La nueva crisis migratoria de la frontera norte de México tiene rostro venezolano
Migrantes venezolanos caminan hacia Tapachula desde Huixtla, estado de Chiapas, México.
Autor: ALETEIA
En agosto pasado, el número de migrantes venezolanos que intentaron cruzar la frontera fue mayor que el de los hondureños y guatemaltecos
La crisis en la frontera norte de México, sobre todo en el occidente, en la frontera de Tijuana y San Diego; y en el oriente, en la frontera entre Matamoros y Brownsville, tiene un nuevo rostro. El rostro de los venezolanos.
Debido al exceso de personas desplazadas de Venezuela que intentaban ingresar sin visa a Estados Unidos, el gobierno de esta nación ha decidido activar el Título 42; y en acuerdo con el gobierno de México ha devuelto, de manera inmediata a cientos de venezolanos.
Mientras tanto, prosigue el ingreso de miles de ciudadanos de Venezuela por la frontera sur de México. Esto augura otra crisis migratoria semejante a la que en años pasados se ha tenido en el país con los migrantes procedentes de Centroamérica.
Ya no son los «balseros del aire» los venezolanos que emigran a Estados Unidos (el término se usó para dar nombre a quienes huyeron cuando Hugo Chávez tomó el poder en 1999); ahora son parecidos a los «espaldas mojadas», los mexicanos que después de la Revolución de 1910 cruzaban a nado el Río Bravo.
En agosto pasado, el número de migrantes venezolanos que intentaron cruzar la frontera fue mayor que el de los hondureños y guatemaltecos. Solamente menor que los mexicanos que han vuelto a migrar por la poderosa crisis económica y de violencia por la que atraviesa México.
El tesoro de los «coyotes»
Las nuevas medidas migratorias de Estados Unidos y la aceptación de éstas por parte del gobierno mexicano (a cambio de un número de visas de trabajo para migrantes mexicanos) pronostican una severa crisis fronterizas como antaño con la crisis, por ejemplo, de los haitianos.
Como en algún momento sucedió con los cubanos, los venezolanos eran considerados por Estados Unidos como víctimas de un gobierno dictatorial; por lo que éstos cruzaban la frontera de México y se entregaban directamente a la Patrulla Fronteriza, pues no iban a deportales de inmediato.
La idea que motivaba a los venezolanos era la de que, tras su entrega, estarían detenidos unos días; y, más temprano que tarde, un juez resolvería su calidad migratoria dándoles vía libre para obtener una solicitud de asilo; o bien integrarse con alguna familia de residentes legales.
Pero ante la presión numérica, las autoridades estadounidenses han decidido deportarlos a México y que permanezcan ahí hasta que se defina su calidad migratoria; lo cual abre otra vía de «negocio» para los traficantes de personas.
En efecto, con los «polleros» o «coyotes», como se les conoce en el mundo del hampa han hecho de la desesperación de gran cantidad de latinoamericanos, y de los fallidos regímenes de la región más desigual del planeta, su más preciado «tesoro».
Autor: ALETEIA