¿Para qué rezar juntas personas de distintas religiones?
"La oración es el núcleo que nos acerca al corazón mismo de Dios, y en el amor nos encontramos", afirma el profesor de diálogo interreligioso, Jesús Sans
Fuente: ALETEIA - Patricia Navas
¿Personas de distintas creencias pueden rezar juntas realmente? ¿La oración podría convertirse en camino de unión entre personas? El carmelita descalzo Jesús Sans, profesor de diálogo interreligioso y autor del libro La plegaria interreligiosa hoy. ¿Pueden orar juntas las religiones? explica a Aleteia que la oración es el núcleo que nos acerca al corazón mismo de Dios y en el amor nos encontramos todas las religiones.
¿Pueden orar juntas las religiones?
¡Claro que sí! Porque rezar significa entrar en comunión con todos los valores que queremos presentar al Dios de la vida, al Dios de la alegría, al Dios del sufrimiento, al Dios que vive en el mismo rellano del piso, aunque sean musulmanes, budistas, bahaís, judíos, hinduistas o no creyentes…
Todos necesitamos rezar unos con otros y Dios escucha la oración de todos. Porque todos tenemos un corazón que late, un proyecto de vida que queremos compartir, todos tenemos preocupaciones, inquietudes, sufrimientos y lágrimas que podemos compartir y desear entre todos lo mejor.
Rezando juntos, nos unimos a un Dios que quiere que nos unamos para construir un mundo mejor. Presentemos nuestras quejas pero también nuestras alegrías. Juntos podemos cambiar el mundo «de bien en mejor», como decía santa Teresa.
Son muchísimos. En primer lugar es el amor, la amistad y la fraternidad.
Pondré un pequeño ejemplo: quería ir a rezar a la mezquita de Lérida un viernes -día festivo para los musulmanes- y me ponían dificultades porque no me conocían. Pero conocí al imán y fui a visitar a su padre al hospital y todo cambió.
Desde entonces me trató como un hermano, en la mezquita me sacó un taburete para que me sentara, me dio agua, me dejó tomar fotografías…
Todo cambia cuando hay amistad de corazón. ¿Y cómo se gana? Desde la oración. Oramos juntos y ganamos en amistad y en profundidad de fe. Los dos somos creyentes, cada uno con una visión distinta pero en comunión en la oración que nos une a todos. Dios nos hermana.
La oración es el centro, es el latido de un Dios que quiere compartir el camino con toda la humanidad.
¿Es arriesgada la oración de personas de distintas religiones?
Sí, porque siempre hay ignorancia e intolerancia. Te encuentras con personas fanáticas, fundamentalistas, a las que les falta formación.
Y juzgar trae consecuencias. Cuando eres respetuoso acoges. Cuando eres fanático, juzgas, criticas y alejas a la persona.
¿Cuáles son las mayores dificultades, en su experiencia, para lograr rezar juntos?
Hay dificultades teológicas. No es fácil rezar juntos si partimos de la parte teológica, del pensamiento, las ideas, las concepciones religiosas.
Las religiones monoteístas -las llamadas religiones del libro- lo tienen más fácil: un Dios único, personal, que nos une a todos. Pero con las religiones asiáticas, la relación con Dios es más impersonal. Es más bien la oración del esfuerzo, la meditación.
Si entramos en el mundo de la teología, hay diversas cosmovisiones. Es más complicado, pero no es imposible. Porque la oración une corazón y mente, el mundo cosmo-filosófico y el mundo del corazón. El silencio de la oración nos une. Puede ser un silencio fecundo, vacío, universal.
Como dice el teólogo y antropólogo Xavier Melloni, lo que puede verse como un inconveniente es precisamente una ventaja:
«La unión que no puede darse a través del razonamiento y las palabras, se da en el silencio de la oración».
El fondo de la práctica orante se encuentra en el núcleo de toda creencia religiosa. La oración es el núcleo de la fe; es el núcleo que nos acerca al corazón mismo de Dios y en el amor nos encontramos todas las religiones.
El objetivo de todas las religiones es supra religioso porque apunta al Misterio que rebasa todas las religiones.
¿Cómo debe ser la oración para que una?
En el fondo, Dios quiere que nuestra oración sea sencilla para que llegue al corazón de todas las personas. ¿Por qué complicarnos con expresiones teológicas que a veces nos alejan del Dios de la vida?
Cuanto más sencilla sea nuestra oración, y nuestra vida, más cerca estaremos del Dios que camina con nosotros. Porque cuanto más complicamos nuestro lenguaje más nos alejamos de Dios y alejamos también a los demás de Dios. Eso es lo que Jesús denunciaba de los fariseos.
Hay que facilitar la vida de creencia de los más sencillos y así estaremos más cerca de toda la humanidad.
¿Qué hace el Papa Francisco? Él ha hecho más sencilla su vida, pero pocos le siguen en la Iglesia, esa Iglesia de los pobres, para los pobres.
La sencillez nos acerca más a Dios. Cuanto más sencillos, más desprendidos, más ligeros, más cerca estamos de Dios y de los demás, para servir y para ayudar a los demás.
Cuanto más riquezas posees, más tienes que defender y salvaguardar. Cuanto menos riquezas, más libres. Y también en la oración. No complicarlo tanto con filosofías. Eso no quiere decir que tengamos que ser incautos. Más que nunca en los tiempos modernos necesitamos formación, conocernos.
“Hay que conocerse para amarse y amarse para unirse”, dijo Paul Courtier. En la diversidad tenemos que caminar hacia la unidad.
Una palabra clave: diálogo
¿La Iglesia promueve la oración interreligiosa?
Dentro de la Iglesia católica ha habido un proceso de menos a más. Siempre ha habido muchas reticencias. Un ejemplo, el cardenal Ratzinger no le recomendaba al Papa san Juan Pablo II celebrar el encuentro del 27 de octubre de 1986 en Asís.
En este histórico encuentro los participantes no oraban juntos, sino al mismo tiempo. Por la tarde se volvieron a encontrar en una explanada de la basílica, y oraban uno con otro. Eran testigos de la oración del otro.
Para mí fue un nuevo Pentecostés del mundo moderno. El Papa se arriesgó y Ratzinger veía las dificultades desde el mundo teológico.
Claro que hay problemas teológicos pero el Papa Juan Pablo II dio un paso de gigante. A pesar de todo, el Papa Benedicto XVI siguió celebrando esos encuentros interreligiosos.
La Iglesia ha ido experimentando poco a poco que podemos caminar juntos. Y el Papa actual también promueve que caminemos juntas las religiones. Ha habido un progreso que a mí me alegra mucho.
Y el mundo actual está valorando la importancia de una palabra clave: diálogo. No estamos solos, caminamos con los demás (las otras religiones) hacia una transformación de un mismo mundo donde ya está Dios.
Y detrás de un diálogo religioso está la oración. Es el corazón; no las ideas, en ellas no nos encontraremos. Nos encontraremos en la oración que nos lleva a Dios.
Fuente: ALETEIA - Patricia Navas