50 aniversario de la heroica muerte del Teniente 1º Héctor Cáceres en el combate de Pueblo Viejo.

Hace 50 años se produjo el primer combate entre una fracción del Ejército Argentino y otra del autodenominado Ejército Revolucionario del Pueblo en el contexto de la Operación Independencia.
Autor: Rodolfo Richter / Teniente Coronel ( R )
La Operación Independencia, fue ordenada por un decreto presidencial, de un gobierno constitucional, para neutralizar y/o aniquilar el accionar de los elementos subversivos que actuaban en la provincia de Tucumán. Esos elementos eran organizaciones político militares que pretendían tomar el poder por la fuerza e imponer un gobierno totalitario al estilo de Cuba, Venezuela o Nicaragua.
Ese enfrentamiento, en el monte, a orillas del Río Pueblo Viejo, se destacó por varios aspectos:
El jefe del Equipo de Combate, el capitán Juan Carlos Jones Tamayo, demostró ser un líder que acertó en todas las decisiones que tomó; con firmeza y serenidad, transmitiendo confianza a sus subordinados.
Todas las bajas del ejército fueron cuadros: 1oficial muerto y dos oficiales y un 1 suboficial heridos, lo que desmintió categóricamente la propaganda que afirmaba que los cuadros iban a mandar al frente a los soldados, quedándose ellos atrás.
Por su parte, los soldados, a pesar de ser artilleros (Grupo de Artillería de Montaña 5), que debían actuar como infantes y provenir de una zona geográfica distinta, colmaron las expectativas de sus jefes a los que siguieron con determinación.
Finalmente, hubo un hecho protagonizado por el Teniente 1º Héctor Cáceres que en cualquier ejército del mundo se lo considera la máxima expresión del heroísmo: dar la vida por un camarada.
Cáceres, mi instructor en el curso de “comandos”, al verme herido y expuesto al fuego enemigo, no dudó en ir a mi rescate. “Quédate tranquilo que ya te saco” me dijo antes de ser abatido.
Quienes fuimos heridos ese día no podemos tampoco olvidarnos del general Arturo Grandinetti, capitán en esa época. Era piloto de uno de los helicópteros que llegaron al lugar. Bajó en el único lugar que podía hacerlo, la ribera del río, a través del cual también se había combatido. Sin tener la certeza de que la zona estaba despejada, su decisión permitió que llegáramos al Hospital Militar de la ciudad de Tucumán antes de que nos desangráramos.
El Teniente 1º Cáceres es conocido en el pueblo que lleva su nombre en la provincia de Tucumán; en Uspallata, Mendoza, donde era oriundo y en el ejército. Pero es un desconocido para la sociedad.
Todos los hombres de las Fuerzas Armadas, Fuerzas de Seguridad o Fuerzas Policiales que murieron defendiendo a la Patria en el transcurso de la Guerra Revolucionaria que vivió la Argentina en los años 70, con una última acción en 1989, tendrían que haber sido un ejemplo para la juventud argentina que tanto los necesita. Pero no ha sido así. El ideologismo, el revanchismo y el oportunismo político se han encargado de ocultar esos méritos. Un caso parecido sucedió con los veteranos de la Guerra de Malvinas. Por un tiempo fueron tratados como “los chicos de la guerra”, negándoles la calidad de hombres. Fue gracias a las declaraciones de los militares británicos, y no a los que buscaban obtener algún rédito de la tragedia, que el pueblo argentino reconoció el valor de nuestros veteranos y comenzó a expresar su orgullo por ellos.
Todos los países soberanos que quieren escribir unas líneas en el libro de la historia universal, no desconocen a sus héroes. En cambió aquí, en la Argentina, ha ocurrido lo contrario; y peor aún, hay terroristas que han recibido homenajes o se los ha premiado con cargos públicos. En la ciudad de Buenos Aires hay una estación de subte que lleva el nombre de uno de los principales responsables de la bomba que la organización sediciosa Montoneros hizo estallar en el comedor de la superintendencia de Seguridad Federal y que dejó un saldo de 24 muertos y 70 heridos. También hay una calle que lleva el nombre de un individuo que luego de abandonar a su partido y a su líder, porque no se radicalizaba hacia la izquierda, se dirigió a Cuba, y junto con el “Che” Guevara, organizó el llamado Ejército Guerrillero del Pueblo que se instaló en el monte salteño en 1964 y que fue desbaratado por la Gendarmería Nacional. En la misma ciudad de Buenos Aires, en la plaza Flores, hay una placa que recuerda a un subversivo que instaló un campamento guerrillero en Taco Ralo, Tucumán. Y hace unos años un señor, qué en 1975, fue apresado por su participación en una organización terrorista que hizo estallar una bomba en un bar para matar a un oficial de la Armada, fue honrado con el cargo de Ministro de Defensa.
Se ha tratado de presentar como ejemplos para la juventud a los terroristas que atacaron a la Nación y no a los que la defendieron. Esto constituye una subversión de valores que no tiene precedentes en la historia argentina. y cuyo objetivo no es otro que el de imponer un gobierno totalitario. Para tal fin se planeó y ejecutó, desde el más alto nivel de la conducción nacional, una campaña para desprestigiar, condenar y desarmar a todas las Fuerzas Legales y en especial a las Fuerzas Armadas. Hasta hace poco, la Argentina, el 8º país del mundo, territorialmente hablando, y con enormes recursos naturales, estuvo en estado de total indefensión. Recién ahora, lentamente, se está buscando retomar la capacidad defensiva.
Para apoyar la política subversiva también se tergiversó la historia que llamamos de los años 70, pero que tiene su antecedente en 1961 cuando el gobierno cubano declaró el carácter socialista de su revolución y empezó a exportarla a toda América. Esa tergiversación de la historia, llamada “El Relato”, ha sido difundida sin pausa y con grandes recursos del erario público. “El Relato”, producto de una memoria tendenciosa, revanchista, plagada de odios y de resentimientos, tiene una sola verdad, solo una, y muchísimas falsedades. La verdad es que las Fuerzas Armadas combatieron el terrorismo, con métodos legales e ilegales. Estos últimos, ciertamente, fueron condenables. Pero la denuncia de los mismos fue utilizada como una proa para, detrás de la misma, encadenar las falsedades que a continuación citaré.
Es falso que en la Argentina no hubo una Guerra Revolucionaria.
El Tribunal que juzgó a las Juntas Militares, la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal, en el fallo que dictó el 9 de diciembre de 1985, afirmó: Se ha examinado la situación preexistente a marzo de 1976, signada por la presencia en la República del fenómeno del terrorismo que, por su extensión, grado de ofensividad e intensidad, fue caracterizado como guerra revolucionaria.
Además, tanto el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), que en 1970 creó el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), como la otra gran organización subversiva: Montoneros, afirmaron públicamente que ellos habían emprendido una Guerra Revolucionaria.
Es falso que las organizaciones subversivas eran insignificantes.
No se puede calificar de insignificantes a quienes atacaron 8 cuarteles militares y numerosos puestos de las Fuerzas de Seguridad y Fuerzas Policiales; que crearon una organización subversiva supra nacional: la Junta de Coordinación Revolucionaria, que involucraba a fuerzas sediciosas de Uruguay, Bolivia, Chile y la Argentina; que tomaron pueblos como Garín, La Calera, Acheral y otros; que hicieron estallar 4380 bombas. (un promedio de más de una por día durante 10 años); que perpetraron 758 secuestros cobrando por algunos de ellos millonarias sumas en dólares; que fabricaron armas como pistolas ametralladoras, lanza cohetes y granadas; que asesinaron a 1094 civiles inocentes (hombres, mujeres y niños) que no pertenecían a las Fuerzas legales; que hirieron a 2368 personas y que provocaron un gran daño a la producción ya que algunas empresas se fueron del país para poder trabajar en paz.
Finalmente hay que dar cuenta de un hecho poco conocido: el ERP, en un momento del conflicto, fue considerado el ejército subversivo más importante de toda América. Prueba de ello es el aporte significativo que prestó en la Guerra Civil de Nicaragua.
Es falso que las organizaciones subversivas como el ERP y Montoneros luchaban por la democracia.
De los 8 cuarteles militares que atacaron, 7 lo hicieron durante el periodo de un gobierno constitucional. Cuando en mayo de 1973 asumió un nuevo gobierno constitucional, el ERP emitió un documento declarando que no dejaría de combatir. El Frente Rural, en Tucumán, fue abierto por el ERP durante la vigencia de un gobierno que había asumido con un significativo apoyo popular. Y si se leen las revistas de esas organizaciones, donde relatan sus actividades armadas, queda demostrado que fueron más activas en los periodos constitucionales.
Y también es falso que los juicios que se iniciaron en el 2003, luego de anularse las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, contra miembros de las Fuerzas legales y civiles, estén respaldados por los principios del Derecho.
En julio de 2016, 14 prestigiosos juristas emitieron un manifiesto titulado Solicitamos justicia para los juicios de lesa humanidad. Entre otros conceptos dijeron: Creemos que gran parte del universo jurídico de la Argentina, con la sola exclusión de individuos fuertemente ideologizados, ha tomado conciencia del grave estado de situación que afecta a los detenidos acusados de delitos de lesa humanidad que viola elementales nociones de justicia y sus derechos humanos.
Así, se constata que, bajo el pretexto de la comisión de delitos de lesa humanidad, se violó el principio de legalidad, se reabrieron procesos que habían adquirido categoría de cosa juzgada y a los supuestos responsables de esos delitos se los ha privado de su derecho a un debido proceso, se les ha negado el beneficio de la detención domiciliaria y se los ha excluido de una asistencia médica elemental.
Son los únicos a quienes se mantiene en prisión provisional, sin condena, luego de dos, tres, diez y más años. Son los únicos a los cuales se le niega la aplicación de la ley penal más benigna para el cómputo de sus penas. Son los únicos a los cuales se les niega el instituto de la prescripción. Son los únicos a quienes no se les conceden la excarcelación, la libertad condicional, o las salidas transitorias de las que gozan legalmente todos los presos, no importa el crimen por el que hayan sido acusados o condenados.
Estas aberraciones jurídicas demuestran que la Guerra Revolucionaria no ha concluido y que ahora sólo transita por otros carriles que no son los de las armas.
Los enemigos de la Patria que aspiran a un régimen totalitario, todavía están y actúan. Los que hemos combatido creemos que es justo que los hombres de las Fuerzas Armadas, Fuerzas de Seguridad y Fuerzas Policiales, que cayeron en la Guerra Revolucionaria, como así también los 1096 civiles inocentes, asesinados por el terrorismo, sean conocidos por la sociedad, y en especial por de la juventud.
El nombre de todos esos caídos, deberían estar en el Parque de la Memoria de la ciudad de Buenos Aires que hasta ahora sólo es el Parque de la Memoria Incompleta.
Las secuelas que dejó la Guerra Revolucionaria ha separado a muchos argentinos. Ninguna sociedad puede mirar con optimismo el futuro cuando en su seno persisten los enconos y las divisiones.
La unión nacional sólo se puede lograr sobre la base de la justicia y de la verdad. Una justicia que se subordine al Derecho y no al poder y una verdad que no esté manipulada por intereses facciosos o simplemente sea desconocida.
Finalmente quiero dejar un último recuerdo por el hombre que murió heroicamente un 14 de febrero, día de los enamorados. Cáceres era un digno representante de ellos. Amaba a su mujer, su novia desde que tenían 16 y 15 años. Si no hubiera arriesgado tanto para rescatar a un camarada, se hubiera reencontrado con ella y sus pequeños hijos. Pero Cáceres tenía dos amores más: la Patria y el Ejército, y fue fiel a ellos.
Autor: Rodolfo Richter / Teniente Coronel ( R )