No existe el derecho al suicidio ni a la eutanasia

Difusión Martes 22 de Septiembre de 2020

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Nuevo documento vaticano pide que agentes sanitarios y hospitales católicos se opongan a leyes que legitiman aborto, eutanasia o suicidio. En caso contrario, invita a “desobedecer a la ley” que insta a la muerte

Fuente: ALETEIA

"Ante las leyes que legitiman – bajo cualquier forma de asistencia médica – la eutanasia o el suicidio asistido, se debe negar siempre cualquier cooperación formal o material inmediata”, afirma la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) que publicó hoy la carta titulada Samaritanus bonus (El buen samaritano), sobre el cuidado de las personas en las fases críticas y terminales de la vida.

Este documento de 20 páginas pretende ser una respuesta a los últimos avances jurídicos y médicos en el ámbito del fin de la vida. Y así reitera que médicos, enfermeros, operadores sanitarios y estructuras católicas pueden oponerse a leyes abortistas o que atentan contra la vida, a través de la “objeción de conciencia, hasta llegar a la desobediencia. 

No existe el derecho al suicidio ni a la eutanasia: el derecho existe para tutelar la vida y la coexistencia entre los hombres, no para causar la muerte. Por tanto, nunca le es lícito a nadie colaborar con semejantes acciones inmorales o dar a entender que se pueda ser cómplice con palabras, obras u omisiones” (punto 9).

El único verdadero derecho es aquel del enfermo

En el contexto histórico de la pandemia en acto, la Iglesia Católica insistió  “que el único verdadero derecho es aquel del enfermo a ser acompañado y cuidado con humanidad. Solo así se custodia su dignidad hasta la llegada de la muerte natural”.

Y sobre el suicidio asistido legalizado en Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Canadá, Colombia y algunos estados de EE UU y de Australia, el documento vaticano afirma:  “Ningún agente sanitario, por tanto, puede erigirse en tutor ejecutivo de un derecho inexistente, aun cuando la eutanasia fuese solicitada con plena conciencia por el sujeto interesado”.

A este respecto, la CDF rechaza la cooperación al mal, es decir a “acciones ilícitas” y reafirmó que: «Los cristianos, como todos los hombres de buena voluntad, están llamados, por un grave deber de conciencia, a no prestar su colaboración formal a aquellas prácticas que, aun permitidas por la legislación civil, se oponen a la Ley de Dios”.

Negarse a cooperar con el mal

En efecto, sostiene la CDF, desde el punto de vista moral, nunca es lícito cooperar formalmente con el mal. “Esta cooperación se produce cuando la acción realizada, o por su misma naturaleza o por la configuración que asume en un contexto concreto, se califica como colaboración directa en un acto contra la vida humana inocente o como participación en la intención moral del agente principal”.

Por ende, la Iglesia con este documento confirma que los católicos no deben cooperar con leyes que legitiman el aborto, la eutanasia o el suicidio.

Esta cooperación nunca puede justificarse invocando el respeto a la libertad de los demás, ni apoyarse en el hecho de que la ley civil la prevea y exija. En efecto, los actos que cada cual realiza personalmente tienen una responsabilidad moral, a la que nadie puede nunca substraerse y sobre la que todos y cada uno serán juzgados por Dios mismo (cfr. Rm 2, 6; 14, 12)”.

Desobediencia 

El Vaticano pide que los Estados reconozcan la objeción de conciencia en ámbito médico y sanitario, en el respeto a los principios de la ley moral natural, y especialmente donde el servicio a la vida interpela cotidianamente la conciencia humana.

La CDF afirma que allá donde no se respete o no sea reconocida la objeción de conciencia: “se puede llegar a la situación de deber desobedecer a la ley, para no añadir injusticia a la injusticia, condicionando la conciencia de las personas. Los agentes sanitarios no deben vacilar en pedirla como derecho propio y como contribución específica al bien común”.

En la presentación del documento este martes, 22 de septiembre de 2020,  El cardenal Luis Ladaria Ferrer afirmó que la Iglesia se siente en el deber de intervenir» para «excluir una vez más cualquier ambigüedad sobre la enseñanza del Magisterio sobre la eutanasia y el suicidio asistido».

El texto fue firmado simbólicamente el 14 de julio, día de Santa Camila de Lellis, patrona de las enfermeras. El Papa Francisco lo aprobó el 25 de junio y ordenó su publicación.

Aquí el documento completo.

 

 

Fuente: ALETEIA

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