El valiente discurso de una monja, cirujana y veterana del Ejército en apoyo a Trump
Hay vidas realmente fascinantes por su entrega a los demás y su valentía al servicio de nobles causas, y la hermana Deirdre Byrne es un buen ejemplo.
Fuente: Contando Estrellaa
Una vida de servicio a su Patria, a los pobres y a los enfermos
Hija del cirujano William Byrne, ella nació y creció en el seno de una familia católica. Se alistó en el Ejército de Estados Unidos para poder pagar su carrera de Medicina en la Universidad de Georgetown. Fue el comienzo de una larga carrera sirviendo a su Patria, a los pobres y a los enfermos como médico militar, una carrera que duró 29 años y en la que llegó a alcanzar el rango de coronel (lo inmediatamente inferior a general). Estando en las filas del Cuerpo Médico del Ejército, sirvió en la Península del Sinaí, en Egipto, y también en la zona cero de las Torres Gemelas de Nueva York tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.
En 2002 ingresó en la congregación religiosa de las Pequeñas Operarias de los Sagrados Corazones de Jesús y María. Sin embargo, el Ejército la llamó nuevamente a filas, sirviendo en Afganistán. En 2009 abandonó definitivamente el Ejército y profesó sus votos como monja. Ha trabajado como cirujana y misionera en Kenia, Haití, Sudán e Irak, ayudando a los más necesitados. Hoy conjuga su vida religiosa en Washington DC con su trabajo como cirujana, que ofrece de forma gratuita a pobres y refugiados.
La intervención de la hermana Byrne apoyando a Donald Trump
Este miércoles 26 de agosto, la hermana Byrne fue invitada a hablar en la Convención Nacional Republicana.
Para los que no entendáis el inglés, he traducido su intervención al español (a partir del texto publicado por 4president.org):
“Buenas tardes. Soy la hermana Deirdre Byrne. Pertenezco a la comunidad de las Pequeñas Operarias de los Sagrados Corazones de Jesús y María.
El pasado 4 de julio tuve el honor de ser una de los invitados del presidente en la celebración “Saludo de América”.
Debo confesar que recientemente recé mientras estaba en la capilla, rogando a Dios que me permita ser una voz y un instrumento para la vida humana, y ahora estoy aquí, hablando en la Convención Nacional Republicana.
¡Supongo que es mejor que tengas cuidado con lo que rezas!
Mi viaje a la vida religiosa no fue una ruta tradicional… si es que existe tal cosa.
En 1978, cuando era estudiante de Medicina en la Universidad de Georgetown, me uní al Ejército para ayudar a pagar la matrícula y terminé dedicándome 29 años a las Fuerzas Armadas, trabajando como médico y cirujana en lugares como Afganistán y la península del Sinaí, en Egipto.
Después de mucha oración y contemplación, ingresé a mi orden religiosa en 2002 y trabajé sirviendo a los pobres y enfermos en Kenia, Haití, Sudán, Irak y en Washington DC.
La humildad es la base de nuestra orden, lo que hace que sea muy difícil hablar de mí misma, pero puedo hablar de mi experiencia trabajando para aquellos que huyen de países empobrecidos y devastados por la guerra en todo el mundo. Todos esos refugiados comparten una experiencia común. Todos han sido marginados; vistos como insignificantes, impotentes y sin voz.
Y aunque tendemos a pensar que los marginados viven más allá de nuestras fronteras, la verdad es que el grupo marginado más grande del mundo se encuentra en Estados Unidos. Son los no nacidos.
Como cristianos, conocimos a Jesús por primera vez como un embrión conmovedor en el útero de una madre soltera y lo vimos nacer nueve meses después en la pobreza de la cueva. No es una coincidencia que Jesús defendiese lo que era justo y finalmente fuese crucificado porque lo que dijo no era políticamente correcto ni estaba de moda.
Como seguidores de Cristo, estamos llamados a defender la vida y contra lo políticamente correcto o de moda hoy. Debemos luchar contra una agenda legislativa que apoya e incluso celebra la destrucción de la vida en el útero. De hecho, las leyes que creamos definen cómo vemos nuestra humanidad. Y debemos preguntarnos, ¿qué estamos diciendo cuando entramos en un útero y apagamos una vida insignificante, impotente y sin voz?
Como médico, puedo decir inequívocamente que la vida comienza en la concepción.
Si bien lo que tengo que decir puede ser difícil de escuchar para algunos, lo digo porque no sólo soy provida, soy provida eterna y quiero que todos terminemos juntos algún día en el cielo.
Lo que me lleva a por qué estoy aquí esta noche. Donald Trump es el presidente más provida que ha tenido esta nación, defendiendo la vida en todas las etapas. Su creencia en la santidad de la vida trasciende la política. El presidente Trump se enfrentará a Biden / Harris, que son el boleto presidencial más anti-vida de todos los tiempos, incluso apoyando los horrores del aborto tardío y el infanticidio.
Gracias a su valentía y convicción, el presidente Trump se ha ganado el apoyo de la comunidad provida de Estados Unidos. Además, tiene un ejército nacional de religiosos detrás de él. Nos encontrarás con nuestra arma preferida … ¡el Rosario!
Gracias señor presidente. Todos estamos rezando por ti”.
Fuente: Contando Estrellaa
Nuestra Opinión
Decir la verdad, necesita siempre de valentía. Y es por eso que publicamos este testimonio, aún cuando no sea de nuestro interés el resultado de la elecciones norteamericanas.
Sin embargo, la batalla espiritual que se libra en todo el mundo, amerita difundir este testimonio. Nos unimos en esa oración.
Por: Ferreyra Viramonte Luis Fernando
lffv@yahoo.com.ar