¿De dónde sale la ceniza del Miércoles de Ceniza?

PARA CREYENTES Miércoles 22 de Febrero de 2023

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Tazón con cenizas, rama de olivo y cruz, símbolos de Miércoles de Ceniza.

Fuente: ALETEIA

Quizá te has preguntado de dónde provienen las cenizas que el sacerdote deposita en la frente

«Recuerda, hombre, que eres polvo y al polvo volverás». Con esta expresión (o con la de «Convertíos y creed en el Evangelio), que el sacerdote pronuncia mientras hace la señal de la Cruz sobre la cabeza de cada persona en la liturgia del Miércoles de Ceniza, los cristianos entramos en la Cuaresma de pleno. Es una frase inspirada en las palabras del capítulo 3 del Génesis, cuando Dios castiga a Adán y Eva.

La ceniza es una manifestación tan material y visible que a algunos les queda el rastro horas después todavía en la frente y en el nacimiento del cabello.

Pero, ¿de dónde sale exactamente aquella ceniza que ha usado el sacerdote? ¿Es de alguna ceremonia funeraria? ¿De madera quemada sin más? ¿Qué material se quemó?

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Antes de que la imaginación se nos dispare, ahora que las películas gore nos pueden llevar a las fantasías más tétricas, la Iglesia determina claramente que no toda ceniza puede ser empleada para el rito de imposición.

La ceniza que emplea el sacerdote el Miércoles de Ceniza procede de los ramos que se bendijeron en el Domingo de Ramos del año anterior. Aquellos ramos (que suelen ser palmas y ramas de olivo) se queman y la ceniza se guarda hasta el año siguiente.

ASH WEDNESDAY,ASHES,PALM BRANCHES Lawrence Lew, O.P | CC BY-NC-ND 2.0

El Miércoles de Ceniza está muy unido con la penitencia. Esta se expresaba entre los hebreos cubriéndose la cabeza de ceniza y vistiéndose de aquel áspero paño llamado cilicio.

En la Bilia, Judit, antes de emprender la ardua empresa de liberar Betulia, «entró en su oratorio y, vestida con el cilicio, cubrió de cenizas su  cabeza y, postrándose delante de Dios, oró» (Jud 9, 1).

Penitencia

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Jesús mismo deploró la impenitencia de las ciudades de Corozaín y de Betsaida. Y dice que merecerán el mismo fin que Tiro y Sidón, si no hacen penitencia con ceniza y cilicio (Mt 11, 21).

He aquí por qué Tertuliano, san Cipriano, san Ambrosio, san Jerónimo y otros Padres y escritores cristianos antiguos aluden frecuentemente a la penitencia in cinere et cilicio.

 

Y la Iglesia, cuando en los siglos V y VI organizó la «penitencia pública», escogió la ceniza y el saco para señalar el castigo de aquellos que habían cometido pecados graves y notorios.

El período de esa penitencia canónica comenzaba precisamente en este día y duraba hasta el Jueves Santo.

En la Roma del siglo VII, los penitentes se presentaban a los presbíteros, hacían la confesión de sus culpas y, si era del  caso, recibían un vestido de cilicio impregnado de ceniza. Quedaban excluidos de la Iglesia con la prescripción de retirarse a alguna abadía para cumplir la penitencia impuesta en aquella Cuaresma.

En otras partes, los penitentes  públicos  cumplían su pena privadamente, es decir, en su propia casa.

Confesión y comunión

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SEBASTIEN SALOM-GOMIS/AFP/East News

Era general la costumbre de comenzar la Cuaresma con la confesión, no sólo para purificar el alma, sino también para recibir más frecuentemente la Comunión.

La confesión de los propios pecados estaba siempre orientada a tener «comunión con el altar», es decir, a poder acceder al sacramento eucarístico, pues la Iglesia vive de la Eucaristía.

El primer formulario de bendición de cenizas data del siglo XI. El rito de imponer cenizas sobre la cabeza de los penitentes, gesto de gran carga simbólica, se extendió rápidamente por Europa.

Las cenizas, que provienen de la combustión de los ramos de olivo del Domingo de Ramos del año anterior, se depositaban sobre la cabeza de los varones. A las mujeres se les hacía una cruz sobre la frente.

Fuente: ALETEIA

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