, ni siquiera las socias o sucursales de las casas que editaron los libros en España han querido editarlos de este lado del Atlántico. No quiere decir que no se lean en el país; los interesados los encargan a España o los adquieren en formato digital (ver epígrafes de las fotos de tapa de ambos títulos).
Lo que sí se edita y reedita por estos pagos es la rancia leyenda negra antiespañola a la que han adherido con entusiasmo los gobiernos bolivarianos de la región y los progresistas en general. Tan es así, que en 2021, el mismísimo Andrés Manuel López Obrador increpó públicamente a Marcelo Gullo por sus tesis. El presidente mexicano es uno de los más entusiastas adeptos de la teoría de que España debe pedir perdón por lo que califica de “ocupación militar” de América, a la vez que, cuando se encuentra con sus pares estadounidenses, no les reclama nada por los agravios pasados y los llena de elogios.
En esta entrevista con Infobae, Gullo explica las razones de esta “actualidad” de las críticas a España y de la censura a sus libros. La Leyenda Negra “tiene los pies de barro”, dice, y por eso sus cultores eluden el debate.
— Escribiste dos libros, uno en el 2021, otro en octubre de 2022, ambos son best sellers en España, pero acá, en tu país, no se venden.
— No, no se venden. En ninguna librería de Hispanoamérica. No se vende en México, ni en Bogotá, ni en Medellín, ni en Cuenca, ni en Quito, ni en Guayaquil, ni en Buenos Aires.
— ¿Con qué tema te metiste como para que estos dos libros tan exitosos, que han estado en los primeros puestos de venta por varios meses en España, generen tanto rechazo acá?
— Bueno, con el nudo del progresismo, ¿no? Con el nudo del progresismo, que es la nueva ideología de subordinación de la oligarquía financiera mundial. La oligarquía financiera mundial es el gran actor de las relaciones internacionales. Existió siempre, pero toma una autonomía muy importante después de la caída del Muro de Berlín, la disolución de la Unión Soviética, la revolución tecnológica y sobre todo a partir del gobierno de Barack Obama. El progresismo tiene tres ejes principales: el aborto serial, a como dé lugar, la ideología de género y la falsificación de la historia. Porque el origen de la mala política es la falsificación de la historia. En el caso nuestro, de nuestro subcontinente, esa falsificación de la historia comienza por la conquista española de América. Dice Perón, yo lo cito en el libro, que si la Argentina negara a España, quedaría inmediatamente vacía y todas sus ideas carecerían de originalidad. Mi libro se mete con uno de los pilares de la subordinación ideológica que es la falsa historia de la conquista española de América, lo que comúnmente se ha denominado leyenda negra.
— Se está instalando la visión de que los españoles vinieron a acá, saquearon y exterminaron, pero cómo surgieron las naciones hispanoamericanas si no es por esa misma llegada de los españoles. ¿Qué es México? Un país mestizo. Perú, Bolivia, todos países mestizos que surgen de la colonización. Se pretende negar la génesis misma de este continente.
— Bueno, el marxismo clásico, no el marxismo nacional que en Argentina encabezó Jorge Abelardo Ramos, siempre negó la idea de nación. Entonces esto no es nada más que un revival de la negación misma de nuestra nación. Una nación inconclusa, que se extiende desde California, no desde Río Grande, desde California hasta la Tierra del Fuego. Que tiene su origen a partir de aquella fecha magnífica, y no digo magnífica por casualidad, que fue 1492. Porque antes de que España llegara a América lo que había en América no era un paraíso terrenal, era un infierno. Esa es la verdad. La verdad que los negro-legendarios ocultan es que esto era un infierno. En Colombia, en lo que hoy es la ciudad de Popayán, estaban los pijaos. ¿Qué hacían esos simpáticos pijaos? Cuando atacaban una tribu chibcha, mataban a todos los hombres y se los comían, pero no a las mujeres chibchas. Las capturaban para que sirviesen como vacas. Las iban continuamente dejando embarazadas y cuando los niños llegaban a los 12 años, se los comían. Se comían a sus propios hijos. Esto no lo dice un católico ni un hombre de derecha, lo decían los antropólogos de izquierda en 1940. Antropólogos colombianos. ¿Y qué había en México? Una nación opresora, la azteca, que oprimía a decenas de otras naciones. ¿Qué les pedía? ¿Materias primas? No. ¿Horas de trabajo?, diría Marx. No. Les pedía a sus hijos, a sus nietos, a sus hermanos, para llevarlos a un altar, sacarles el corazón. No era un ritual simplemente religioso, después se los comían. Los partían como si fuesen pollos o cerdos. A mí me causa una gracia bárbara cuando van y les muestran a los turistas las lindas pirámides que tenían los aztecas, qué maravilla de tecnología. Pero uno no admira una civilización por sus obras materiales, sino por sus valores. Y los valores de esta gente eran inexistentes, se comían a los otros seres humanos. Esa es la verdad que los negro-legendarios ocultan. Cada vez que se hace una excavación en México en el Metro encuentran paredes y más paredes de cráneos humanos. ¿Cómo van a ocultar eso? No tienen forma. Tienen que mentir. Son unos mentirosos.
— ¿Por qué esta leyenda negra? Porque nace casi con la conquista, ya que la generan los competidores de España. ¿Pero por qué está resurgiendo? En los últimos 20, 30 años, en particular.
— Muy sencillo, porque los gobiernos actuales de Hispanoamérica, que no son gobiernos de izquierda, son gobiernos progresistas, no son rojos sino rosados, son sirvientes de la oligarquía financiera mundial, el señor (Gustavo) Petro, el señor Evo Morales, el señor (Gabriel) Boric, (Pedro) Castillo, que ahora está preso, no son nada más que la mano de obra más barata que ha tenido jamás el imperialismo internacional del dinero. ¿Qué quiere el imperialismo, qué quiso siempre, qué quiere hoy su heredera que es la oligarquía financiera mundial? Quiere Estados pequeñitos. Cuanto más pequeñitos, mejor, más fáciles de dominar. Entonces si yo digo, como dicen los negro-legendarios que antes de la llegada de los españoles había en América un paraíso, 700 o 1.000 lenguas distintas con 700 naciones distintas, ¿qué hay que hacer? Rechazar lo que trajo el supuesto invasor, la lengua, los valores, volver a esas supuestas naciones originarias y entonces que se empiece a hablar guajiro, quechua, aimara, y se excluya completamente al español. Que se empiece a hablar mapuche en el Sur de Chile, al principio en la escuela primaria, después en la secundaria, después en la universidad, después en la administración pública y después que nadie más hable español. Y como decía Manuel Ugarte, que ya lo vio esto en la década de 1920, siempre la fragmentación lingüística es la antesala de la fragmentación política. Entonces estos muchachos, estos buenos muchachos ¿a qué nos conducen? A una fragmentación política a través de la fragmentación lingüística. Han tomado como bandera el odio a España, la leyenda negra, porque han abandonado la defensa de los trabajadores. Han abandonado las viejas banderas de izquierda. Han abandonado el buscar la justicia social, el defender a los pobres. ¿Ahora qué defienden? Nada. A los pueblos originarios que son originarios de Asia. Pero a los trabajadores no, porque las leyes que puso el neoliberalismo en Argentina un gobierno progresista jamás las sacó. La apertura indiscriminada de la economía el gobierno progresista jamás la sacó. Muy progresistas, pero en justicia social no. Volver a los derechos de los trabajadores no.
— Se instalan falsas contradicciones además. Se inventa por ejemplo que la Argentina actual es una sociedad patriarcal, o que nuestro problema es el racismo. Se instalan problemas artificiales. Pero vos decís que estas políticas están afectando incluso a la sociedad norteamericana. Eso es novedoso. Y es verdad que hemos visto cosas muy graves, una agudización de los enfrentamientos y de la violencia social.
— Sí, hemos visto por ejemplo derribar la estatua de Washington, de Jefferson. No seré yo quien los defienda a ellos. Pero ¿qué pasa?, que esta oligarquía financiera mundial siempre actuó primero aliada a Inglaterra, después a los Estados Unidos; cuando vio que Inglaterra se iba para abajo y Estados Unidos ascendía como poder, se alió con los Estados Unidos. Porque siempre necesita de alguien que sea su garrote. Ahora, cuando ya tuvo tal autonomía que puede dar golpes de mercado y maneja los medios de comunicación, se empieza a desprender de los Estados y empieza incluso a subordinar y a tratar de destruir a los mismos Estados antes aliados con ella. Entonces lo que vemos es una demolición de Occidente, quieren destruir toda la cultura occidental. Y resulta que en Estados Unidos no se puede estudiar más a Beethoven porque Beethoven era racista. Yo les digo pero muchachos, no sean ignorantes, a Beethoven le llamaban el español en Alemania. A él lo discriminaban porque para Alemania era morochito. Era morocho, petiso, así que lo llamaban el toro español. Lo discriminaban. ¿A Beethoven lo acusan de racista? ¿Ustedes no estudiaron nunca nada? No quieren que se lea La Ilíada porque en esa época tenían esclavos, pero pedazo de ignorante, los esclavos en Grecia eran blancos, no negros, blancos eran. Acá hay una idea de destruir la civilización occidental y todo lo que ella representó, lo bueno, no lo malo. Porque Occidente a partir del imperialismo inglés, su consagración y su hegemonía mundial, se transformó en imperialismo. Pero había un montón de cosas para rescatar del verdadero Occidente. Que se parte con la Reforma, esa es la verdad. Y hay una deriva ahí en Inglaterra donde se consagra que es bueno lo que es útil. ¿Y qué es bueno? Lo que me hace ganar dinero. Ni el bien, ni la verdad, ni la belleza, ni la justicia.
— Tu libro se llama “Nada por lo que pedir perdón”, en alusión a los constantes reclamos, 500 años después, de que España pida perdón, que la Iglesia Católica, por supuesto, que es otro blanco de estas políticas, pida perdón. ¿Cómo se explica que un argentino escriba lo que los españoles deberían haber dicho hace rato? Muchos en la élite española se hacen esa autocrítica exigida; en 2019 no conmemoraron los 500 años de la conquista de México, por ejemplo.
— Porque España vive una subordinación ideológica perfecta. Que también la vive Argentina. Estoy dándole vueltas a una especie de paralelismo entre la historia de España y la historia de Argentina que fueron las únicas dos naciones hispánicas, dos pueblos hispánicos, que lograron industrializarse después de la Segunda Guerra mundial. Es decir nosotros nos quedamos retrasados en historia de la humanidad en materia de poder, porque no logramos industrializarnos. A partir de 1750, Inglaterra se industrializa, después Francia, Estados Unidos… Tardíamente, pero aceleradamente, la Argentina se industrializa después de 1943/45. España, después de la Segunda Guerra Mundial. Y curiosamente estas únicas naciones que habían adquirido poder a través de la industria, porque la industria es poder, sufren una subordinación gigantesca. Primero una subordinación económica, a ambas se les amputa su aparato industrial. Acá con la dictadura militar comienza el desmantelamiento del aparato industrial, con la sangrienta dictadura militar. Allá, después, en la década del 70 y en los 80. Esa amputación en Argentina es sin anestesia. Allá con la anestesia del confort que daba el turismo. Se les amputa primero la soberanía económica a través de la pérdida de la industria. Después, la soberanía militar, en Argentina con la excusa de la Guerra de Malvinas: desmantelamiento de la industria militar, destrucción del ejército. Allá también, con la incorporación a la OTAN. Pero siempre allá con anestesia. Allá se pagan buenos sueldos a los militares, acá no. Allá con anestesia, acá sin anestesia, la operación de amputar un miembro. Y después se nos amputó la soberanía cultural a través de la falsificación y de la negación de nosotros mismos. Lo mismo allá, siempre con anestesia. Y entonces una sociedad que estaba adormecida, completamente subordinada por los medios de comunicación, con una izquierda cipaya que odia a España, -hay excepciones, por supuesto, como Alfonso Guerra, que hace el prólogo de mi libro Madre Patria-, pero la verdad es que hoy hay una izquierda cipaya en España que odia a España, e impone esto. Entonces yo digo pero muchachos, escúchenme, están todos locos, qué les pasa. Hay que despertarse. Si eso no fue así, si se puede probar que no fue así. No quiere decir que España no cometió errores, no. No quiere decir que no pecó, porque España cuando peca, peca mucho. Quiere decir que las obras positivas fueron mucho más que las obras negativas, porque si no querría decir que hay pueblos de santos, y no hay pueblos de santos. Había héroes y había malvados, asesinos, había mujeres virtuosas y mujeres prostitutas. Y hay hombres que al mismo tiempo tienen actos heroicos y actos repudiables. ¿Quién en la vida ha sido un santo? Hay algunos, muy poquitos. Entonces uno mismo en su vida tiene actos buenos y actos malos. Lo que hay que ver al final de la vida es si fueron más las partes positivas que las partes negativas. Y la presencia de España en América es mucho más positiva que negativa. Yo me pregunto siempre, si España vino solo a robar, matar y asesinar ¿por qué entonces creó treinta y pico de universidades? ¿Por qué sembró América de universidades? ¿Por qué sembró de hospitales gratuitos para negros, para pobres, para indios, para blancos? Pero sobre todo por qué enseñó en esas universidades que el poder venía de Dios, Dios se lo daba al pueblo, que el rey debía comportarse como un padre y si no lo hacía así el pueblo tenía derecho a la revolución, incluso al tiranicidio. Maquiavelo diría pero España estaba loca, y yo le contesto a don Nicola no, no estaba loca España, lo que pasa es que España nunca consideró a América como una colonia. Nunca la consideró como un botín.
— Por lo menos en tiempos de los Habsburgo. Cambió con la llegada de los Borbones al trono y ahí…
— Con la llegada del primer Borbón a España que era un francés que odiaba a España que gobernó 40 años, 40 años. Y que era nieto de nada más y nada menos que de Luis XIV, el enemigo acérrimo de España. Y ahí se produce un trauma gigantesco.
— Ahí cambia mucho el enfoque. Y en parte es la explicación de las guerras de independencia, porque la necedad de la monarquía borbónica lleva a una ruptura total. ¿Cuántas veces los patriotas americanos le propusieron a España una relación de igual a igual? Y Fernando, el tarado, perdón, de Fernando VII no aceptó.
— No quiso. Pero además es con el primer Borbón que España asume la leyenda negra. Porque él llega y se llena de obras de teatro negro-legendarias. Las obras de teatro eran como si fuese Netflix hoy. Todo el mundo iba. Y todas, Madrid, Zaragoza, llenas de obras de teatro importadas de Francia negro legendarias donde hablaban pestes de Pizarro, de Cortés, de Isabel, de Fernando, pestes. Y ahí la nobleza española estuvo muy mal, llenando esos teatros, aplaudiendo. De rodillas ante el primer Borbón. Denigrándose a sí mismos. Eso causó un trauma gigantesco porque había un montón de hispanoamericanos que estaban allá e iban al teatro y decían bueno, si esto mismo lo dice la monarquía española quiere decir que fue así. A confesión de partes, relevo de pruebas. Eso causó un trauma gigantesco del cual no pudimos salir hasta el día de hoy. En mis libros están todas las obras de teatro con el autor, el contenido de cada obra y cómo eran las traducciones que venían del francés, porque eran todas traducciones francesas.
— La historia contra fáctica es un buen ejercicio para este tema: el encuentro de América con Europa tarde o temprano se iba a producir. Era inevitable. Por lo tanto, los críticos de la conquista española deberían pensar qué hubiera pasado si, en vez de venir los españoles, venían otros. Les hubiera ido bárbaro a los indígenas americanos ¿no? Hay anacronismo en el análisis y falta de contexto sobre ese encuentro de dos mundos que se ignoraban.
— Un día estuve con Evo Morales. Tengo una foto con él. Le dije Presidente, se lo digo con mucho respeto, si en vez de España hubiese venido Inglaterra a la América del Sur, la primera posibilidad es que usted no hubiese existido. En el mejor de los casos, tampoco hubiese llegado a presidente; estaría como están los apaches, como están los navajos: en una reserva. Están en las reservas ahora con un poquito más de dinero porque les dieron un casino. Pero pobres, muertos de hambre y borrachos. Esa es la verdad. Está acá, como Presidente, porque España aplicó una política de mestizaje. Porque España creó 33 universidades y colegios secundarios como el de San Pablo en Lima donde cuando tenía 45.000 libros Harvard tenía 4.300. Se quedó mudo. Porque no hay ningún navajo, ni apache, ni comanche que haya llegado a gobernador de Arizona, de Texas o de Nuevo México.
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— Más allá de la actitud vergonzante que tiene el gobierno español actual que por ejemplo decidió no festejar los 500 años de la conquista de México, en 2019, ¿existe en España una corriente de historiadores, de pensadores, que combatan esta leyenda negra?
— Sí, existe. Quizás la persona más importante es Elvira Roca Barea, con su libro Imperiofobia. Fue la primera mujer con agallas, que se pone de pie y dice señores, esto es una farsa. Tuvo ella un coraje y una brillantez extraordinarias y realmente se le debe un gran reconocimiento por su labor. Y hay una reacción como cuando un cuerpo humano es atacado y está moribundo que intenta defenderse. Pero la verdad es que hay un sector político que hoy encabeza Pedro Sánchez, que odia a España. Realmente la odia. Odia todo lo que España representó en la historia. Para él, España es un mito. Para él, España no debería haber existido, por lo tanto odia la conquista de América. Pero él es simplemente la expresión de un grupo de militantes políticos disfrazados de intelectuales, de profesores, de investigadores, que tienen su gran catedral en la Universidad Complutense de Madrid, que tienen ahí un sumo sacerdote que en realidad es un monaguillo de la oligarquía financiera internacional.
— ¿Quién es?
— Se dice el pecado pero no el pecador (risas).
— Ah bueno, habrá que averiguar.
— A mí me causa tristeza porque jamás he visto a un grupo de seudo intelectuales, de militantes políticos disfrazados de profesores lanzarse con tanta fruición a una campaña para destruir a su propia nación. La izquierda francesa ama a Francia. Alan Rouquié, cuando yo estaba con él, cada vez que sonaba la Marsellesa se ponía de pie como un resorte, se ponía la mano en el pecho, en el corazón, porque esos tipos aman a Francia. Y la izquierda italiana ama a Italia. La izquierda inglesa ama a Inglaterra. La única izquierda, con excepciones, como Alfonso Guerra, que detesta a su propio país es la izquierda española. Es un caso no para la ciencia política, sino para la psiquiatría política.
— Igual están tratando de instalar también en Francia ese tipo de visión crítica.
— Sí, en todos lados.
— Otro tópico de la leyenda negra es el genocidio, aunque las pruebas en contrario están a la vista. El barón Von Humboldt se sorprendió cuando vino a hacer su recorrida por América y vio que la población americana estaba compuesta por muchísimos indios y mestizos. Venía a comprobar el estrago que había hecho España y terminó impactado. Estuvo en Colombia, en México.
— Colombia, Ecuador, Venezuela, México.
— Vio indios y muchísimos mestizos.
— Pero cuando fue a Boston, no encontró ninguno, porque no quedaba ni un solo indio. Ahora el estudio más serio lo hizo Ángel Rosenblat sobre la población en América. Nunca nadie se atrevió a desafiarlo, porque para eso había que tener con qué. Es el único estudio científico. Dijo señores no hablen estupideces, acá están los números. No hubo genocidio en América. Hubo muertes por enfermedades, sí, claro. Pero lo mismo hubiese habido si venía un turista. Si se hubiese congelado la historia, y ahí estuvieran los aztecas, y llegaba un turista español o inglés a Cancún, hubiese pasado exactamente lo mismo, porque no había anticuerpos para lo que se traían de Europa, como los europeos no tenían anticuerpos para las cosas de acá. Es natural.
— Como la sífilis, ¿no? Tengo entendido que la sífilis se la llevan los españoles de aquí…
— Sí, ahora lo niegan. Ahora dicen que no. Toda la vida se estudió que era de acá para allá. Ahora dicen que es mentira, que no es posible. Que no puede ser, porque acá había un paraíso terrenal donde ni siquiera había enfermedades. No sé de qué se morían. Sí, sé de qué se morían, se los comían. Porque los guaraníes eran antropófagos y se comían a las tribus enemigas. Los aztecas lo mismo. Los pijaos lo mismo. Pero enfermedades se ve que no había, era un paraíso terrenal fantástico.
— La derecha que rechaza este discurso lo atribuye a un marxismo cultural. ¿Tiene esto que ver con el marxismo? Más bien parece una tendencia que está por encima de los partidos porque hay gente de distintas corrientes que asume este discurso.
— El marxismo cultural es la mano de obra desocupada después que la Unión Soviética dejó de pagarles porque desapareció y comenzaron a pagarles los famosos filántropos del mundo. Los dueños del casino del mundo, los buitres del mundo dueños de nuestra deuda externa, esos son los que hoy pagan a todas estas ONG que pululan por acá. Cuando uno ve las cuentas todas vienen de esos famosos filántropos. Estos muchachos del marxismo cultural trabajan para ellos. Como antes trabajaban a sueldo de la Unión Soviética, del oro de Moscú. Pero en realidad la leyenda negra no nace en la izquierda, nace en la derecha más recalcitrante. Nace en la oligarquía argentina, en la oligarquía colombiana, la oligarquía chilena, que tenía la necesidad de justificarse a sí misma. Había ganado las guerras civiles. Se había aliado con Inglaterra que había sido nuestro enemigo histórico y entonces tenían la necesidad de crear una leyenda sobre España, sobre el período hispánico, para justificarse a sí misma por haber traicionado a su propio pueblo y haberse aliado con el enemigo histórico. Entonces lo que hoy reivindican estos seudo marxistas, que nunca leyeron a Marx, que no era negro-legendario ni antiespañol, lo que hoy reivindican es el pensamiento más retrógrado de la oligarquía argentina o de la chilena, que fueron los primeros negro-legendarios e indigenistas. Indigenistas de la boca para afuera porque reivindicaban a Lautaro pero no querían tener un indio por igual sino de empleado y de súbdito, de lacayo y esclavo.
— Pero acá también hubo una tradición pro hispánica porque Yrigoyen, por ejemplo, es el que impone el 12 de octubre como feriado. Reivindicaba esa herencia. Y Perón, ni hablar, siempre reivindicó la herencia hispánica. Y sin embargo ahora tenemos una hegemonía de gente que supuestamente responde al peronismo y son los mayores promotores de esta leyenda negra.
— ¿Me permitís que haga algo que no es muy periodístico?
— A ver.
— Mirá [tomando su libro], esto se lo dedico a La Cámpora, pero sobre todo al Movimiento Evita y a la vicepresidenta de la Nación que siempre habla de Evita pero nunca lee lo que Evita decía.
— Sacó el monumento a Colón de detrás de la Casa de Gobierno.
— Claro. Eva Perón, la más grande antiimperialista de la historia de Hispanoamérica, dijo: “La epopeya del descubrimiento y la conquista es fundamentalmente una epopeya popular. Somos pues no solo hijos legítimos de los descubridores y conquistadores sino herederos directos de su gesta.” Gesta, esto lo dice Eva Perón. “Y de la llama de eternidad que ellos transportaron por los mares el 12 de octubre”; cosa que ahora la señora ex presidenta cambió. No es más un día nuestro de festejo. “El 12 de octubre es por lo mismo”, dice Eva Perón, “una fiesta, una fiesta de la Hispanidad que toca por igual a España que a sus hijas de América. Luchemos como supieron luchar los hombres de Cortés, de Mendoza, de Balboa y de Pizarro”, los reivindica a todos. “Éste es mi homenaje al Día de la Raza, día del pueblo que nos dio el ser y que nos legó su espiritualidad”. Y termina con un signo de admiración diciendo “¡Bendito sea!”. Día del pueblo que nos dio el ser. Cuando uno niega a España como hacen ahora pseudo pensadores nacionales que no reivindican más a Perón ni leen más a Perón y a Evita, lo que están negando es nuestro propio ser.
— ¿Cuántos ejemplares de tus libros se vendieron en España?
— No sé cuánto se vendió, pero Madre Patria tiene ya 12 ediciones. Creo que ahora hay una 13a edición. Y el segundo lleva cuatro ediciones y salió recién el 5 de octubre. Yo mismo estoy asombrado.
— ¿Fuiste a presentarlo allá?
— Sí, en Madrid, Sevilla, Granada, Segovia… también en Salamanca. Con una gran afectividad. Y un gran rechazo en los sectores universitarios. El libro ha sido absolutamente rechazado por la Universidad Complutense, por la Universidad Autónoma de Barcelona. Porque como decía Arturo Jauretche, la Universidad es la frutilla del postre de la colonización pedagógica. Y eso vale tanto para Argentina como para España.
— También hubo un rechazo de las editoriales en Hispanoamérica de publicarlo acá.
— Bueno, no ha habido forma de que los grupos de Hispanoamérica de la misma editorial que lo publicó allá quieran publicarlo aquí. No dan razones.
— Económicas no pueden ser, porque el libro se está vendiendo por Mercado Libre. Se vende. Hay demanda.
— Así es, hay demanda. Hay una especie de censura tácita del libro. No se puede comprar en ninguna librería. Es la dictadura de lo políticamente correcto que es más eficiente que la Gestapo nazi o que la KGB soviética, que eran burdas.
— Sí, es autocensura en realidad.
— Claro. Te apartan de la universidad. Te apartan de esto, te apartan de lo otro. Porque la leyenda negra tiene los pies de barro y lo que no quieren es discutir. Ellos no quieren discutir ni de la leyenda negra, ni de feminismo, ni de aborto. Porque saben que en la discusión pierden. ¿Qué hay que hacer? Censurar. Excluir del debate. Hacer una cosa monolítica para que nada se debata, para que el pueblo no sepa de qué se trata.
— Sí, sí. El que quiera becas, premios, publicación y reconocimiento ya sabe de qué temas tiene que hablar. Hay que descubrir patriarcado donde no lo hay, racismo donde no lo hay. Y reivindicar naciones precolombinas que no fueron tales.
— Ahora, si vos querés ir con una bequita a Estados Unidos, como periodista, estudiante o doctorando, denunciá que la selección argentina no tiene negros. Y yo me pregunto ¿por qué no hay astronautas negros?
— Esa pregunta tiene más lógica que la que hacen ellos.
— Imaginate si nosotros tuviéramos un Pelé, ¿cómo no lo vamos a poner en la selección? Lo pondríamos ya. Pero esto es un intento de construir una subordinación ideológica y lo más curioso es que la progresía local, con las señoras que ponen en los Ministerios, asumen eso.
— Esperemos que el libro siga haciendo su camino a pesar de las trabas.
— Nosotros tenemos una obligación que es luchar contra la colonización cultural. Porque nuestra primera colonización no es material, es cultural. Y hoy esa colonización cultural es de tal magnitud que está destruyendo espiritualmente al pueblo argentino y al pueblo hispanoamericano. De la destrucción económica se sale. Siempre hemos salido. Porque somos un país riquísimo. Nos sobran recursos. A nosotros nos falta patriotismo y valores morales suficientes. De la decadencia económica podremos salir, de la decadencia espiritual es muy difícil.