En la práctica, nada de ello es real. 

 

El voto en blanco también es parte de las opciones en un sufragio, que consiste en realizar el acto mismo del voto, o sea, votar, manifestando que ninguna de las sugerencias planteadas es adecuada.

 

Para poder votar en blanco, el votante va a la urna y realiza el acto formal que establece la legislación electoral. No comete ni delito ni pecado. Ni traición a la patria ni desinterés por la misma. 

 

Quien se manifiesta políticamente, apelando a su “soberanía como parte del pueblo”, expresa su propia voluntad, su opinión personal formada por un cúmulo de conocimientos que va contra los candidatos de la compulsa electoral. Nadie puede obligarnos a votar por quienes no representan nuestros sueños, anhelos, intereses.

 

El voto en blanco, que no es el voto nulo, visibiliza la incapacidad de la maquinaria electoral para persuadir y atraer la voluntad política del votante.

 

En Provincia de Buenos Aires tenemos dos estructuras políticas con candidatos posibles a ocupar el cargo de Gobernador. Ambas se autoperciben como liberal y, la otra, peronista. Sin embargo, cuando profundizamos en su geografía y en sus bases ideológicas, nos encontramos que: son porteños, más no bonaerenses; y, ambos frentes son socialdemócratas, no Nacionales.

 

La estructura política de Cambiemos es de la UCR alfonsinista quien, en 1972, afilió a su partido a la Internacional Socialista. Convalidaron la Agenda 2023 y los Acuerdos de París en 2016. El Frente para la Victoria bonaerense es aliado de Podemos, la progresía española conducida por Pablo Iglesia, ex-socio de Pedro Sánchez, socialista a cargo del gobierno español. Por lo tanto, ambas líneas tienen un mismo origen geográfico e ideológico. Son porteños socialdemócratas.

 

El pueblo bonaerense es federal, humanista y cristiano. Americanista y no Atlantista. Es Hispano y no Europeísta. Surero, no globalista. 

 

Ante el monopolio político socialdemócrata, solo nos queda el derecho soberano de ejercer la ABSTENCIÓN ACTIVA: la libre voluntad de un bonaerense, que ama a su provincia, para manifestar su oposición contra este centralismo geográfico-ideológico establecido, generando un nuevo espacio que esperará de políticos bonaerenses que comprendan y entiendan a nuestra provincia.

 

El voto nulo, el no concurrir al acto eleccionario, puede generar muchas lecturas diferentes. El voto en blanco solo una: el rechazo a lo existe por no ser bonaerense.