CLAMAMOS POR BUENOS PASTORES
El concepto de pastor reclama el de rebaño a pastorear. Se destaca así la dimensión gregaria (social) del ser humano. Se deduce de la imagen del pastor y del rebaño que, para poder vivir con sentido a nivel personal y comunitario, se requiere una orientación para el caminar, y una guía para no errar en el camino.
Fuente: Pbro. FERNANDO MARTIN
Palabras cercanas a las de pastor son entre otras: autoridad, capitalidad, jefatura, conducción, etc. Al mencionarlas, pensamos automáticamente en obispos, sacerdotes, consagrados, catequistas, padres de familia, docentes, políticos, jueces, jefes y gerentes de organizaciones, cada uno en su respectivo orden.
Hoy en día desde la psicología y la pedagogía, se asocia al que conduce, para hacer su labor adecuadamente, palabras tales como contención y escucha. Ambas tienen sin duda su valor, pero la pregunta es: ¿Son suficientes para describir la envergadura de la tarea?
¿Qué nos enseña el ejemplo de Jesús Buen Pastor de la humanidad a la luz de la Palabra de Dios?
En Apoc. 7, 17 leemos: 'las conduce hacia fuentes de agua viva'. Es decir que el pastor va por delante, marca una dirección, y es la de la vida. La de una vida plena, digna, bella para su rebaño. Lo contrario sería la imagen del agua contaminada que lleva a la muerte, hoy asociada a quienes guían a las personas a la ignorancia, a las adicciones, a la miseria material, al ateísmo, etc.
En Jn 10, 28 leemos: 'Nadie las arrebatará de mi mano'. El buen pastor protege a los suyos de los enemigos, es decir de los lobos rapaces, que San Juan Pablo 11 llamaba 'falsos maestros de vida', que sólo se acercan al rebaño para usarlo y descartarlo.
Nuevamente en Apoc. 7, 17 leemos: 'Dios enjugará las lágrimas de sus ojos'. Los buenos conductores consuelan a los suyos en las tribulaciones. Sí, por supuesto, los escuchan largamente, y luego también largamente
les hablan palabras llenas de verdad y ternura.
¿Qué les compete a las ovejas, es decir a todos nosotros en relación con Jesús y, en otro sentido, con nuestros superiores?
En primer lugar, escuchar su voz. Definitivamente nosotros, los creyentes, debemos escucharlo a Él. Él habla en su Iglesia, que no es una voz entre otras voces, sino la de Dios, con el respectivo discernimiento en el Espíritu. Nunca debemos olvidar que la Iglesia es una institución humana, pero ante todo divina, ya que el mismo Jesucristo la fundó. Cuando equiparamos a la Iglesia a otras instituciones, la vaciamos de su contenido trascendente, y así perdemos el rumbo.
'Ellas lo siguen', también indica Jn 10, 27. La obediencia es la clave del cristianismo, que se puede definir como 'Seguimiento de Cristo Buen Pastor'. No seguimiento del mundo, ni de la cultura, ni del pueblo. Él es la cabeza del pueblo, y bajo su conducción caminamos.
Obedecer a padres, pastores de la Iglesia, y a quienes nos guían en cualquier aspecto de la vida, es parte esencial de las relaciones humanas a través de las cuales unos aprendemos de otros con confianza, docilidad y agradecimiento.
¿Por qué Jesús tenía y sigue teniendo entre los suyos tanta autoridad?
'Yo las conozco' (Jn 10, 27). No son accidentes de la vida, ni números, ni una salida laboral, ni votos. Son personas únicas e irrepetibles, con nombre y apellido. Y finalmente: 'Doy mi vida por las ovejas' (Jn 10, 15). Dar la vida por el rebaño con amor es la clave de todo liderazgo genuino.
La orfandad, anarquía e ignorancia en que viven millones de niños, jóvenes y adultos en la cultura contemporánea en su conjunto, se explica en gran medida por la ausencia de pastores. Pidamos al Señor envíe buenos pastores para apacentar su rebaño.
María madre y maestra sea nuestra inspiración". ¡Dios los bendiga!
Fuente: Pbro. FERNANDO MARTIN