DENLES USTEDES DE COMER
Inspirado en el texto evangélico correspondiente a la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo del pasado domingo, deseo reflexionar sobre algunas de sus implicancias.
Autor: Pbro. FERNANDO MARTIN
Al observar las tendencias de la sociedad occidental contemporánea, que brilla por sus avances científico-tecnológicos, pero que deja insatisfechas a las almas. hambrientas de verdad, justicia, amor y eternidad, ya que postula la imposibilidad de acceder a certezas y el relativismo moral, y ofrece sórdidos espectáculos sangrientos por doquier, sin indicar la meta de la existencia humana, entiendo perfectamente la angustia existencial de millones de jóvenes que no encuentran lo que buscan.
En este contexto cultural, resuenan por demás interpelantes las palabras del evangelio según San Lucas en labios de Jesús: "Denles ustedes de comer" (Le 9, 13). Sí, así es: nosotros los cristianos somos los herederos del Pan de Vida, y debemos ofrecerlo a !a sociedad hambrienta de Dios, del brillo de su redención, que hace posible pronunciar palabras tales como verdad, justicia, amor, eternidad, libertad, esperanza, alegría, paz ...
Las mentes sensibles al dolor humano, y rigurosas intelectualmente, no pueden entender cómo la civilización actual se desarrolla materialmente, en medio de frivolidades y populismos, pero ni disminuye la injusticia ante los más débiles que sufren angustias remediables fácilmente, ni aumenta la alegría y paz de los más ricos.
En vano van a la escuela y a la universidad o se conectan febrilmente a las redes sociales, o viajan como "nómades" por el mundo, o se evaden en paraísos ficticios, buscando respuestas a sus interrogantes. No las hallarán por ese lado.
Los que hoy se deprimen buscando respuestas al problema del mal y del sentido, y se indignan ante las injusticias inflingidas ante el hombre, no saben que no se indignarían si no fueran cristianos, ya que no conocerían el concepto de dignidad humana, introducido en la historia por Jesucristo, que hace ya 2000 años, se presentó ante el mundo como su camino, verdad y vida.
"Denles ustedes de comer" es la consigna para los discípulos del Señor. La gran pregunta para la Iglesia hoy es si somos fieles a ese mandato. Nuestra insistencia en armar estructuras pastorales en detrimento de la transmisión clara de nuestra fe a través de palabras y gestos está deteniendo el proceso.
El Espíritu Santo es el protagonista de la gesta, y nosotros sus siervos inútiles, pero necesarios.
Basta de querer inventar la Iglesia a cada rato. Se trata de enseñar y poner en práctica las enseñanzas de Jesucristo contenidas en la Escritura, explicadas en el Catecismo de la Iglesia Católica.
Urge descubrir la propia vocación y misión dentro de la Iglesia, y de entender las relaciones con el mundo que nos rodea.
En relación con la Iglesia, debemos caminar juntos, pero no mezclados. Clero, consagrados y laicos tenemos un cometido diferente en la construcción eclesial. Particularmente los laicos deben salir de las sacristías para protagonizar la transformación de la cultura en el vasto mundo de la familia, del trabajo, de las comunicaciones sociales, de las ciencias, del arte y del entretenimiento.
Los jóvenes deben ser formados para apasionarse con la tarea de iluminar esas periferias existenciales en las que nadan como peces en el agua, para poder atender a las periferias territoriales donde viven millones de hermanos en la miseria material y la ignorancia.
Es indispensable optar por una pastoral de juventud que entusiasme a quienes sueñan con una vida plena de sentido con los grandes bienes que alimentan el alma humana y la llenan de vitalidad, entusiasmo y esperanza.
"Démosle nosotros de comer" de los tesoros de la Iglesia, Esposa de Cristo, Madre y Maestra en humanidades, para que no mueran de hambre y desilusión.
Autor: Pbro. FERNANDO MARTIN