Creados para someter la tierra

REFLEXIONES Jueves 9 de Julio de 2020

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Dado que seguimos inmersos en un sinnúmero de restricciones en relación a lo que se considera una vida normal, tal como prohibir a una persona a partir de los 60 años entrar a rezar a una iglesia, como ocurre en algunos lugares de nuestra ciudad, me parece pertinente seguir reflexionando sobre la encrucijada histórica por la que estamos atravesando.

Autor: Pbro. FERNANDO MARTIN

Para quienes se resisten a pensar que lo que acontece es mucho más que una fortuita y transitoria emergencia sanitaria, les quiero hacer ver un hecho contundente que desautoriza esa versión. Se trata del concepto de “nueva normalidad” que a coro recita la gran mayoría de los gobernantes del planeta, y sus principales referentes sociales, como así también muchos incautos ciudadanos comunes.
 
¿Por qué hablar de nueva normalidad a partir de una emergencia? ¿No sería lo más lógico, como ocurrió siempre a lo largo de la historia, pensar que una vez pasado lo extraordinario, volveremos a lo ordinario?
 
Es verdad que nunca se vuelve a lo anterior después de un “tsunami”, pero aquí no se está hablando de que debemos retomar la vida aprendiendo lecciones luego de la prueba padecida para ser mejores personas y sociedades, sino de una normalidad nueva en casi todos los frentes de la vida. Esto de por sí debe despabilarnos cuanto antes a los miembros de la especie humana, para tomar consciencia de que más allá de la gravedad o no de la pandemia o de cómo surge, una agenda subterránea está siendo fríamente puesta en marcha.
 
El fenómeno paradigmático del proceso está contenido en el hecho de haber logrado en la práctica la “distancia social”, y en el rasgo psicológico de que en vez de que todo hombre sea mi hermano, que podría ser el lema cristiano para las relaciones humanas, ahora, todo hombre es mi potencial agresor, ya que me puede contagiar, a modo de leproso. Esto me autoriaza a delatarlo, incluso si por ejemplo sensatamente no usa barbijo cuando se halla a distancia respetable de todos, sin generar riesgo alguno para nadie.
 
Las áreas de la sociedad que estimo, según este esquema, pretenden generar cambios sustanciales en nuestro estilo de vida, y más aun en el mismo concepto de vida humana son las siguientes: disminución de la población ya sea por pobreza que lleva al hambre, a la enfermedad y a la muerte, o por medicamentos  varios que esterilizan o debilitan a la población; consiguientes cambios en la economía mundial que acentúan el dominio de los grandes capitales, que se apoderan de tierras y recursos naturales para sus fines de trasformación social y sometimiento global; cambios en el mundo del trabajo, que a la vez que deja a millones desocupados, introduce compulsivamente a muchos en el teletrabajo; cambios sustanciales en la educación de niños y jóvenes, a través de contenidos acordes con la visión trasnhumanista que subyace a la nueva normalidad, y también forzando la realidad a través de la enseñanza virtual; y el enfriamiento de la práctica religiosa restringiendo su actividad (todo lo contrario de la Iglesia sana de puertas abiertas y en salida).
Hoy quiero iniciar la reflexión sobre uno de los cinco puntos que sí considero sería deseable poner en práctica en la “nueva normalidad argentina pos pandemia”. Recuerdo que los cinco puntos son: no mentir, no robar, trabajar y estudiar con excelencia, y creer en Dios.
 
Para comenzar, los invito a repasar y reflexionar sobre algunos textos bíblicos que hacen referencia a la dimensión constitutiva del hombre que consiste en trabajar para vivir dignamente de acuerdo a su identidad de ser racional.
Cercanos ya a un nuevo aniversario de nuestra independencia nacional, digamos ante todo que la soberanía, es decir la libertad en las decisiones ante intereses no argentinos, se construye ante todo trabajando, cosa que genera independencia económica, ya que a través del préstamo sistemático de divisas que nos endeuda sin fin, sólo se construye dependencia y esclavitud para todos en manos de los acreedores.
Comencemos con el texto del Génesis en el capítulo 1, 26-31 en el que al crear al hombre, varón y mujer, Dios le manda someter la tierra, indicando así el dominio que de ella debía tener. Luego de leer el texto, los invito a considerar algunas consignas para el análisis:

“Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y ejerza dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra. Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sojuzgadla; ejerced dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra. Y dijo Dios: He aquí, yo os he dado toda planta que da semilla que hay en la superficie de toda la tierra, y todo árbol que tiene fruto que da semilla; esto os servirá de alimento. Y a toda bestia de la tierra, a toda ave de los cielos y a todo lo que se mueve sobre la tierra, y que tiene vida, les he dado toda planta verde para alimento. Y fue así. Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y fue la mañana: el sexto día”.

Consignas: ¿Cómo debemos relacionar el término someter la tierra con el trabajo? ¿Sería correcto esperar todo “de arriba” sin esforzarse en ser protagonistas de la propia vida? ¿Cómo ha sido hasta ahora a lo largo de la historia el dominio del hombre sobre la naturaleza puesta a su servicio (pensar en desarrollos científicos, tecnológicos, artísticos, etc.)?
Veamos ahora el texto de Gen 2, 15-25:
“Dios el SEÑOR tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara, y le dio este mandato: «Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás comer. El día que de él comas, ciertamente morirás». Luego Dios el SEÑOR dijo: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada». Entonces Dios el SEÑOR formó de la tierra toda ave del cielo y todo animal del campo, y se los llevó al hombre para ver qué nombre les pondría. El hombre les puso nombre a todos los seres vivos, y con ese nombre se les conoce. Así el hombre fue poniéndoles nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves del cielo y a todos los animales del campo. Sin embargo, no se encontró entre ellos la ayuda adecuada para el hombre. Entonces Dios el SEÑOR hizo que el hombre cayera en un sueño profundo y, mientras este dormía, le sacó una costilla y le cerró la herida. De la costilla que le había quitado al hombre, Dios el SEÑOR hizo una mujer y se la presentó al hombre, el cual exclamó: «Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Se llamará “mujer” porque del hombre fue sacada». Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo ser. En ese tiempo el hombre y la mujer estaban desnudos, pero ninguno de los dos sentía vergüenza”.
Consignas: ¿Cuál es la diferencia entre la relación de Adán con la creación por debajo de él, y con Eva su mujer? ¿Se podría decir que entre el varón y la mujer la relación es entre pares, y por ende no de dominio? ¿Sería más bien de cooperación? ¿Qué consecuencias tiene esto para iluminar la confusión que hoy se verifica en la comprensión de la identidad del varón y de la mujer?
Veamos ahora Gén 3, 17-19:
“El Señor Dios dijo al hombre: «Por cuanto le hiciste caso a tu mujer, y comiste del árbol del que te prohibí comer, ¡maldita será la tierra por tu culpa! Con penosos trabajos comerás de ella todos los días de tu vida. La tierra te producirá cardos y espinas, y comerás hierbas silvestres. Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste sacado Porque polvo eres, y al polvo volverás»”.
Consignas: ¿Qué significa ganar el pan con el sudor de la frente? ¿Qué significa que la tierra producirá cardos y espinas?
Como pista para la respuesta, les digo que la ley del trabajo no se deroga por la culpa original. Lo que cambia es la mayor exigencia en la tarea, ya que la tierra a menudo se resiste a la mano del hombre, y le demanda mayor esfuerzo.
Considerando situaciones esenciales del Nuevo Testamento, consideremos por ejemplo lo referente a José, padre adoptivo de Jesús, de oficio carpintero.
Consignas: ¿Qué implica para la historia de la humanidad que el Salvador nazca en el seno de la casa del carpintero, junto a cuyo taller crece el Hijo de Dios hecho hombre? ¿Qué de una madre celosa ama de casa?
A propósito de Jesucristo repasemos la frase de Jn 5, 17:
“Pero Jesús respondió: «Mi Padre siempre trabaja, y yo también»”.
Consignas: ¿Qué significa para Jesucristo trabajar? ¿Y la alusión a su Padre? ¿Trabaja también quién genera bienes espiritualespara sí y para los demás?
¿Y qué podemos decir de la expresión de San Pabloen 2 Tes 3, 10?:
“Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma”.
Consigna: Pensemos en las enormes implicancias de que San Pablo, gran predicador de la Buena Noticia , nos hable de la imperiosa necesidad de trabajar con las propias manos.
Espero estos elementos nos introduzcan en la bella dimensión humana del trabajo, que obviamente no podrá ni ser eliminada ni alterada artificialmente por ninguna nueva normalidad, si queremos seguir siendo humanos.
Si alguno quisiera profundizar el tema en cuestión, les propongo leer la carta de San Juan Pablo II sobre el trabajo humano titulada en latín “Laborem Exercens” (1981).
Por nuestra parte, en el próximo mensaje, les dejaré a modo de reflexión sintética algunos elementos para entender la incuestionable envergadura de lo que estamos tratamos, tanto para las personas individuales, como para la sociedad en su conjunto.
¡María, Torre de marfil, nos proteja, y que Dios los bendiga!
 
 

Autor: Pbro. FERNANDO MARTIN

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