Peter Schwartz: historia de un cardiólogo y un síndrome que ya no es misterioso
La muerte repentina e inexplicable de una mujer joven durante una transmisión televisiva en vivo en la lejana década de 1970, se convierte en el comienzo de una investigación sobre una enfermedad cardíaca poco común que, si no se cura, causa muerte repentina. Hoy en día, muchas personas deben su vida al profesor Peter Schwartz, quien dedicó su carrera al estudio del Síndrome del QT Largo, comenzando con ese trágico episodio.
Fuente: Por Marina Tomarro para VATICAN NEWS
En busca del misterioso síndrome
Para el profesor entonces comienza un estudio que al principio no parece dar ningún resultado. "Esas anomalías electrocardiográficas -explica- eran un misterio para mí y para mis colegas. Un día un pediatra me sugirió que buscara en la literatura médica internacional y ahí fue donde encontré las primeras descripciones de esta enfermedad, a la que le di el nombre de 'Síndrome del QT Largo' (QT es el intervalo entre dos ondas del ndr del electrocardiograma). En esta enfermedad, poco común pero no rara y transmitida genéticamente, cuando el corazón recibe importantes descargas nerviosas del cerebro, entra en una especie de cortocircuito eléctrico y se detiene. Al principio, los betabloqueantes, que neutralizan el efecto de las descargas nerviosas, protegen el corazón de Augustine. Pero eso no es suficiente. Schwartz sigue estudiando y experimentando, y entiende que la única manera de ayudar a la niña -y más tarde también a Cesarina, otra niña de la familia Bonomi, nacida unos años después de la muerte de su primera hermana y de la que desgraciadamente heredará no sólo su nombre, sino también su enfermedad- es intentar una operación que "interrumpa" la conexión entre su cerebro y su corazón cortando los nervios cardíacos simpáticos de la izquierda.
Confío en ti...
"Cuando el profesor propuso esta operación a mis padres diciendo que sólo la había probado en el laboratorio - dice Cesarina Bonomi, que ahora es una hermosa mujer felizmente casada y madre de un joven de 22 años - mi padre lo tomó por loco. Pero el entusiasmo del Dr. Schwartz y la situación emocionalmente difícil en la que vivía mi familia, aún sacudida por la repentina muerte de nuestra primera hermana, los llevó a confiar y aceptar".
Así que en una mañana de 1973, Agostina y su madre subieron a un autobús a Milán. La niña cree que se va de viaje en coche con el joven médico que ahora conoce bien, pero poco después es llevada por él al hospital. El Dr. Peter le habla suavemente, le pide que confíe en él, explicándole que pronto estará dormido, pero que cuando ella se despierte tendrá una nueva vida y podrá correr y jugar como todos los demás niños, sin miedo a desmayarse o sentirse mal. Comienza la operación, confiada a las manos de un cirujano experimentado que trabaja con Schwartz. "Mi madre - dice Cesarina, aún hoy emocionada - fue a rezar a la Virgen de Lourdes, a quien era muy devota en una iglesia cerca del Policlínico, prometiendo abrirse a una nueva maternidad si mi hermana se hubiera salvado. Ya éramos ocho hijos...".
Hacia una nueva vida
La operación está bien. A partir de ese momento Agustín tuvo una nueva vida, animada al año siguiente por la llegada de un hermanito. El tiempo pasa, Agustín crece, está bien y ya no se ha desmayado, cada año hace sus visitas para ver cómo está el profesor. Se enamora y decide casarse: como testigo de la boda quiere precisamente al médico que le salvó la vida y la de muchos niños afectados por el síndrome del QT largo. "Cuando estábamos en el altar -nos dice la profesora divertida y conmovida recordando a su primer paciente, desgraciadamente desaparecido hace poco de otra enfermedad- seguí preguntándole si había tomado los betabloqueantes y me aterrorizaba que Augustine pudiera tener un paro cardíaco si estaba demasiado excitada durante la ceremonia. Entonces todo salió muy bien".
Desde ese primer caso, para el profesor Schwartz le han seguido años de estudios y conocimientos sobre la enfermedad. "Estuve en América - continúa el cardiólogo - trabajé allí durante muchos años realizando mis investigaciones para tratar de proteger mejor a los pacientes con esta enfermedad, luego regresé a Milán y comencé los estudios genéticos para profundizar aún más el conocimiento del síndrome del QT largo. Esa primera intervención de denervación fue seguida por muchas más y ahora se ha convertido en la terapia estándar para los casos no protegidos por betabloqueantes. Entre los pacientes también está Cesarina, la hermana de Agostina. "Cuando se trataba de mí -dice- sabía muy bien lo que iba a encontrar. Recuerdo los chequeos después de la operación, las muchas horas que tuvieron que pasar por culpa de ese aparato que me habían aplicado para grabar un electrocardiograma largo. Para destruirme, mis padres me llevaban a las agujas del Duomo para admirar de cerca a la Virgen de oro".
Fuente: Por Marina Tomarro para VATICAN NEWS