La era digital, el nuevo capítulo en la historia de la evangelización
Entrevista con el empresario tecnológico estadounidense John Corcoran, nombrado por el Papa Francisco consultor del Dicasterio para la Comunicación
Autor: ALETEIA / Isabella Haberstock De Carvalho - publicado el 31/10/22
John Corcoran, que acaba de ser nombrado por el Papa Francisco como consultor del Dicasterio de la Santa Sede para la Comunicación, tiene una biografía que rompe esquemas. En 1996, fundó una empresa líder en consultoría de ciencias de la vida, Trinity Life Sciences, que hoy opera a nivel mundial. Tiene más de 30 años de experiencia en consultoría en las industrias farmacéutica y biotecnológica, con experiencia en estrategia de comercialización, gestión de datos, plataformas digitales y análisis.
Por otra parte, dedica buena parte de su tiempo, como voluntariado, a la comunicación católica, ya que es el presidente del consejo de administración de iCatholic Media, una entidad de la archidiócesis de Boston que incluye la cadena de televisión católica estadounidense CatholicTV.
Corcoran ha conversado con Aleteia sobre los desafíos que afronta hoy la Iglesia católica en el ámbito de la comunicación y la perspectiva que espera aportar en su nuevo cargo al Vaticano.
– Con su singular experiencia profesional, ¿qué nueva perspectiva sobre la comunicación digital aporta a una institución de dos mil años de vida como la Iglesia católica?
La relación digital se ha convertido en una faceta inmutable de la vida moderna. La tecnología nunca podrá ser un sustituto de la práctica de la fe en persona y en comunidad, pero el compromiso digital puede llevarse a cabo de forma eficaz para hacer avanzar la misión de la Iglesia.
Nunca ha sido tan grande la necesidad de comprometerse para crear una relación con las comunidades católicas y no católicas. Al comenzar mi tarea en el Dicasterio de la Santa Sede para la Comunicación reconozco los profundos cambios en la tecnología y en la relación digital que se están produciendo a un ritmo sin precedentes.
Por ejemplo, a principios de la década de los años 2000 había aproximadamente 750 millones de suscripciones a teléfonos móviles en todo el mundo, mientras que ahora hay más de ocho mil millones, más que la población mundial.
Del mismo modo, Facebook tiene ahora más de dos mil millones de usuarios (cuando en año 2000 ni siquiera existía), y Tik Tok más de mil millones de usuarios a pesar de haberse lanzado hace solo seis años.
Lo que hace único e innovador al llamado «continente digital» es la posibilidad de difundir contenidos cuyo impacto puede ser medido y controlado. Mientras que los precedentes medios de comunicación disponen de medios parciales para medir el impacto (índices de audiencia de televisión, de radio, etc.), el panorama digital está totalmente habilitado desde el punto de vista de los datos y la analítica.
Reconociendo la importante necesidad de proteger la privacidad y la información del usuario, la comunicación en el mundo moderno puede ser dirigida de manera que el contenido difundido se alinee con los intereses del usuario.
Internet no está necesariamente encapsulado geográficamente y la capacidad de llegar a grandes audiencias de forma fluida e instantánea es única. La Iglesia siempre ha comunicado y presentado el Evangelio en todas las lenguas y a todas las poblaciones, y las vías digitales aceleran esta oportunidad.
– ¿Cómo es la relación de la Iglesia con los medios digitales de comunicación y dónde puede mejorar sus métodos para llegar a la gente?
La Iglesia no necesita ser la primera en adoptar la tecnología. Sin embargo, la Iglesia puede ser oportunista en su comunicación, armonizando las formas tradicionales y las digitales. El reto consiste en ofrecer contenidos en múltiples formas y canales.
Sé por mi experiencia en la archidiócesis de Boston que las ofertas sacramentales (misa en línea, rosario, etc.), cuando se ponen a disposición en formatos digitales, resuenan profundamente entre los fieles y entre personas que se están acercando al catolicismo.
Es posible profundizar en la fe con un acercamiento mayor a las Sagradas Escrituras, a la música y la literatura católicas, al arte y a muchas otras cosas. El espacio abierto para el público católico y para quienes disciernen o se sienten atraídos por la fe no tiene límites.
El Papa Francisco afrontó este desafío en su mensaje al encuentro internacional de evangelizadores digitales que se celebró el mes de agosto pasado, en Monterrey (México), señalando que la Iglesia debe encontrar «nuevos caminos para anunciar el corazón del Evangelio a cuantos todavía no han encontrado a Cristo». Por este motivo, «pidió una creatividad pastoral para llegar a las personas allá donde viven, no esperando que vengan, descubriendo ocasiones de escucha, de diálogo y de encuentro»
– ¿Cree que la Iglesia se ha mantenido al día en el vertiginoso mundo de la comunicación digital? ¡Es capaz de transmitir su mensaje correctamente?
Para todas las organizaciones que utilizan la comunicación digital, incluida la Iglesia, la «eficacia» no se mide simplemente por el mero «despliegue» de la tecnología. El objetivo es la clave del impacto. El Santo Padre nos ha recordado que la comunicación debe caracterizarse por los principios de «participación» y de saber «compartir».
Esto significa que la comunicación es eficaz cuando se convierte en «testimonio». La comunicación se ve, pues, a través de un prisma, que es dinámico y que tiene un objetivo, aunque la Iglesia no esté basada en lo digital, o en la tecnología.
Los estilos y enfoques de comunicación siempre están evolucionando y lo han hecho desde los inicios de la Iglesia primitiva. Comenzó con la imprenta (1440), luego llegaron la radio (1920) y la televisión (1927), y ahora el ritmo de la innovación se ha acelerado con los teléfonos móviles de mano (1973), Internet (1983), las búsquedas (Google, 1996), las redes sociales (años 2000) y todo lo demás.
La Iglesia ha interpretado y desplegado estas y otras innovaciones con cuidado y en consonancia con su misión salvífica. Con la historia como guía, sabemos que el ritmo de la tecnología impulsará los cambios futuros y la Iglesia debe seguir siendo oportunista y prudente en la comprensión y uso de estas tecnologías.
Esta nueva frontera de la comunicación digital, junto con la historia en comunicación que la Iglesia tiene a sus espaldas, abre un nuevo y apasionante capítulo en la evangelización. El Dicasterio para la Comunicación está en el corazón de este proceso.
– En un mundo en el que los jóvenes prefieren las redes sociales a las formas más tradicionales de comunicación, ¿hacia dónde debe dirigirse la evangelización digital en un futuro próximo?
La evangelización a través de los medios digitales ofrece posibilidades que eran totalmente inimaginables hace tan solo una generación. El Papa Francisco ha afirmado esta realidad señalando que el compromiso digital permite compartir el Evangelio «sin siquiera salir de la puerta de casa».
«El mundo digital, las redes sociales que nos invaden y traspasan, difuminan fronteras, borran límites y distancias, reducen las diferencias. Parece todo al alcance de la mano, todo tan cercano e inmediato» (Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2018). La Iglesia puede abrazar estas realidades al mismo tiempo que reconoce y navega por los desafíos que la excesiva dependencia de estas formas de comunicación puede acarrear.
El trabajo del Dicasterio vaticano se verá reforzado por estas nuevas formas de comunicación, sin abandonar las formas tradicionales, que siguen siendo fundamentales. El eslogan de salir al encuentro de las personas «donde están» ahora puede ampliarse utilizando todas las formas de comunicación. ¡Qué poderosa oportunidad tenemos enfrente!
– En su opinión, ¿cuál es el potencial de la evangelización a través de los medios sociales?
Hay un elemento estructural en la comunicación digital que a menudo se pasa por alto. En términos generales, cuando hablamos de «medios de comunicación» estamos haciendo referencia a «canales» de comunicación. Pero yo ampliaría este concepto hasta incluir los elementos necesarios de contenido y distribución.
En el contexto de la Iglesia, el primero (el contenido) se centra en el Evangelio y las enseñanzas de la Iglesia, y el segundo en la difusión de ese contenido. La mayoría de las fuentes publicadas indican que el uso medio diario de Internet por persona en todo el mundo supera ya las siete horas diarias. La evangelización digital permite formas únicas de conectividad que permiten y hacen profundizar la «comunidad». Esto es especialmente decisivo para llegar a los jóvenes, que son los que más consumen contenidos digitales.
El pasado mes de julio, el Santo Padre explicó que «la misión evangelizadora no se basa en el activismo personal», «sino sobre el testimonio de amor». Esto puede ser impulsado poderosamente a través de las redes sociales y el compromiso en Internet.
– Usted es un exitoso hombre de negocios. ¿Por qué decidió dedicar buena parte de su tiempo, como voluntario, al servicio de la comunicación católica?
Es un gran honor compartir con la Iglesia (y con el Dicasterio para la Comunicación) mis perspectivas y puntos de vista en materia de comunicación, extraídos de mi experiencia pasada en datos y análisis.
Sé por experiencia personal que «la misión sí revitaliza la fe» y deseo un mundo que «encuentre el tesoro» y pueda llenar la vida de felicidad. Esta es la promesa más poderosa y fundamental de la comunicación digital y la evangelización. Compartir la fe con alegría es lo que centra el trabajo del Dicasterio para la Comunicación. Para mí es una profunda «alegría» que me inviten a participar en esta misión.
Autor: ALETEIA / Isabella Haberstock De Carvalho - publicado el 31/10/22