El Gobierno de Francia afronta una nueva etapa ante el fenómeno de las sectas
El organismo interministerial francés dedicado al fenómeno sectario, que cumple 20 años, recibió más de 4.000 denuncias en 2021.
Fuente: Aleteia
«El fenómeno de las derivas sectarias sigue siendo más importante que nunca en Francia». Así se iniciaba una reciente comunicación oficial del Ministerio del Interior de este país, justo antes de comenzar unas jornadas nacionales para estudiar este tema. Convocadas por la secretaria de Estado Sonia Backès, responsable de Ciudadanía dentro del ministerio, se han celebrado los días 9 y 10 de marzo.
Una convocatoria histórica
El objetivo del encuentro, el primero de este tipo en el país galo, ha sido «dar un nuevo impulso a las políticas públicas para combatir esta plaga y elaborar una hoja de ruta clara para los próximos 10 años, con acciones firmes y concretas a emprender». Se trata de un gran paso tras la aprobación en 2001 de una ley especial para prevenir y reprimir el fenómeno sectario.
Las jornadas han reunido a representantes de los ministerios de Interior, Justicia, Educación, Salud, Economía y Trabajo, además de otros organismos estatales. También han sido invitadas las principales asociaciones dedicadas a este tema en Francia, y otros expertos, profesionales de distintos ámbitos y víctimas de las sectas.
El jueves 9 de marzo se ha procurado delimitar el fenómeno sectario en la actualidad, con testimonios de afectados y tres mesas redondas temáticas. El viernes 10, los asistentes se han distribuido en 7 comisiones temáticas para preparar esa hoja de ruta «que incluya medidas concretas».
Preocupación institucional
El Gobierno francés tiene un organismo dedicado a este tema: la Misión Interministerial de Vigilancia y Lucha contra las Derivas Sectarias (MIVILUDES). ¿A qué llaman «derivas sectarias»? Las definen como «una desviación de la libertad de pensamiento, opinión o religión que atente contra el orden público, las leyes o reglamentos, los derechos fundamentales, la seguridad o la integridad de las personas».
Según la MIVILUDES, «se caracteriza por la aplicación, por un grupo organizado –cualquiera que sea su naturaleza o actividad– o por un individuo aislado, de presiones o técnicas encaminadas a crear, mantener o explotar en una persona un estado de sujeción psíquica o física, privándola de parte de su libre albedrío, con consecuencias perjudiciales para esta persona, su entorno o la sociedad».
Como efecto de esta acción, «se pueden cometer varios delitos en este contexto, ya sea que impliquen ataques a personas (por ejemplo, agresión sexual o violencia) o ataques a la propiedad (por ejemplo, extorsión o abuso de confianza)».
Unos datos alarmantes
La MIVILUDES, creada en el año 2002, recibió 4.020 denuncias durante el año 2021, «un récord que supone un aumento del 33 % con respecto a 2020 y del 86 % desde 2015», según la secretaria de Estado Sonia Backès. «Una tendencia tanto más preocupante cuanto que sólo representa la parte visible de un fenómeno que creemos mucho más amplio», añade.
La mandataria afirma que «a pesar de la constancia de ciertas prácticas, las derivas sectarias han sufrido una singular transformación en los últimos años». Efectivamente, por un lado está las que Backès denomina «multinacionales de la espiritualidad», refiriéndose en concreto a la Iglesia de Cienciología y a los testigos de Jehová.
Pero, por otro lado, «la MIVILUDES subraya una evolución general del fenómeno con la multiplicación de pequeñas estructuras y la aparición de los ‘gurús 2.0’, manipuladores aislados y autónomos que difunden su doctrina en las redes sociales, particularmente en el campo de la salud, el bienestar y el cuidado».
El contexto social, caldo de cultivo
La secretaria de Estado afirma que «la crisis sanitaria sin duda ha sido un terreno fértil para estos movimientos. Este período, marcado por varios confinamientos y situaciones económicas y sociales difíciles, favoreció el surgimiento de discursos que explotaban el aislamiento. Al cuestionar la ciencia y la credibilidad de las autoridades sanitarias, estos discursos ponen en peligro la salud pública».
Según reconoce Sonia Backès, «las derivas sectarias condenan al ostracismo, arruinan, hieren y, a veces, matan». Por eso el encuentro que se ha celebrado durante dos días en París, más allá de los aspectos administrativos, se ha fijado en la cuestión primordial del acompañamiento de las víctimas.
Porque los afectados directos por el fenómeno sectario no son simples números. «Detrás de cada uno de los informes recibidos por la MIVILUDES hay personas cuya integridad física o psíquica está sufriendo, y familiares o seres queridos que se preocupan por la influencia física, psíquica o económica que una organización o un gurú pueden tener sobre una persona».
Para más información
– José Luis Vázquez Borau, Así lucha Francia contra las sectas
– José Luis Vázquez Borau, ¿Cuándo podemos decir que hay derivas sectarias en los grupos católicos y evangélicos?
– Luis Santamaría, Francia dice “no” al mindfulness en la enseñanza pública: éstas son sus razones
Fuente: Aleteia