Monoteísmo vs. Politeísmo
Si de observar y tomar consciencia se trata, uno de mis más sorprendentes descubrimientos es la verdad detrás de la afirmación del gran pensador del siglo XX Gilbert K. Chesterton quien dijera que “cuando el hombre deja de creer en el Dios verdadero no se hace ateo sino politeísta”.
Autor: Pbro. FERNANDO MARTIN
Esto es tan verdadero, que el típico habitante de la era cibernética se sube al primer tren que pasa, creyendo que se incorpora a una Nueva Era (New Age), cuando en realidad vuelve atrás más de 2000 años a la era del politeísmo, que el Judeocristianismo desnudó en su clara contradicción.
ontradicción decimos, porque si Dios existe no es más que uno, y si son muchos, seguramente es porque los hemos inventado nosotros. Al respecto me deja perplejo que en Occidente haya personas que se resistan pertinazmente a creer en Jesucristo, después de las pruebas contundentes del enorme caudal de exquisito humanismo que la Iglesia Católica tras las huellas de su fundador regaló a la civilización, aun a pesar de sus inevitables sombras y pecados, para adherir irrestricta y reverentemente, con sumisión y obsecuencia suprema, a modo de secular acto de fe, a todo lo que escuchan en los cuasi-dogmáticos MCS.
Los MCS masivos constituyen el púlpito privilegiado de esta prédica politeísta. Ellos responden en su inmensa mayoría a quienes los financian, por lo cual lo sepan o no quienes constituyen su cara visible, hoy en Occidente transmiten al mundo entero noticias cargadas de intereses ideológicos, con metodologías que son fruto de análisis de ingeniería social que apuntan a los flancos más débiles de las personas, para someterlas a sus insinuaciones.
Ellos postulan una sociedad abierta (Open Society) sin límites (se acuerdan de que tenemos que proponer “límites” a los niños), donde no hay normas morales de ninguna clase, excepto las que ellos establecen: por ejemplo la “distancia social” como 'nueva normalidad', sin ningún fundamento antropológico. Todo con muy poca explicación rigurosa por parte de especialistas independientes.
Ejemplos de lo que planteo son expresiones más o menos explícitas tales como: “comprá tal cosa que es buena y necesaria”, “lee tal otra porque ‘tiene la posta’”, “esta persona es un demonio, y ésta un semidios”, “cuidado con esto que te hace mal”, “no escuches a ése que es un fanático” ...
Hoy propongo tres ejemplos concretos para que ustedes investiguen en Internet: La Dra. Chinda Brandolino y la campaña de desprestigio que medios preeminentes de nuestra patria le están haciendo luego de la entrevista con la modelo Nicole Newman; comentarios periodísticos sobre el Presidente Donald Trump y las protestas “anti-racistas” en su país que están fogoneadas a través de infiltrados, con el único fin de desprestigiarlo, información increíblemente inadvertida por destacados comunicadores sociales de nuestro medio; o la adhesión reverencial a la terminología de género que gana fervientes y devotos seguidores, entre adolescentes, jóvenes y también adultos.
Los discursos políticos monocordes actualmente en la mayoría de las naciones, con honrosas excepciones, también son objeto de una sorprendente adhesión acrítica por parte de la gran mayoría de la población que aterrada por los riesgos de la vida normal, acata lo que sea, con más fervor que la Palabra de Dios. Hasta la independencia de la Iglesia, y de la fe es considerada hoy algo no esencial, equiparable a la apertura de una peluquería o de un Shopping.
El resultado de la predicación sostenida de la novedad antes que la verdad, de la sensación antes que la reflexión, genera personas vacías, proclives a llenar ese vacío con información falsa.
Como se trata de la verdad más honda de la existencia humana y del sentido de su vida, lo que creo es que Occidente debe volver a la fe cristiana, que está en su ADN, para no seguir coqueteando con “doctrinas llamativas y extrañas” (cfr Hb 13, 9). Debemos volver a la Verdad antes que a la novedad, y a la vida plena que puede desembocar en la muerte que conduce a la vida eterna, en vez de vivir una vida sin pasión ni sentido, que desde ya es equivalente a la muerte en vida.
En relación a la vuelta al Dios verdadero y a la fe católica, es imperiosa la intervención clara de pastores con los atributos que les fueron concedidos por el orden sagrado el día en que como varones bautizados fueron ordenados sacerdotes para siempre, para actuar en la persona de Cristo cabeza apacentando al Pueblo de Dios.
Al respecto repasemos por ejemplo 2 Tim 1, 6-11:“Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio, del cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles”.
Recordemos también uno de los textos que mejor describe el permanente desafío del cristiano: “Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Mt 16, 25-26).
Esto es una verdadera revolución, es decir “metanoia” (conversión) en el sentido evangélico, que se parece a la ocasión en que los apóstoles quisieron ser silenciados por los jefes de los judíos: “Los llamaron y les prohibieron terminantemente que dijeran una sola palabra o enseñaran en el nombre de Jesús. Pedro y Juan les respondieron: ‘Juzguen si está bien a los ojos del Señor que les obedezcamos a ustedes antes que a Dios. Nosotros no podemos callar lo que hemos visto y oído” (Hech 4, 18-20).
Por supuesto que se trata de “Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt 22, 21). Si decir la verdad como Jesús ante Pilato, o Esteban o Pablo al ser perseguidos es ser revolucionario, pues entonces los cristianos lo somos.
Por otro lado, nuestro actual Sumo Pontífice Francisco, Vicario de Cristo en la Tierra, nos viene alentando desde el inicio de su pontificado a ser una Iglesia en salida, más bien accidentada por los riesgos que corre al hacerlo, que enferma dentro de las sacristías. Hasta les dijo metafóricamente a los jóvenes “hagan lío”, que obviamente debemos interpretar como una desinstalación que desenmascara todo aquello que se equipara a Dios, queriendo sacarlo a Él de la vida de la sociedad, construyendo una cultura del descarte, quitando la mirada de los pobres, débiles y sufrientes.
Para cerrar estas reflexiones, los invito a seguir abriendo los ojos para subirse al tren de la única 'nueva normalidad' el Evangelio que nos dice que el amor y la verdad son los caminos obligados para alcanzar la madurez humana. Que existe un sólo Dios verdadero, y que lo demás es mitología, que ya perimió hace 2000 años cuando la luz del Evangelio disipó las tinieblas de las quimeras imaginadas por el hombre ante su pequeñez o desesperación al no encontrar respuestas a sus preguntas.
Si de Nuevo Orden Mundial se trata, qué mejor que de la mano de quien “hace nuevas todas las cosas” (cfr Ap 21, 5) mostrando al hombre para qué fue creado y dónde halla su felicidad plena y eterna.
Autor: Pbro. FERNANDO MARTIN